Pere Aragonès arropa al expresidente catalán y evita romper con el Gobierno

La Voz REDACCIÓN

ESPAÑA

Marc Brugat

Todos los sectores del independentismo exigen la libertad absoluta del expresidente de la Generalitat

25 sep 2021 . Actualizado a las 08:46 h.

Todos los sectores del independentismo hicieron ayer una defensa cerrada de Carles Puigdemont. Exigieron su libertad absoluta para poder regresar a casa y reclamaron a la Justicia que entierre para siempre las órdenes de detención. El secesionismo arropó al expresidente tanto desde las instituciones como desde la calle. El Gobierno catalán en pleno, con Pere Aragonès a la cabeza, compareció desde el Palau de la Generalitat para lanzar un mensaje de apoyo rotundo. «“Libertad, presidente Puigdemont”, es el clamor de una mayoría de la sociedad catalana, es el clamor del Govern y también el mío», declaró desde la galería gótica, con todos sus consejeros detrás.

Pere Aragonès y su vicepresidente, Jordi Puigneró, viajaron a Alguer para estar cerca del expresidente y este sábado se reunirán con él para mostrarle su apoyo. En las calles, además, hubo movilizaciones durante todo el día. A primera hora, frente al Consulado italiano en Barcelona y a última hora de la tarde, con concentraciones en las principales plazas de Cataluña, entre ellas la de Sant Jaume de la Ciudad Condal, al grito de «Puigdemont, el nostre president». Para hoy, la ANC ha convocado otra en la plaza de Cataluña de Barcelona.

División independentista

Donde ya no hubo tanta unidad es en los mensajes que enviaron unos y otros. Aragonès intentó hacer equilibrios entre las diferentes sensibilidades del independentismo para tratar de blindar su Gobierno del impacto que ha provocado la detención de Puigdemont y que llega cuando las crisis entre ERC y Junts por la mesa de diálogo y El Prat aún no han cicatrizado. Cargó contra el Estado, al que acusó de haber engañado a la Justicia europea, de buscar la venganza y de practicar la represión y la persecución del movimiento independentista.

«La represión solo acabará con la amnistía y la autodeterminación», avisó. Exigió la libertad del expresidente y el fin de las euroórdenes y avisó al Gobierno de que la detención «no ayuda» al proceso de diálogo, porque no contribuye a crear las condiciones para «generar confianza» entre las partes.

Aragonès, en todo caso, admitió contactos a lo largo del día con la Moncloa. Y evitó cargar contra la mesa, como hicieron dirigentes de Junts, como Puigneró, Borràs o Sànchez, que declararon que la detención demuestra que la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat es una vía «inútil».

Junts quiere aprovechar la oportunidad para imponer su estrategia de confrontación y desestabilización. Abogan por dinamitar la mesa de diálogo, de la que ya estaban excluidos, y también por que el independentismo deje de respaldar la gobernabilidad española. ERC, en cambio, pide prudencia. Oriol Junqueras avisó que el arresto «pone en peligro» la mesa de diálogo, pero defendió al mismo tiempo que el secesionismo tiene una «responsabilidad política» por «intentar avanzar» en la resolución del conflicto por la vía de la negociación. «Hay que aprovechar (el diálogo) hasta el final», dijo.