El texto que pedía bienvenidas «privadas» no fue apoyado por la totalidad de los alrededor de 200 presos de ETA
05 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.La decisión adoptada por el colectivo de presos de ETA (EPKK) de rechazar los ongi etorris públicos llegó tras un intenso debate mantenido durante los últimos meses en las cárceles de España y Francia. El comunicado lanzado el lunes cerró un proceso que, aunque ha sido avalado por la mayoría de los reclusos, también ha sido rechazado por alrededor de una veintena de miembros de la banda y ha certificado las tensiones internas que se viven en la izquierda aberzale.
Los recibimientos a los presos cuando salen de prisión son una cuestión que ha generado roces importantes dentro de Sortu y del EPPK durante años. El análisis que la dirección de ambos colectivos realizó hace ya tiempo es que los ongi etorris multitudinarios, convertidos por momentos en pasacalles, no tienen sentido, dificultan su estrategia política e, incluso, retrasan los pasos que se puedan dar desde el Gobierno para beneficiar la situación de los propios internos. Una visión que no comparten los grupos más ortodoxos, que consideran que cualquier cesión es, en realidad, «una traición».
El anuncio del colectivo de presos otorga ahora un paraguas interno sólido y busca zanjar cualquier disensión. El complejo debate arrancó hace meses, pero fue más sencillo que en otras ocasiones gracias a que los presos están más agrupados gracias al fin de la dispersión. La reflexión sobre qué hacer con los ongi etorris fue elaborada por la denominada comisión para las consecuencias del conflicto, un órgano no oficial de Sortu en el que tiene un papel clave Rufi Etxeberria. La propuesta entró en las cárceles a través de personas relevantes del entorno de la izquierda aberzale. Los rulos de papel caían en manos de un preso que el EPPK había designado como responsable de cada prisión. A partir de ahí arrancaba el debate y todas las reflexiones volvían al exterior.
La decisión de desmarcarse de esos homenajes públicos fue finalmente aceptada por la mayoría de los internos, en este momento alrededor de 200. Pero no fue unánime. Una veintena optaron por desmarcarse, entre ellos, antiguos dirigentes como Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, y Mikel Karrera, Ata, y veteranos, como Irantzu Gallastegi, pareja del primero. Se trata de un grupo de etarras que consideran que ya se han hecho los gestos suficientes —incluso demasiados— y que cualquier paso se entiende casi como un desplante a los principios del movimiento. En todo caso, asumen la decisión mayoritaria. A estos habría que sumar otro porcentaje que se abstuvieron y los que apoyan de forma explícita a los disidentes, poco más de media docena y que no preocupan en exceso a la dirección de la izquierda aberzale.
En realidad, la directriz ya había sido trasladada a las bases hacía tiempo. Los recibimientos tendrían que ser discretos o en la puerta de la cárcel. El número de ongi etorris se había reducido de forma significativa. Pero los seguía habiendo. El mejor ejemplo fue el homenaje a Agustín Almaraz en Bilbao en agosto, que ejemplifica las contradicciones de la izquierda aberzale. Sortu lo impulsó a través de las redes sociales y luego emitió un duro comunicado en el que definía como «enemigos de la paz» a quienes lo habían criticado.
Vitoria pide al EPPK dar «más pasos» para esclarecer los atentados sin resolver
La consejera vasca de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, ha instado al colectivo de presos de ETA, EPPK, a que «dé más pasos» para terminar de esclarecer los atentados cometidos por miembros de la banda que continúan sin resolverse. Les solicita, además, el reconocimiento de que «fue injusto aquello que hicieron». Artolazabal mencionó ayer la intención del colectivo de presos etarras de incluir en «su agenda de trabajo» la cuestión de «los casos sin resolver», aunque sin tratarse con el «afán de perseguir delaciones, enjuiciamientos y condenas». La consejera vasca manifestó que «todavía es necesario dar muchos pasos para poder esclarecer unos asesinatos» de los que se desconoce la autoría y «cómo se han producido». Destacó que puede ser «un paso adelante» para «mejorar la convivencia en Euskadi, a pesar de que llegue «tarde».