Aznar se reencarna en Sánchez

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira SIN COBERTURA

ESPAÑA

Ricardo Rubio | EUROPA PRESS

29 jul 2021 . Actualizado a las 13:01 h.

El balance del curso político de Pedro Sánchez dio para poco más de cuarenta minutos, en los que tuvo tiempo incluso a comentar sus vacaciones. En una de las escasas ruedas de prensa a las que el presidente se somete, ofreció muestras de haber perfeccionado su regate en corto para eludir todas las preguntas comprometidas sin demasiado disimulo: Marruecos es un aliado estratégico, somos medalla de oro en vacunas y se cumplirán los plazos, la economía va a crecer por encima de la media... ¡Ah! Y la oposición es muy mala y crispa. El catálogo de respuestas no ofertó diferencia alguna con la época bajo la batuta de Iván Redondo.

El resumen es que parecía haber vuelto a la sala de prensa de la Moncloa Aznar: «España va bien» hubiera sido una fantástica idea para colocar en grande tras el presidente en uno de esos carteles que tanto gustaban en la cresta de la pandemia. Lástima de los más de cien mil fallecidos por el covid-19 y los miles de trabajadores que siguen en ERTE.

Pese a las encuestas, Sánchez mantiene el optimismo. Ni su discurso, ni el de la oposición, van a cambiar en los próximos dos años y medio que restan hasta la nueva cita con las urnas, para desesperación de la oposición.

El líder socialista podrá seguir navegando mientras le queden concesiones que hacer a sus principales aliados: el PNV y Esquerra. Junto con Unidas Podemos, esa es la clave de bóveda de la legislatura. El tono de los independentistas catalanes no ha bajado pese a todos los gestos del PSOE. Y los vascos siguen haciendo caja con cada una de las necesidades del Gobierno, véase esta misma semana con la Conferencia de Presidentes.

Una vez más, no hubo ni atisbo de la autocrítica que demanda la oposición y una buena parte de la sociedad, incluso según el CIS. Sánchez mira a septiembre con optimismo, pero sin perder de vista la frágil situación económica del país, pendiente de los fondos europeos —y de las exigencias de algunos socios de la UE—, de la incierta evolución del turismo y de la eficacia del escudo social, o sea los ERTE, que siguen alargándose en el tiempo. La cosa tampoco daba para más.