Álvaro Reigosa, Guardia Civil en Tenerife: «Es lo más impactante que he vivido, desde el aire enseguida te dabas cuenta de la magnitud de la catástrofe»

M. GARCÍA SANTIAGO / LA VOZ

ESPAÑA

Durante los primeros días este lucense sobrevoló la isla de La Palma en plena actividad eruptiva del volcán. Es una de las personas que más se ha podido acercar a la zona cero.

03 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A Álvaro Reigosa ya se le veía desde niño pasión por los motores en su Lugo natal, particularmente con la fórmula 1. Completó los estudios de Ingeniería Industrial, le dio un giro a la vida incorporándose a la Guardia Civil y ahí se reencontró con aquella pasión. Desde hace algo más de cinco años pertenece a la Unidad Aérea de Tenerife. Pilota helicópteros y cada vez que le toca salirse de la rutina es por algún acontecimiento que acelera el pulso: colaborar en la localización de inmigrantes a la deriva en medio del océano o en la búsqueda de las pequeñas Anna y Olivia, rescatar personas atrapadas en el Teide...

Y ahora está en alerta para cualquier requerimiento en La Palma. Ya ha volado sobre la isla en un par de ocasiones, en plena actividad eruptiva del volcán. Junto a los científicos y compañeros de las fuerzas de seguridad, es una de las personas que más se ha podido acercar a la zona cero.

Desde el domingo 19, cuando empezó a salir el magma, hasta el miércoles 22, cuando ya las condiciones para poder volar se complicaron, hasta el punto de que se suspendieron los vuelos comerciales, la Unidad Aérea se trasladó a La Palma. Volvió ese día, por si fuera necesaria su presencia en cualquier otra operación. Y no deja de estar en alerta para, en caso de ser reclamado, regresar enseguida.

En esos cuatro días en la isla, los pilotos colaboraron con los expertos en vulcanología «para tomar mediciones de gases de la pluma del volcán con unos láseres. Dan una información clave para conocer la actividad en ese momento y la duración», explica Álvaro Reigosa.

Recuerda que «los primeros días las condiciones no eran malas, porque todavía no había cenizas. El miércoles ya era casi imposible volar». Y añade: «Tomamos la zona de exclusión como referencia, duplicamos la distancia y, volando bajo, pudimos hacer la última medición». De vuelta en Tenerife constataron que la suciedad acumulada en los compresores era mucho mayor que lo habitual.

Lo que le tocó vivir esos días son escenas de esas que se quedan grabadas de manera indeleble en la memoria: «Es lo más impactante que he vivido nunca, desde el aire enseguida te dabas cuenta de la magnitud de la catástrofe. Es una fuerza descomunal, algo imparable. Desde el minuto uno ya te hacías una idea de por dónde podía ir».

En tierra es muy difícil abstraerse de la sensación de abatimiento e impotencia: «Da igual si estás en La Palma, en Tenerife o en cualquiera de las islas. El sentimiento es de unión. Y lo que se está viviendo es un drama. Para todos los afectados, pero es especialmente duro cuando ves gente mayor, con una edad en la que ya no están para volver a empezar. Y lo han perdido todo».

Es imposible prever cuánto tiempo van a durar las emisiones de lava, cuándo se recuperará la normalidad. Entre tanto, todos los vuelos rutinarios de la Unidad Aérea de Tenerife están temporalmente suspendidos. «Nos encontramos en la base con servicios de alerta por si hay alguna emergencia vital en la zona, para desplazarnos inmediatamente». Son unos cuarenta y cinco minutos de vuelo entre una isla y la otra.