Maixabel Lasa: «Si Otegi no hubiera aplaudido a ETA, quizá Juan Mari estaría vivo»

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Juan Herrero | Efe

La viuda de Juan María Jáuregui, asesinado por ETA, recomienda que el líder de Bildu haga una autocrítica muy a fondo

22 oct 2021 . Actualizado a las 18:42 h.

Maixabel Lasa Iturrioz (Legorreta, 1951) es una persona llena de contenido, con altura de miras. Piensa lo que dice y lo argumenta. Conoce el valor de la palabra, de la amistad y también el dolor de la muerte. El 29 de julio del año 2000, ETA acabó con la vida de su marido, Juan María Jáuregui. Dos tiros por la espalda fueron dirigidos hacia su nuca. Su historia protagoniza la película Maixabel, dirigida por Iciar Bollaín.

-Aquel día, cuando suena el teléfono en su casa, da la impresión de que usted intuye que habían atentado contra su marido.

-Lo intuí porque, previamente, cuando se marchaba por la mañana, me soltó aquello de que había soñado que lo mataban. Imagínate cómo me quedo e intento restarle hierro al asunto y le digo: «Es un sueño; no pienses en eso, pues los sueños no siempre se realizan». Así se marchó. Al rato hablamos por teléfono y la cuestión era que yo estaba en casa adelantando la cena que íbamos a tener esa noche en casa con los amigos. Estaba secándome el pelo cuando sonó el teléfono. Era una hermana mía. Me dice: «No salgas de casa». Intuí enseguida que había pasado algo. Me prepararé y me marché a Tolosa. Primero al frontón, que es donde le dispararon, y como allí no había nadie, me subí a la clínica.

-Allí le dijeron que le habían pegado dos tiros en la nuca.

-Sí. Me dijeron que estaba vivo todavía. Había mucha gente conocida. Me sentí muy arropada, y a la vez sola, con mucho miedo. Al rato, no sé si el médico o la enfermera, vinieron a comunicarme que habían intentado todo lo posible, pero que había fallecido. Una vez preparado, me dijeron que podría verlo. Eso fue lo que hice. Estaba como dormido. Tenía la cara bien. Le noté como un rictus de sonrisa, como dándome a entender: «Maixabel, a mí me han matado, pero esto lo vamos a ganar. Vamos a ser capaces de que ETA desaparezca y termine la tragedia». Esa fue la sensación que me dio a mí.

-Fue directora de la oficina del Gobierno vasco de atención a las víctimas del terrorismo entre el 2001 y el 2012. Impulsó los encuentros restaurativos. ¿Por qué?

-Juan Mari y yo fuimos personas muy comprometidas con nuestro pueblo, defensores de los derechos humanos de todas las personas, pero a la vez creíamos que la política penitenciaria debe ser la reinserción de los presos y que todos nos merecemos una segunda oportunidad. La petición de los encuentros nos viene de ellos, de un grupo de personas que habían hecho un recorrido personal de autocrítica, de reconocer el daño causado. Ante esta tesitura, yo creo que estaban en disposición de darles segunda oportunidad. Me reuní con dos (Luis María Carrasco e Ibon Etxezarreta) de las personas que integraban el comando de tres que asesinaron a Juan Mari [la tercera era Patxi Makazaga, que está cumpliendo condena]. Para mí, es importante y me da tranquilidad el saber que dos de las personas que mataron a mi marido no son las mismas del año 2000. Ellos son los primeros defensores de la deslegitimación del uso de la violencia. El saber que estas dos personas no van a salir de la cárcel pensando que son héroes y unos salvapatrias, sino que fueron unos monstruos en la época en la que estuvieron en ETA. Ellos ya se han responsabilizado de lo que hicieron.

-Un «lo siento» por parte de los etarras arrepentidos ¿qué valor puede tener?

-Muchísimo, para mí. «Siento lo que ha pasado, siento que te hayamos roto la vida, siento que hayamos dejado a tu hija sin padre, siento que hayamos frustrado vuestras perspectivas hacia el futuro, siento que tus nietos no puedan ver al abuelo...». Lo siento significa mucho más que perdón. El perdón tiene connotaciones religiosas en las cuales no creo y, además, esta palabra está desvirtuada. Creo que alguien mirándote a los ojos y diciendo «lo siento», y luego con hechos concretos, es de otra forma. Me preguntan si son amigos, y no. Puedo tomar un café, debatir. Y quizá más con ellos que con personas que han estado más cerca de mí, pero que nunca se han acercado a preguntarme cómo estoy.

-¡Qué difícil el papel de madre!

-Sí, pero a la vez hermoso: transmitir a los hijos que hay que respetarse, compartir cosas y que tenemos que ser solidarios. El respeto, escuchar y el valor de la palabra.

-El País Vasco está lleno de gallegos. ¿Alguno que le hubiera impactado?

-Sí, en el pueblo hay más de uno y se me han acercado a darme las gracias por contar lo que sucedió y permitir que se haga la película y el documental. De Ibon hace un gallego, Luis Tosar. Está emocionado con la película

-Arnaldo Otegi hizo unas declaraciones diciendo algo similar a «lo siento, no tuvo que haber sucedido», pero en realidad su objetivo puede ser poner las bases para liberar a presos.

-Yo a Otegi le diría que es un paso que hiciese esas declaraciones de que lo que sucedió no tenía que haber sucedido nunca, pero también le diría una cosa muy sencilla: mientras ETA cometía los atentados, él estaba aplaudiéndolos y ayudando y empujando esas acciones. Creo que tiene muchísima responsabilidad y debe hacer una autocrítica muy a fondo. Si él no hubiera apoyado, protegido y aplaudido lo que ellos hacían, quizá Juan Mari estaría vivo. Reconociéndole lo que dijo el otro día, (y tenía que haberlo dicho hace muchísimo tiempo), también tiene esa otra responsabilidad sobre sus espaldas. En Euskadi, cuando se convocaba una concentración en repulsa de los atentados, muchísima gente pasaba de esa manifestación. Miraba para otro lado. Estos nos gritaban a nosotros: «ETA, mátalos». Cuando llevábamos el lazo azul, se ponían delante, venían a provocarnos. Ahí hay una responsabilidad y tienen que hacer una autocrítica de su pasado. Y por los hechos los reconoceréis. Hay cosas que se deberían dejar de hacer y reconducir un poquito... Entiendo que las declaraciones, aunque son mínimas, habrá algunos del entorno a los que no les habrán gustado nada. Este hombre hasta hace poco decía que no le correspondía decir eso porque él no era de ETA, pero ha estado ahí.

«Decidían por sorteo quién disparaba»

Maixabel Lasa (izquierda) y Blanca Portillo, la actriz que la encarna en el filme de Icíar Bollaín, tras una charla en Alcalá Meco
Maixabel Lasa (izquierda) y Blanca Portillo, la actriz que la encarna en el filme de Icíar Bollaín, tras una charla en Alcalá Meco Emilio Naranjo | Efe

Maixabel Lasa se sienta con los asesinos de su marido y les pregunta: «¿Qué sabéis de Juan Mari?». La contestación fue que había sido gobernador civil de Guipúzcoa. «¿Algo más?», les dijo. «No», le contestaron y ella respondió: «¿Sabéis que había formado parte de ETA, pero fue 20 años antes de que vosotros entrarais?»

-Le pregunté a los dos y no tenían ni idea de quién era Juan Mari. Ellos recibían órdenes de arriba y las llevaban a cabo. Trataban de cosificar a la persona que iban a matar, preferían no saber nada. Era un objetivo sin más. Ni era persona, ni tenía familia. Necesitaban no pensar en eso. Así les era más fácil cumplir las órdenes. Decidían por sorteo quién disparaba. Me decían que al final ellos se dieron cuenta de que todo era matar, matar, matar. Los dos descansaron cuando les detuvieron. El de Juan Mari fue su primer atentado con resultado de muerte.

-Les dijo: «Prefiero ser la viuda de Juan Mari que tu madre».

-Sí, les impresionó. «Madre mía, lo que está diciendo esta mujer». Es muy duro que un hijo pueda matar a otra persona por pensar distinto.

-¿Alguna madre se puso en contacto con usted?

-Sí, yo le pedí a Ibon y a Luis conocer a sus madres. Pude hacerlo con la madre de Ibon. La de Luis era muy mayor y no tenía una salud fuerte. Murió este año. Con la de Ibon me reuní y me dio pena. Estuvo agradeciéndome la oportunidad que le daba a su hijo. Tengo intención de llamarla. Sé que ha visto la película y quiero saber qué piensa.

-¿Cómo se quedaron cuando les dijo que Juan Mari había testificado contra Galindo en el juicio de Lasa y Zabala y que él no sabía quién lo iba a matar: Galindo o ETA?

-También les impresionó mucho. Ni sabían que había testificado contra Galindo ni que recibía a familiares de detenidos que denunciaban torturas. Ellos solo sabían que era gobernador civil, y ese concepto lo consideraban enemigo del pueblo.