El Gobierno celebra los dos años del 10N en un clima agridulce

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Paco Campos | EFE

La coalición encarrila la legislatura superando la primera prueba de los Presupuestos, pero está sumida en su crisis más grave

07 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El segundo aniversario de las generales del 10 de noviembre del 2019, que alumbraron el primer Gobierno de coalición de la democracia, llega en un momento agridulce para el Ejecutivo. Pedro Sánchez acaba de superar holgadamente la primera prueba parlamentaria de unos Presupuestos que, de ser aprobados, le garantizarían agotar la legislatura. Pero la coalición llega a este segundo cumpleaños inmersa en su mayor crisis y divida en torno al alcance de la reforma laboral, que fue una de las claves de aquel pacto, en el que PSOE y Unidas Podemos se comprometieron a «derogar» la legislación heredada del Gobierno de Rajoy.

 Tensiones internas

Relación deteriorada. Aunque Sánchez ha tratado se situarse como árbitro en el enfrentamiento público entre las vicepresidentas Nadia Calviño y Yolanda Díaz, finalmente ha tomado partido por las tesis de la ministra de Economía, partidaria de una reforma laboral contenida, lo que, a la espera del resultado, abre la expectativa de nuevas tensiones entre dos socios que ya se miran con recelo pensando en las próximas elecciones generales.

MAyoría de investidura

La prueba de las cuentas públicas. La fortaleza de la llamada mayoría de investidura se pondrá a prueba también en el trámite de los Presupuestos. El Gobierno ha forjado en estos dos años una alianza sólida con ERC, PNV y EH Bildu, pero los tres socios principales del Ejecutivo están convencidos de que serán las últimas cuentas públicas de la legislatura y por ello aprietan al máximo a Sánchez. En lo económico, y también en lo político, con reclamaciones de más autogobierno para el País Vasco y de pasos adelante en la mesa de negociación sobre el «conflicto político» abierto en Cataluña. El Gobierno es optimista sobre las cuentas públicas, pero aprobarlas no le resultará fácil ni barato.

INCERTIDUMBRE ECONÓMICA

Llegan los fondos pero no los buenos datos. Los dos años se cumplen también en un momento crítico en lo que afecta a la gestión económica. Por una parte, la llegada de las primeras partidas de los 140.000 millones de euros comprometidos por la Unión Europea, que podría retrasarse si se complica el acuerdo para la reforma laboral, ofrecería al Gobierno un amplio colchón para implementar nuevas medidas sociales, que se suman a las que aprobó nada más comenzar la legislatura con la subida del salario mínimo interprofesional, el incremento de las pensiones y el alza del sueldo a los funcionarios. Pero, por otra, las optimistas previsiones de recuperación y crecimiento económico ofrecidas por el Ejecutivo son cuestionadas por organismo e instituciones financieras internacionales. Un problema al que se suma al del alza imparable de los precios de la energía, que implica un fuerte desgaste para el Ejecutivo.

Gestión de la pandemia

El Gobierno da la vuelta a las estadísticas. Tras un complicado comienzo en la gestión de la pandemia, que llevó a España a encabezar las cifras de la Unión Europea en número de fallecidos y de contagios por covid y generó fuertes tensiones con las autonomías, el Gobierno afronta ahora con optimismo la situación sanitaria, con España encabezando ahora el ránking europeo en número de vacunados y las cifras más bajas de contagios. Solo el varapalo judicial que ha supuesto el hecho de que los dos estados de alarma decretados se hayan declarado inconstitucionales ensombrece ese optimismo.

Choques con la Justicia

Desbloqueo de instituciones incompleto. El choque con la Justicia ha sido precisamente una constante durante estos dos años. Primero, a causa de los indultos a los presos del procés, rechazados por el tribunal sentenciador y pendientes todavía del recurso ante el propio Supremo. Y luego, por el recorte de las atribuciones del Consejo General del Poder Judicial, en funciones desde hace tres años. Una respuesta al bloqueo en la renovación del CGPJ por parte del PP que provocó las iras de la judicatura. Pero el pacto alcanzado con los populares para renovar el Constitucional, el Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo hacen que el Gobierno sea ahora más optimista sobre un posible desbloqueo en la renovación del Poder Judicial que se considera clave.

Desgaste en los sondeos

Todos, salvo el CIS, dan ganador al PP. Estos dos años han supuesto un desgaste para el Gobierno. Casi todos los sondeos sitúan al PP como ganador, y con mayoría absoluta junto a Vox, con la coalición perdiendo cerca de 25 escaños. El último barómetro del CIS, sin embargo, sitúa al PSOE por delante con un 28,5 %, dos décimas por encima de lo que logró en las generales, y a Unidas Podemos con un 11,8 % perdiendo solo un punto.

MARTA FERNÉNDEZ JARA

Nadia Calviño Vicepresidenta primera del Gobierno

La guardiana de la ortodoxia recupera el control cuando más débil parecía

La carrera de Nadia Calviño ha sido una montaña rusa en los dos años transcurridos desde el 10N. Sánchez la designó vicepresidenta in pectore antes de esos comicios, en lo que pretendía ser un mensaje de moderación y ortodoxia económica. Pero la obligada coalición con Unidas Podemos la relegó a una vicepresidencia tercera, por debajo de Pablo Iglesias en el escalafón. Desde esa posición, sus enfrentamientos con el entonces líder de Podemos fueron épicos. Y la mayor parte de las veces, como en la subida del salario mínimo, perdió batalla. Su figura parecía declinar, y el hecho de que optara a la presidencia del Eurogrupo en el 2020 se llegó a ver como una salida pactada con Sánchez ante las continuas desavenencias con Podemos. Su fracaso en ese salto a Europa no ayudó a fortalecer su figura en el Ejecutivo.

Pero la espantada de Pablo Iglesias del Gobierno fue un punto de inflexión. Sánchez la ascendió a vicepresidenta primera, en lo que parecía un giro en sus prioridades, situando el rigor fiscal como primer objetivo y lanzando un mensaje de tranquilidad a los mercados. Pero pronto se demostró que esa jerarquía era más teórica que real. Aunque con un talante muy distinto, Yolanda Díaz relevó a Iglesias como némesis de Calviño. Y la vicepresidenta primera volvía a perder batallas. Nueva subida del salario mínimo y control de los precios de los alquileres en contra de su criterio. Tampoco ayudó que el INE y los organismos internacionales cuestionaran su cuadro macroeconómico rebajando sus previsiones de crecimiento. Pero, cuando parecía que la reforma laboral sería el último clavo de Díaz en su ataúd político, la ruleta ha girado de nuevo. Sánchez la ha respaldado en esta batalla y la vicepresidenta primera ha tomado el mando, rebajando lo que iba a ser una «derogación» a una modernización de la norma que respete la flexibilidad y pactada con la patronal, como manda la UE. A Calviño se le estaba poniendo cara de Pedro Solbes, pero ahora parece más fuerte que nunca.

La vicepresidenta Yolanda Díaz, en una imagen de archivo.
La vicepresidenta Yolanda Díaz, en una imagen de archivo. Eduardo Parra | Europa Press

Yolanda Díaz Vicepresidenta segunda del Gobierno

La reforma laboral rompió la química de la sucesora de Iglesias con Sánchez

Cuando Pablo Iglesias abandonó la vicepresidencia segunda del Gobierno y dejó como heredera política a Yolanda Díaz, en el Ejecutivo respiraron aliviados, dando por hecho que la temperatura de la tensión interna en la coalición iba a caer en picado. El estilo de la ministra de Trabajo, que huye de las estridencia, descalificaciones y polémicas públicas porque prefiere negociar con discreción y es partidaria siempre de alcanzar pactos, se consideraba idóneo para recomponer la unidad de la coalición. Y así fue en un principio. Sánchez mimó la relación con Díaz con gestos públicos de complicidad y elogiando su capacidad de lograr acuerdos con la patronal y los sindicatos.

Pero esa química entre Sánchez y Díaz se rompió por dos motivos. Uno, la popularidad de la vicepresidenta segunda, mejor valorada que el propio presidente en los sondeos, e inmersa en una campaña para reunificar a todo lo que esté a la izquierda del PSOE en una plataforma que trascienda las siglas de Podemos, partido en el que no milita. Y dos, la llegada del nudo gordiano del pacto de coalición: la «derogación» de la reforma laboral, término que aparece en ese acuerdo.

La irrupción de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, tratando de asumir el mando de la negociación con los agentes sociales y de dejar en nada todo lo negociado hasta ahora por Díaz, hizo emerger la versión más dura de una política bregada en la lucha sindical, para la que acabar con la reforma introducida por el Gobierno de Rajoy es un objetivo personal que trasciende su cargo en el Ejecutivo. Su batalla frente a Calviño, aún sin veredicto final, ha propiciado la mayor crisis interna en el Gobierno de coalición. Sin perder nunca las formas, Díaz está dispuesta a tensar al máximo la cuerda con el PSOE, sin poner límites a esa presión, en los dos meses que el Gobierno tiene de plazo para presentar su reforma a Bruselas. Aunque el resultado de ese desafío es incierto, Sánchez empieza a echar ya de menos a Iglesias, que gritaba más que Díaz pero era más manejable.