Aragonès tributa todos los honores a Carles Puigdemont para salvar la mesa de diálogo

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, el expresidente Carles Puigdemont, y la presidenta del Parlamento catalán, Laura Borrás,  ayer, durante su paseo por las calles de la localidad italiana de Alguer, en Cerdeña.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, el expresidente Carles Puigdemont, y la presidenta del Parlamento catalán, Laura Borrás, ayer, durante su paseo por las calles de la localidad italiana de Alguer, en Cerdeña. LAURA SERRANO-CONDE / EFE

El líder de Junts afirma que Sánchez solo dialoga con ERC porque le apoya y anuncia que vuelve a Bruselas, aunque volverá a Cerdeña para declarar el 4 de octubre

26 sep 2021 . Actualizado a las 12:15 h.

Pere Aragonés viajó a Waterloo a reunirse con Carles Puigdemont nada más ser investido. Y lo hizo ayer en Alguer, para arropar al expresidente, al que concedió casi todos los honores. El jefe del Ejecutivo catalán inició su mandato advirtiendo de que no aceptaría tutelas de ningún tipo. El aviso iba para Puigdemont, que se proponía dirigir el Gobierno catalán desde Waterloo. Durante los primeros pasos del Ejecutivo catalán, ERC logró, con la mesa de diálogo y su alianza con el PSOE, aislar al expresidente. La apuesta por el diálogo de los republicanos buscaba, entre otras cuestiones, consolidar a Aragonès, que ERC ocupara el lugar que históricamente había desempeñado Convergència y de paso ir arrinconando a Puigdemont. La detención del expresidente en Cerdeña y su inmediata puesta en libertad le han vuelto a situar en el centro del tablero.

Aragonès no puede aceptar su tutela, pero desde su arrestó sí ha admitido su liderazgo en el movimiento secesionista. El presidente catalán escenificó ayer todo el reconocimiento hacia su predecesor. Es el precio a pagar para tratar de salvar su presidencia y su estrategia. ERC tiene ahora que elegir si le conviene seguir apostando por la mano tendida al Gobierno o si estrecha lazos con Junts para reforzar el Ejecutivo.

De momento, los republicanos han optado por intentar hacer equilibrios a dos bandas. Aragonès viajó a Cerdeña para agasajar a Puigdemont y cuidar a sus socios de Gobierno, mientras Oriol Junqueras, como líder del partido, ha asumido la tarea de defender el diálogo con el Gobierno. Hay que trabajar de forma «franca y clara» en la mesa de diálogo, dijo el presidente de ERC.

Diálogo, pero no negociación

Aragonès, en su comparecencia desde Alguer, volvió a evitar el apoyo explícito a la mesa para no molestar a sus socios y no quiso detallar si el arresto influirá en las conversaciones, si bien dijo que hay que «transitar un camino» para buscar una «solución política» y encauzar el conflicto, que pase por la amnistía y la autodeterminación, las reivindicaciones que defiende en el diálogo con el Ejecutivo. «Hemos venido a dar apoyo al president Puigdemont», afirmó. Y a «denunciar que la represión continúa», dijo. El presidente de la Generalitat se felicitó por la puesta en libertad del exmandatario.

Puigdemont, poco después, en una rueda de prensa junto a su abogado, y ya sin Aragonès, desdeñó la mesa. «Una cosa es el diálogo y otra las negociaciones, no veo esto segundo», dijo. Afirmó además que el Gobierno solo quiere hablar con quien le da apoyo parlamentario e insistió en que Junts no se siente representada en ese foro.

Puigdemont regresa a Bruselas

El líder de Junts cargó con todo contra el Gobierno, al que acusó de «coordinar» su detención y advirtió de que seguirá viajando por Europa. Aunque anunció que el lunes estará en Bruselas, confirmó que el 4 de octubre comparecerá ante el juez de Cerdeña.

La preocupación se ha instalado en el entorno de Aragonès. Horas después de la detención de Puigdemont, los más estrechos colaboradores del presidente de la Generalitat no podían disimular su enojo. No tanto por lo que pudiera pasar al expresidente, que también, sino porque eran conscientes de que al arresto complicaba la relación entre ERC y Junts y ponía en riesgo su apuesta por el diálogo

Aragonès dio un golpe de autoridad excluyendo a Junts de la mesa de diálogo y ahora ha tenido que retroceder, ante el empuje de los postconvergentes, que presionan a ERC para que abandone la vía pragmática y regrese a la confrontación, como hasta 2017. Junts acusa al Gobierno de estar detrás de la detención, aboga por dinamitar la mesa de diálogo y aprietan a sus socios para que no apoyen al PSOE en el Congreso. La inmediata puesta del expresidente, no obstante, ha minimizado la crisis. Nada que ver, por supuesto, con el escenario convulso que se hubiera abierto con su extradición