Más sanchismo para intentar remontar en las encuestas

ESPAÑA

Borja Puig | Europa Press

11 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez sorprendió a toda España este caluroso sábado de julio con una operación a vida o muerte en su gabinete con la que intentar frenar su caída en las encuestas. Los últimos cincuenta días de su Gobierno se resumen en el mazazo de los indultos, rechazados por la mayoría de los españoles, las prebendas a catalanes y vascos, la humillación en el paseíllo para conseguir la foto con Biden, el desafío de Marruecos, la humillante derrota ante Ayuso en Madrid y la asfixiante subida de la luz y de la gasolina que estrangula a las familias españolas antes del golpe de gracia de la escalada meteórica de los impuestos.

Que la remodelación del Gobierno no estaba prevista lo acredita el portazo de José Luis Ábalos, que ha pasado de guardián de las esencias del sanchismo a desaparecer de la alineación titular del Ejecutivo en un movimiento que anticipa fuertes seísmos dentro del PSOE. Se va Ábalos, sí, pero se va también Carmen Calvo, condenada de primera dama del Gobierno al olvido. Y se va Iván Redondo, el gran gurú del presidente, que no logró el objetivo de mandar en el partido y opta por pasarse a la asesoría privada en la cresta de la ola de su poder en la Moncloa y con sus principales colaboradores reforzados en el organigrama presidencial.

Porque Sánchez ha elegido más sanchismo como base de la receta para iniciar la remontada en los sondeos. Dos de los ministros clave, Félix Bolaños (Presidencia) y José Manuel Albares (Exteriores) forman parte de su equipo de asesores desde la moción de censura. El nuevo fontanero jefe de la Moncloa, Óscar López, fue su primer jefe en la secretaría de Organización del PSOE. Y otros nombramientos, como el de Pilar Llop, proceden de su núcleo duro en Madrid.

Los dos últimos pesos pesados del llamado Gobierno bonito surgido de la moción de censura contra Mariano Rajoy que sobreviven a la purga, Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska, son conscientes de a quién le deben su puesto. La primera, porque sabe que apenas cuenta con apoyos en la militancia. Y el segundo porque su gestión de las polémicas no hace más que aumentar las críticas al Ejecutivo. Otros, como la ya exportavoz María Jesús Montero, siguen con sus poderes e influencia recortados.

Aunque el presidente no ha podido meter mano en la parte de Unidas Podemos, el gabinete que empezará a trabajar en serio después del verano redobla su grado de lealtad al líder del PSOE. En la coalición, el mensaje queda claro: el poder de Sánchez es absoluto y su gestión será más presidencialista que nunca. Sabe que se la juega en apenas veinte meses. La vacunación, los fondos europeos, el paro y Cataluña serán los termómetros que midan su éxito o su fracaso en la operación renove en la Moncloa.