Enrique Clemente
De ser la política más poderosa de España y mano derecha de Pedro Sánchez a salir sin pena ni gloria de su gabinete. Para Carmen Calvo (Cabra, Córdoba, 1957), fue un golpe demasiado duro perder la batalla por liderar la causa feminista en el Gobierno. Se la ganó Irene Montero, que logró imponer la polémica Ley Trans, que incluye la autodeterminación de género, y la denominada ley del «solo sí es sí». Y con el beneplácito del propio Pedro Sánchez, a quien había sido leal desde que lo apoyó en las primarias del 2017 cuando nadie confiaba en que derrotaría a Susana Díaz. Feminista antes que socialista (se afilió al PSOE con 42 años), ya llevó muy mal perder en el 2018 las competencias de Igualdad, que compaginaba con la vicepresidencia del Gobierno. Para alguien que, según ha dicho, es feminista desde que tiene «uso de razón», que considera que «el machismo es otra forma de fascismo» y la violencia contra las mujeres el «principal problema de España», verse obligada a renunciar al control de la agenda feminista ha sido muy difícil de encajar.