En la Casa del Mar, las historias de afectados fluyen cada día

Santiago Garrido Rial
s. g. rial ENVIADO ESPECIAL / LA PALMA

ESPAÑA

Santiago Garrido

Dos hermanos gallegos por parte paterna tiene un restaurante y bar emblemáticos con muchos clientes de la zona dañada

03 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La Casa del Mar del Puerto de Tazacorte es uno de esos lugares clásicos de las localidades portuarias que cada vez se ven menos (otros se han orientado más al turismo), con ambiente hogareño, donde todos los clientes son conocidos y amigos, y donde además se puede comer, en el restaurante de la parte de arriba, a precio muy razonable producto del mar de gran calidad. Fue fundada hace ya mucho por el padre, Félix, de Ordes, y continuada por sus cuatro hijos, de los que dos, Lolo y Félix, son los que más tiempo le dedican ahora. 

Tazacorte está en el ojo informativo porque justo en este municipio ha caído la cascada de lava y varios de sus núcleos siguen afectados. Podría parecer que los damnificados quedan más lejos, en El Paso y Los Llanos. La respuesta es que sí y que no. Cierto que la mayoría de los que se han visto afectados son de estas zonas, pero una buena parte han elegido el Puerto para pasar estos días, ya sean desalojados o hayan perdido su casa. Y estos últimos son los que (obviamente) peor lo llevan. Además, Todoque, el barrio más dañado, siempre ha tenido por proximidad una relación muy directa con Tazacorte, por cercanía, afinidad y hasta el equipo de fútbol, del que Lolo es presidente, se nutre de vecinos de ambas zonas. De ahí que los límites municipales aquí se vean de otra manera. Y, claro, en los bares, a veces, se cuentan los problemas. «A veces somos más psicólogos y amigos que escuchamos cosas, siempre que quieran contarlas, que barmans», señala Lolo, afectado por la situación en que están esos clientes. Ellos mismos ayudan en todo lo que pueden.

El hermano pequeño, por ejemplo, ha cedido su furgoneta a todo aquel que la necesite para desplazarse o transportar cargas. En general, todo el mundo ayuda: «Aquí se han cancelado reservas turísticas para dar alojamiento a quien necesita casa», señala. Y hubo pisos con hasta once personas temporalmente. Y, como tantas veces, ya se mira adelante a pesar de las adversidades: «Aquí ya lo van asumiendo, qué remedio. Dicen que han perdido su casa y que deberán empezar de cero», añade Lolo, de 47 años.