Muchos de los fiscales españoles que han compartido confidencias y conferencias internacionales durante años con Bertossa no ven «lógico» que haya abandonado, a pesar de admitir que el emérito y su entorno tuvieron un «deseo de encubrir» el desembolso de los 100 millones de dólares, como probaría el uso de una fundación, de empresas intermediarias o las donaciones sucesivas.
«¿Por qué ha tirado la toalla entonces?». La pregunta sin respuesta ha seguido retumbando toda la semana en el palacete de Manuel Silva 4, en Madrid, sede de la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada. Allí prometen no enterrar, al menos por ahora, las diligencias de las presuntas comisiones del AVE del desierto, a pesar del «inesperado mazazo» del fiscal suizo a sus homólogos españoles.