Con ese cambio de socio antes de cumplir un año en el cargo, Aragonès se encuentra ahora desvalido para sacar adelante proyectos como la ley de vivienda catalana, el pacto por la industria e, incluso, el deseado pacto por el catalán. Con cualquiera de ellos, los comunes pueden tomarse la revancha. Pues no les ha gustado nada que el proyecto estrella de Yolanda Díaz, que podía ser la catapulta de la sucesora de Iglesias para su frente político acabase siendo calificado de «proyecto personal» por Rufián. Tampoco sirvió de nada la cena de Díaz con Aragonès en Barcelona. Este último llegará pues a su primer aniversario como presidente de los catalanes con los comunes de Jèssica Albiach enfrente.
Con sus socios de JxCat cuestionando la mesa de diálogo que él defiende como medio de interlocución con el Gobierno para resolver el «conflicto catalán», además de dudar de la lealtad a la causa independentista. Y con la CUP propinándole una segunda patada en la espinilla después de no apoyar sus cuentas. Los antisistema acaban de darle plantón a la ronda de contactos que quería Aragonès con los independentistas, partidos y entes civiles, en busca de la perdida unidad secesionista para llegar radiante al aniversario de las elecciones 14 de febrero. Y todo por la detención de cuatro activistas antidesahucios, ya que los Mossos dependen de la Consejería de Interior, en manos de ERC. A esa soledad se les añade que ni para Colau, una vez aprobados sus Presupuestos, son imprescindibles a un año de las municipales.