Un terremoto político venido a menos

ESPAÑA

Pablo Iglesias en Valladolid, en una imagen de archivo.
Pablo Iglesias en Valladolid, en una imagen de archivo. Claudia Alba | Europa Press

Los politólogos consultados por La Voz hacen balance de los ocho años de Podemos y analizan por qué entró en declive y sus perspectivas de futuro

23 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Podemos acaba de cumplir ocho años desde su creación y su consiguiente espectacular aparición en el tablero político. La formación izquierdista no ha cumplido las grandes expectativas que creó, pero paradójicamente logró entrar en el Gobierno. Los expertos consultados por La Voz analizan su trayectoria y evolución. 

Balance

Un discurso más cercano y directo y progresiva pérdida de encanto. «Hay que reconocer que fue un movimiento que logró dar voz a una ciudadanía que no se veía representada por el sistema político tradicional dominado por el bipartidismo», señala Santiago Martínez. «A través de su exlíder Pablo Iglesias, lograron demostrar la importancia de las redes sociales y de un discurso más cercano y directo para generar buenos resultados electorales sin apenas estructura y recursos; fue un momento en el que creció el interés por la política y se ampliaron los programas de tertulia política en todos los canales», explica. Pero «en ese proceso, y tras unas expectativas demasiado elevadas que ellos mismos de modo poco acertado se autoimpusieron, fueron perdiendo encanto con el electorado». Primero, «entre los indecisos, luego entre los abstencionistas tradicionales antisistema que alguna vez decidieron apoyarles, y paulatinamente entre su votante ideológico, debido a una serie de graves decisiones y errores de comunicación que reflejaron ciertas incoherencias que le pasaron factura».

Contra el bipartidismo

Un terremoto político. Para Carlos Barrera, «fue la primera coalición o partido que aportó aires nuevos a un sistema algo esclerotizado y monopolizado por el bipartidismo imperfecto, a nivel nacional, de PP y PSOE». «Supo aprovechar la ola de descontento social que surgió con la gran recesión iniciada en el 2008 y el movimiento de los ‘indignados' del 15M», asegura. «Hizo propias las banderas de los desfavorecidos y de la regeneración política, porque la corrupción deterioró seriamente la imagen de los dos principales partidos», añade. Tanto Podemos como Ciudadanos «nacieron con vocación de transversalidad ideológica, pero la lucha política e institucional les situó en los ejes tradicionales de izquierda y derecha». Barrera apunta como principal aportación de Podemos que «galvanizó o despertó a un partido dormido como el PSOE».

Según Verónica Fumanal, «Podemos fue un auténtico terremoto político, supuso la precipitación de los procesos de renovación que ya se intuían en los partidos tradicionales». Además, «supuso la renovación ideológica, generacional, el aumento de las exigencias de transparencia y en la lucha contra la corrupción y la denuncia de los privilegios de la clase política». En su opinión, también significó «el inicio de la polarización política, del fin de las ciertas normas no escritas que regían, por ejemplo, el no hablar de la vida privada de los políticos, y, por supuesto, con más partidos se inauguró una etapa de más inestabilidad política que tiene sus derivabas negativas».

Declive

Expectativas demasiado altas. ¿Por qué ha perdido fuerza electoral? Martínez señala «el desencanto al ver que las grandes transformaciones no eran tan fáciles de lograr, aun alcanzando el poder como en los dos últimos años; es lo que pasa cuando un partido de discurso antisistema pasa a ser asimilado por el sistema». «Al final, la población española, como suelen señalar la mayoría de las encuestas, se sitúa en el centro político, o un poco a la izquierda de ese centro», afirma Barrera. «En momentos de especial tensión social y crisis económica, los mensajes más radicales y revisionistas de Podemos tuvieron su acogida y su impacto pero, pasada esa ola, dichos mensajes antisistema pierden fuerza y el electorado prefiere volver a la seguridad de lo ya conocido», explica. Además, «la manifiestamente mejorable capacidad de gestión de la cosa pública en los gobiernos, especialmente en el de coalición con el PSOE (con excepciones), le resta credibilidad. Es complicado ser activistas y gobierno al mismo tiempo», indica. 

Fumanal dice que «las expectativas que se pusieron eran tan altas que estar a la altura era absolutamente imposible». «Chocaron con la realidad de la política posible, con las dificultades de gestionar una organización política diversa, con instituciones con normas que encorsetaban su supuesta revolución; el candado del 78 era más fuerte de lo que los morados pensaron», sostiene.

¿Puede acabar como Ciudadanos? 

«UP tiene una base electoral más fuerte que Cs porque engloba una organización tradicional y sólida como Izquierda Unida», afirma Fumanal. De todos modos, «UP dejará de existir si dejan de tener un porqué, si deja de tener una razón de voto, una utilidad, que es probablemente lo que le está pasando a Cs». Martínez no duda en señalar que sí puede acabar como la formación naranja. «Cs y Podemos perdieron una oportunidad histórica para regenerar la política española y eliminar los vicios sistémicos del bipartidismo».

«Esa sensación de oportunidad perdida es lo que más les pesa, y especialmente a Podemos, que está ahora en el Gobierno», añade. «Veremos si en el 2023 no le ocurre como a IU cuando apoyaba al PSOE, que luego empeoraba sus resultados electorales», concluye. «Las tendencias, por resultados en algunas elecciones autonómicas recientes y por lo que señalan las encuestas, indican que Podemos se halla en franco declive», asegura Barrera. «Quizás pueda haber una redefinición y redistribución de ese espacio pero sin ser el Podemos de toda la vida, el del espíritu de Vista Alegre; puede verse abocado a una refundación», estima.

El factor Yolanda Díaz: una estrategia que suscita dudas 

¿Cómo puede influir la irrupción de la vicepresidenta Yolanda Díaz en el escenario político como más que probable candidata a la Presidencia del Gobierno del espacio a la izquierda del PSOE? Martínez no cree que «sea un factor que permita enraizar o cimentar a medio o largo plazo una base electoral sólida con capacidad de crecimiento, más allá de lo que durante estos dos años ella como ministra pueda realizar».

«Su proyecto político no acaba de arrancar, pasan los meses y el mensaje es ambiguo, a veces contradictorio y da la sensación de que no lo tiene claro, y cuanto más pasa el tiempo esa percepción será mayoritaria y se volverá en su contra», sostiene. Recuerda que «los estudios demuestran que el electorado quiere liderazgos conciliadores, pero fuertes, con las ideas claras».

También «podría percibirse que sus posibles aliados no son tantos, o que tienen miedo a sufrir una derrota clara, o incluso la gente puede pensar que con el tiempo ella podría pasarse al PSOE. «Le urge cuanto antes dar forma a su proyecto para que su indefinición no se vea como debilidad», concluye. 

Difícil encaje

Para Barrera, aún es una incógnita. Primero, «porque Díaz no es, estrictamente hablando, de Podemos aunque sí esté en el Gobierno como parte de la cuota de UP y haya sido elegida por Iglesias como la candidata de la coalición en las próximas elecciones generales». Además, «sus movimientos estratégicos apuntan a otros nichos más allá de Podemos, lo que puede generar luchas internas que lastren su candidatura».

En su opinión, «es indudable que tiene un perfil más amable que el de Iglesias de cara a los votantes, aparte de una más probada capacidad de gestión». Pero «no sabemos aún hasta qué punto una plataforma más personalista puede herir de muerte a la crecientemente desgastada marca Podemos».

Según Fumanal, «lo primero que deben solventar es el encaje de Díaz en la organización Podemos». «Su visión transversal del movimiento a la izquierda del PSOE, junto con Compromís, Comuns, Más País, choca con la más partidista que Podemos ha promovido y que ha provocado algunas crisis orgánicas importantes», sentencia.