Los cuatro damnificados de la votación del decreto sobre la reforma laboral

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, tras la aprobación de la reforma laboral
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, tras la aprobación de la reforma laboral Juan Medina | Reuters

Yolanda Díaz, el PP, Unión del Pueblo Navarro y Batet, son los principales damnificados de una caótica sesión en el Congreso

04 feb 2022 . Actualizado a las 18:47 h.

Convalidado el decreto de regulación del mercado laboral tras una caótica sesión, la apretada votación final (175 votos a favor del Gobierno y 174 en contra) deja un largo listado de damnificados por no ver alcanzados sus objetivos.

Es el caso de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Hace meses tuvo que sustituir su beligerancia con la norma aprobada por el PP en el 2012 y aparcar la promesa de la derogación íntegra de la reforma promovida por Fátima Báñez para centrarse en «cambiar los aspectos más lesivos» de la misma.

Díaz logró el histórico acuerdo de los dos sindicatos mayoritarios (muchos otros, como la CIG en Galicia, se oponen) y la patronal. Pero lo que se presumía como el principal aval para el lanzamiento de su campaña electoral se convirtió en una rémora frente a sus teóricos aliados, que llegaron a cuestionarla por anteponer «los proyectos personales» a negociar otros cambios, según denunció Gabriel Rufián

La ministra de Trabajo se empleó a fondo en las últimas semanas para intentar reproducir la mayoría del bloque de la investidura en torno a su propuesta y evitar el papel clave de Ciudadanos y de otros partidos más alineados con el centroderecha que con su espectro ideológico. Pero no lo consiguió. Incluso irritó al portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, al puentearle en las conversaciones y buscar el apoyo directo de Pere Aragonès en Barcelona.

Yolanda Díaz puede presumir del acuerdo de la reforma laboral, pero tendrá que soportar las críticas de sus más cercanos por «satisfacer solo a Ciudadanos y a la UE». «Ha pasado de líder de los piquetes a miembro de la troika», reprobó con ironía Cuca Gamarra (PP) el viraje de la ministra de Trabajo.

El amargo trago del PP

El Partido Popular tampoco tiene muchos motivos para celebrar nada. Más importante que su derrota es el hecho de que esta se produjera por el error humano de un alto cargo de la formación, el secretario de organización de Extremadura, Alberto Casero Ávila.

La postura de los de Pablo Casado era especialmente compleja. Pocos entendían su no a la reforma, a pesar de que no tocaba la mayoría de los aspectos sustanciales de la aprobada por el PP en el 2012. Así lo señalaron públicamente José María Aznar, a través de FAES,y Fátima Báñez, ahora asesora de la CEOE. Pero una vez mantenida la negativa, que la derrota se materialice por un voto de uno de sus miembros cuestiona el papel de la dirección del PP justo cuando la tormenta con Isabel Díaz Ayuso empezaba a apagarse.

El extraño cambalache de UPN

En una posición difícil queda Unión del Pueblo Navarro (UPN). Su líder, Antonio Esparza, comprometió el apoyo de su formación al Gobierno a cambio de que el PSOE retirara una moción de reprobación contra el alcalde de Pamplona y algunas pequeñas inversiones en la ciudad.

Sus dos diputados, Sergio Sayas, que le disputó el liderazgo sin éxito hace algunos meses, y Carlos García Adanero, acataron inicialmente la orden de apoyar la convalidación del decreto, a pesar de que mostraron públicamente su disconformidad. Incluso rechazaron intervenir en el pleno del Congreso por no encontrar argumentos a favor de la disposición de su partido.

A la hora de votar, los dos diputados navarros cumplieron con su criterio personal y votaron en contra de lo pactado, desairando a su líder, que les exige ahora las actas a pesar de que concurrieron en una coalición con el PP y Ciudadanos (Navarra Suma) y que los escaños pasarían a esas formaciones dejando a UPN sin representación.

Esparza intenta así defender su acuerdo con el PSOE, que ya anunció este mismo viernes que retomará la reprobación contra el alcalde de Pamplona, Enrique Maya.

Batet, una presidenta cuestionada

Moderar los plenos del Congreso no es tarea fácil. Menos aún con lo fragmentada que está la Cámara y con la polarización existente. Pero Meritxell Batet ha demostrado con sus continuos errores y decisiones un partidismo inédito en el que es el tercer cargo institucional del Estado.

Este jueves, la presidenta del Congreso provocó el caos en el recuento de los votos. Incluso tuvo que ser corregida por los servicios de la Cámara cuando el pánico se apoderó de la bancada socialista al anunciar Batet que el decreto quedaba derogado.

Batet ya acumula numerosas críticas, no solo de la oposición, sino también de los aliados del PSOE, Unidas Podemos, por la retirada del acta a su diputado Alberto Rodríguez, condenado por patear a un policía en una manifestación.