Casado necesita apoyarse en los barones y en sus triunfos electorales para catapultarse a la Moncloa. Mañueco no apoyó en las primarias a Casado, y ese ha sido siempre el origen de la desconfianza mutua. Tampoco lo hizo Juanma Moreno, también sorayista y con quien el líder de los populares ha tenido asimismo que limar asperezas. El encontronazo más brusco fue hace unos meses cuando el líder del PP en Andalucía plantó cara a la dirección nacional por el control del partido en Sevilla y se resistió a aceptar a la candidata propuesta por Génova.
La relación con Alberto Núñez Feijoo no ha sido tampoco de confianza. El presidente de la Xunta le apoyó en las primarias pero solo por cerrar el paso a Sáenz de Santamaría. También ha habido maniobras sospechosas, como el intento de García Egea de influir en los congresos del PP gallego. Feijoo le detuvo taxativamente. En Galicia, avisó, manda él. Sus cuatro mayorías absolutas le han servido al presidente de la Xunta para afianzar su posición interna como referente de los populares.