Casado fía su futuro a unos barones con los que tiene relaciones distantes

M. E. Alonso / J. Arias MADRID / COLPISA

ESPAÑA

El líder del PP, Pablo Casado, ayer en Palencia.
El líder del PP, Pablo Casado, ayer en Palencia. Almudena Álvarez | Efe

Necesita apoyarse en sus triunfos electorales para catapultarse a la Moncloa

24 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Pablo Casado sabe que su aterrizaje en la Moncloa depende en buena medida de los éxitos electorales de sus barones. Sobre todo, del castellano Alfonso Fernández Mañueco y del andaluz Juanma Moreno, dos dirigentes que en las primarias del PP apoyaron a Soraya Sáenz de Santamaría y con los que hasta que ha llegado la hora de las urnas ha mantenido unas relaciones distantes.

En las familias hay encontronazos que dejan heridas que tardan años en cicatrizar. En la del PP todavía tienen presente el que vivieron Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy en el 2008, cuando la presidenta madrileña buscó tumbar al entonces líder del partido. Por eso, la actual dirección nacional ha vivido con ansiedad indisimulada que Isabel Díaz Ayuso le dijera a Casado que, además de presidir la Comunidad de Madrid, quiere también el poder orgánico en la región. Una disputa que ha embarrado el partido durante cinco meses.

Ahora, con unas elecciones en curso, la formación conservadora cierra filas por encima de cualquier diferencia y se ha conjurado para remar unida con el objetivo de ganar en Castilla y León y engrasar la llegada de Casado a la Moncloa. Las desavenencias no están resueltas, pero hay tregua para aparcarlas. Después del desastre en Cataluña y del rotundo triunfo de Ayuso, que ahora se le está atragantado, unas elecciones victoriosas en Castilla y León son fundamentales para el líder del PP como contrapeso interno y como efecto arrastre ante los comicios en Andalucía, que suenan para antes del verano.

Casado necesita apoyarse en los barones y en sus triunfos electorales para catapultarse a la Moncloa. Mañueco no apoyó en las primarias a Casado, y ese ha sido siempre el origen de la desconfianza mutua. Tampoco lo hizo Juanma Moreno, también sorayista y con quien el líder de los populares ha tenido asimismo que limar asperezas. El encontronazo más brusco fue hace unos meses cuando el líder del PP en Andalucía plantó cara a la dirección nacional por el control del partido en Sevilla y se resistió a aceptar a la candidata propuesta por Génova.

La relación con Alberto Núñez Feijoo no ha sido tampoco de confianza. El presidente de la Xunta le apoyó en las primarias pero solo por cerrar el paso a Sáenz de Santamaría. También ha habido maniobras sospechosas, como el intento de García Egea de influir en los congresos del PP gallego. Feijoo le detuvo taxativamente. En Galicia, avisó, manda él. Sus cuatro mayorías absolutas le han servido al presidente de la Xunta para afianzar su posición interna como referente de los populares.

Nueva fricción en el Gobierno

Pablo Casado recriminó ayer al presidente del Gobierno no haber obtenido ninguna respuesta aún al apoyo que ofreció el viernes a cualquier decisión que tomase el Ejecutivo sobre Ucrania. El líder popular aprovechó su intervención en la clausura del congreso del PP canario para ahondar en la última fricción en la que se encuentra inmersa la coalición entre PSOE y Unidas Podemos. El «no a la guerra» rescatado por Unidas Podemos sirvió de pretexto a Casado para señalar la débil autoridad que, a su juicio, ejerce Sánchez en su Consejo de Ministros y preguntarse «quién manda realmente», si él o la vicepresidenta Yolanda Díaz.