«La lava está a 200 metros de la casa y ya se ha llevado otras que están cerca»

S. Varela / M. Lodeiro LA VOZ

ESPAÑA

CEDIDO

José Antonio Nieves es vigués y teniente de la Guardia Civil en La Palma. Su casa está inundada de cenizas y grava pero su familia cuenta que «a pesar de que su vivienda peligra, ayuda a otros por su condición de guardia civil de prestar servicio a la sociedad»

24 sep 2021 . Actualizado a las 00:27 h.

No hay un solo vecino de La Palma que no conozca a alguien que ha perdido su casa o que peligra que siga manteniéndose en pie. La isla, con una población similar a la de la ciudad de Pontevedra, alrededor de 80.000 habitantes, es un hervidero de solidaridad, característica de la que junto con la hospitalidad, hacen gala los palmeros.

Casualidades o no, mientras que la capital, Santa Cruz de La Palma, tiene unos 18.000 habitantes (Betanzos 13.000), el municipio zona cero, El Paso, tiene 8.000 habitantes, y el segundo afectado, el de Los Llanos, es el más habitado, con alrededor de 20.000 personas.

La lava no escoge a sus víctimas. Arrasa todo a su paso, de ricos y pobres, de enfermos y sanos, de empleados y de parados. La casa del teniente de la Guardia Civil de La Palma, el vigués José Nieves, en Corazoncillo (El Paso) no es una excepción. Está inundada de cenizas y grava, explica desde Ribeira con voz apesadumbrada su padre, José Antonio. «La lava está a 200 metros de la casa y ya se ha llevado otras que están cerca», lamenta.

José Nieves, teniente de la guardia civil en La Palma, con el presidente Sánchez y el de Canarias,  Ángel Víctor Torres.
José Nieves, teniente de la guardia civil en La Palma, con el presidente Sánchez y el de Canarias, Ángel Víctor Torres.

José Nieves lleva diez años en la isla, donde se casó y tuvo dos hijos, e iba a atender la llamada deLa Voz de Galicia, pero el agravamiento de las circunstancias en la zona del volcán lo han impedido. Su padre lo justifica: «Está muy preocupado porque su casa está en peligro y está ayudando a otros por su condición de guardia civil de prestar servicio a la sociedad».

El trabajo del teniente Nieves no cesa y conciliar el sueño ya le resulta difícil, por no decir imposible. «Tiene que recibir a autoridades, organizar la seguridad, la entrada y salida de la gente a sus casas para que recojan algunos enseres. Es un situación difícil de aguantar», afirma su progenitor.

«Su mujer ha dicho que dejarán la isla, pero creo que lo ha dicho en un momento de nerviosismo a consecuencia de ver desaparecer tantas casas», asegura al ser preguntado por si en algún momento expresó su deseo de dejar La Palma. José Nieves dejó atrás su casa hace tres días y se instaló con su familia en Santa Cruz de La Palma. La familia había pensado en trasladarse a la de los suegros, pero estos también fueron desalojados de la suya porque corría peligro. «Lo esperábamos para diciembre, porque somos mayores y vienen dos veces al año, pero ahora..». Y ahí lo deja. 

«La gente está muy nerviosa y nadie quiere salir de casa»

Ana Belén López Cadenas es una enfermera lucense que trabaja desde hace 17 años en el Hospital General de La Palma, y aunque reside en la parte este de la isla, en Braña Alta, reconoce que toda la población vive con miedo e incertidumbre desde que comenzó la actividad del volcán.

«Las primeras horas del domingo fueron espectaculares, incluso preciosas, pero en el momento en el que se fue desarrollando la colada de lava esto ha pasado a tragedia y hoy es una catástrofe», explica la enfermera nacida en Lugo hace 42 años.

La lucense Ana Belén López trabaja desde hace 17 años en el Hospital General de La Palma.
La lucense Ana Belén López trabaja desde hace 17 años en el Hospital General de La Palma.

«Las calles están más vacías de lo habitual y la gente que ves por la calle está nerviosa, preocupada, porque al final todos tienen familiares o amigos afectados de manera directa», explica López. En su caso, las consecuencias del volcán no se dejan notar en la parte contraria a donde está evacuando lava el volcán, pero sí sienten todos los días terremotos y no dejan de mirar al cielo: «Estos días están viniendo alisios del norte, pero cuando vire el viento y lleguen los habituales temporales del sur, nos alcanzará seguro la ceniza y el humo».

Explica que otro temor que tienen es que el volcán abra nuevas bocas y vierta la lava hacia otras vertientes. «Desde mi casa al volcán hay en línea recta de unos 12 kilómetros, pero la orografía aumenta esa distancia. López destaca que las autoridades del Cabildo supieron reaccionar a tiempo y tener todo preparado. Eso sí, como una isleña más, explica: «Tenemos gente de 80 años que ha vivido los tres volcanes, el de 1949, el de 1971 y este, pero la gran diferencia es que el actual está dejando a la gente sin hogar».