El secesionismo reconoce por primera vez que engañó a los catalanes con el «procés»

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Artur Mas y Oriol Junqueras, en la Generalitat tras firmar la convocatoria de la consulta del 9N en el 2014
Artur Mas y Oriol Junqueras, en la Generalitat tras firmar la convocatoria de la consulta del 9N en el 2014 Alberto Estévez | EFE

Artur Mas admite que sabía que la independencia «no estaba al alcance de la mano»

18 oct 2021 . Actualizado a las 10:52 h.

El padre de la criatura -el procés- es el que le ha dado la estocada definitiva. El expresidente de la Generalitat, Artur Mas, fue quien acuñó el término y quien puso en marcha el desafío secesionista hasta que fue devorado por sus hijos, la CUP. Ahora, nueve años después del inicio del órdago nacionalista, Mas ha reconocido por primera vez y con toda su crudeza que mintieron. Ni la independencia era posible, ni la tenían preparada, ni estaba a tocar con los dedos. Estos años, diferentes voces del movimiento independentista habían insinuado que habían ocultado la verdad, pero no hasta el punto de admitir una gran mentira como hizo Mas días atrás en TV3, en horario de máxima audiencia.

«No creo que se haya mentido de una manera obscena o voluntaria. Ahora, si usted me dice que se han exagerado determinadas cosas o que, en algún momento, y me lo aplico a mí mismo, no hubo una dosis de realismo suficiente o de tener los pies en el suelo, no se lo puedo negar», confesó. «Se pintó que la secesión estaba al alcance de la mano. Y algunos -aseveró- sabíamos que eso no era tan así».

En el 2014, de manera solemne, presentó una hoja de ruta que prometía la secesión en año y medio. El propio Gabriel Rufián aseguró cuando fue elegido diputado por primera vez, que en año y medio dejaría el Congreso porque en ese tiempo Cataluña ya se habría separado de España. A Mas lo apartó la CUP. Designó a Carles Puigdemont como su sucesor y desde entonces la bola de nieve creció y creció, alimentada por la pugna entre ERC y Junts, que compitieron en radicalidad secesionista para disputarse el poder, hasta que en octubre del 2017 todo saltó por los aires. 

Ir de farol

Con posterioridad, algunos dirigentes nacionalistas ya habían apuntado lo que Mas ha revelado ahora sin ambages. Clara Ponsatí dijo en el 2018 que estaban jugando al póker y que iban de farol, pero en su caso siempre ha sido lo que se dice un verso suelto dentro del nacionalismo.

Los líderes independentistas, por ejemplo, intentaron rebajar el alcance de lo que hicieron en octubre del 2017 durante sus declaraciones en el inicio del juicio en el Supremo, en febrero del 2019, pero podía interpretarse como una estrategia de defensa. «Nunca reconocí el 1-O como un referendo», aseguró el exconsejero Santi Vila. «El referendo nunca fue un acto concluyente para la independencia», dijo entonces Dolors Bassa.

Recientemente fue Jordi Sànchez, secretario general de Junts, quien afirmó que «el 1-O fue concebido más para forzar al Gobierno a abrir una vía de diálogo y negociación para lograr un referendo acordado que para proclamar la independencia». Sus palabras abrieron un cisma en su partido y tuvo que rectificar. La retórica independentista va a menos, pero sigue en los discursos oficiales. Quim Torra prometió en su investidura hacer efectiva la república y restituir en el cargo de presidente a Carles Puigdemont. Ninguna de las dos era posible. 

Falta de realismo

Pere Aragonès plantea un independentismo más pragmático, aunque también ha incurrido ya en frases que sabe que son poco realistas. En su investidura, se puso como objetivo «culminar la independencia de Cataluña». Después, en TV3 puso fecha al referendo, antes del 2030, y en una entrevista esta semana en La Nación de Argentina afirmó que la mesa de diálogo «culminará finalmente con una Cataluña independiente reconocida por la Unión Europea y por el Estado español».

La ANC le puso los pies en el suelo. «La mesa -replicó- no nos llevará a la independencia».

Puigdemont, cuyo entorno lleva meses amagando con una posible vuelta a Cataluña, también se ha sumado a las declaraciones alejadas del realismo. No solo ha rechazado un indulto, como hicieron los que luego se beneficiaron de esta medida, sino que insiste en que «si aguantamos la posición tendremos opciones de reconocimiento internacional del Estado independiente».