Sánchez sostiene que Puigdemont debe someterse a la Justicia, pero pide diálogo a ERC

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Pedro Sánchez, este viernes, en La Palma, en donde hizo declaraciones sobre la detención de Carles Puigdemont
Pedro Sánchez, este viernes, en La Palma, en donde hizo declaraciones sobre la detención de Carles Puigdemont Ramón de la Rocha | Efe

El jefe del Ejecutivo destaca que cuando el expresidente de la Generalitat «huyó» del país en España «había otro Gobierno»

24 sep 2021 . Actualizado a las 21:12 h.

La detención de Carles Puigdemont cogió por sorpresa al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Consciente del impacto que la noticia puede tener en su relación con ERC de cara a la estabilidad de la legislatura, y en pleno proceso de negociación de los Presupuestos, el jefe del Ejecutivo insistió en persuadir a sus socios estratégicos de la necesidad de seguir apostando por la negociación para resolver el conflicto con Cataluña. «Hoy más que nunca reivindico el diálogo», señaló desde La Palma, en donde visitó las zonas afectadas por la erupción del volcán, aunque eludió hacer una valoración política de la detención de Puigdemont. Tras la preocupación inicial, el Gobierno transmitió su «tranquilidad» respecto a la continuidad del diálogo con ERC.

Sánchez destacó, antes de conocer la decisión del Tribunal de Apelación de Sassari, su «respeto» y «acatamiento» de todas las decisiones judiciales que se adopten en Italia y en España, pero precisó también que el expresidente catalán «tiene que comparecer y someterse ante la justicia». Una afirmación que, al margen de la decisión final que se adopte en el tribunal italiano, entra en contradicción con las reclamaciones no solo del propio Puigdemont, sino también del presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, que considera al expresidente catalán como uno de los «represaliados» por el Estado español.

El fin de esa supuesta represión y el retorno en libertad de los «exiliados» es una de las exigencias que Aragonés planteó a Sánchez en la reunión que ambos celebraron antes de la que las delegaciones del Gobierno y la Generalitat reabrieran en Barcelona la mesa de negociación. Pero, al margen de pedir que Puigdemont rinda cuentas ante la Justicia, Sánchez envió también un mensaje a los independentistas indicando que cuando el expresidente catalán «huyó» había «otro Gobierno» en España, en referencia al Ejecutivo de Mariano Rajoy. Y destacó que el PSOE siempre ha mantenido «la misma posición» respecto la necesidad de llegar a un acuerdo sobre el conflicto independentista en Cataluña. «Hoy más que nunca es importante reivindicar el diálogo. Hoy, si cabe, el diálogo es más necesario. Lo fue hace diez años, lo fue en el 2017, lo es hoy y lo seguirá en el futuro», insistió el presidente del Gobierno.

No había policías españoles

La ministra de Defensa, Margarita Robles, abogó también porque la detención de Puigdemont no obstaculice la negociación de los presupuestos ni la mesa de diálogo. «Cualquier persona, también el expresidente Puigdemont, tiene que estar a disposición de la Justicia», indicó, en la línea defendida por Sánchez

El Ejecutivo trató de desmarcarse, sin embargo, de cualquier responsabilidad en la captura. El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, desmintió las declaraciones del abogado del expresidente catalán, Gonzalo Boye, que aseguró que en el momento de la detención en Cerdeña estaban presentes policías españoles. «No había ninguna autoridad española, es una actuación de las autoridades italianas en cumplimiento de unas obligaciones internacionales», explicó, precisando que él tuvo «conocimiento, como el conjunto de autoridades españolas, una vez que las autoridades italianas lo comunicaron oficialmente».

Pere Aragonés arropa al expresidente catalán y evita romper con el Gobierno

Cristian Reino / Colpisa

Todos los sectores del independentismo hicieron este viernes una defensa cerrada a favor de Carles Puigdemont. Exigieron su libertad absoluta para poder regresar a casa y reclamaron a la Justicia que entierre para siempre las órdenes de detención. El secesionismo arropó al expresidente tanto desde las instituciones como desde la calle. El Gobierno catalán en pleno, con Pere Aragonès a la cabeza, compareció desde el Palau de la Generalitat para lanzar un mensaje de apoyo rotundo. «Libertad, presidente Puigdemont, es el clamor de una mayoría de la sociedad catalana, es el clamor del Govern y también el mío», afirmó desde la galería gótica, con todos sus consejeros detrás.

Pere Aragonès y su vicepresidente, Jordi Puigneró, viajaron además al Alger para estar cerca del expresidente. Y en las calles, además, hubo movilizaciones durante todo el día. A primera hora, frente al Consulado italiano en Barcelona y a última hora de la tarde, con concentraciones en las principales plazas de Cataluña, entre ellas la plaza Sant Jaume de la ciudad condal, al grito de «Puigdemont, el nostre president». Para hoy, la ANC ha convocado otra en la plaza de Cataluña de Barcelona.

División independentista

Donde ya no hubo tanta unidad es en los mensajes que enviaron unos y otros. Aragonés intentó hacer equilibrios entre las diferentes sensibilidades del independentismo para tratar de blindar a su Gobierno del impacto que ha provocado la detención de Puigdemont y que llega cuando las crisis entre ERC y Junts por la mesa de diálogo y El Prat aún no han cicatrizado. Cargó contra el Estado, al que acusó de haber engañado a la justicia europea, de buscar la venganza y de practicar la represión y la persecución del movimiento independentista.

«La represión solo acabará con la amnistía y la autodeterminación», avisó. Exigió la libertad del expresidente y el fin de las euroórdenes y avisó al Gobierno de que la detención «no ayuda» al proceso de diálogo, porque no contribuye a crear las condiciones para «generar confianza» entre las partes.

Aragonès, en cualquier caso, admitió contactos a lo largo del día con la Moncloa. Y evitó cargar contra la mesa, como hicieron dirigentes de Junts, como Puigneró, Borràs o Sànchez, que aseguraron que la detención demuestra que la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat es una vía «inútil».

Junts quiere aprovechar la oportunidad para imponer su estrategia de confrontación y desestabilización. Abogan por dinamitar la mesa de diálogo, de la que ya estaban excluidos, y también por que el independentismo deje de respaldar la gobernabilidad española. ERC, en cambio, pide prudencia. Oriol Junqueras avisó que el arresto «pone en peligro» la mesa de diálogo, pero defendió al mismo tiempo que el secesionismo tiene una «responsabilidad política» por «intentar avanzar» en la resolución del conflicto por la vía de la negociación. «Hay que aprovechar (el diálogo) hasta el final», dijo.