Urdangarin viajó a Suiza para el aniversario de la infanta Cristina

David González VITORIA / COLPISA

ESPAÑA

La infanta y Urdangarín, a la salida de un restaurante de Carril
La infanta y Urdangarín, a la salida de un restaurante de Carril Mónica Irago

Esta semana fue liberado de dormir en la prisión, por lo que pernocta en la casa de su madre en Vitoria, ciudad donde trabaja

27 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Iñaki Urdangarin, liberado esta semana de dormir en la prisión alavesa de Zaballa, se ha ganado el afecto de sus compañeros en el bufete Imaz & Asociados, donde ejerce de consultor como uno de los requisitos para disfrutar de una libertad vigilada. Cumple 5 años y diez meses de cárcel por delitos económicos. Debido a su trabajo como consultor se le permitirá viajar al extranjero «puntualmente». A mediados de mes ya viajó en coche hasta la ciudad suiza de Ginebra para celebrar el cumpleaños de su mujer, la infanta Cristina. Seguramente habrá más desplazamientos parecidos.

Su deuda con la Justicia expirará en la primavera del 2024. Pero el pasado lunes, el juzgado de vigilancia penitenciaria le concedió el mayor respiro desde que su ilustre nombre se ligó a la corrupción. Ha dejado atrás sus 4 noches semanales en una celda de 13 metros cuadrados en el módulo para internos en régimen abierto. Ya descansa a diario en casa de su madre, Claire.

Tras cubrir la primera parte de su condena en la prisión abulense de Brieva, pasó al centro de inserción de Alcalá de Henares. A finales de febrero, se trasladó a Zaballa, a 15 kilómetros de la ciudad donde pasó la adolescencia y reside gran parte de su familia. 

«Sale mucho con su madre»

Esta semana, el marido de la infanta Cristina ha mantenido sus rutinas. El domicilio de su madre se encuentra en una urbanización rodeada de zonas verdes. «Pasea a diario. Sale mucho con su madre y van siempre de la mano», cuenta una vecina. Su revés legal, unido a su caída en desgracia social, les ha unido más si cabe. Juan Mari, su padre ya fallecido y cercano al PNV, presidió la Caja Vital hace un cuarto de siglo.

Deportista innato -fue profesional de balonmano y olímpico, conoció a su mujer en Atlanta 96-, Urdangarin mantiene viva esa llama. Lo primero que hizo cuando llegó a Vitoria fue comprarse una bicicleta. Va con ella al trabajo. «Un día se le llamó la atención porque iba sin mascarilla. Tuvo que dar media vuelta, volver al despacho y coger una. No se le abrió sanción», desvelan fuentes de la Ertzaintza.

En sus tiempos muertos acude a unas instalaciones a nadar «en horarios con poca gente», afirma una usuaria. La querencia por no ser visto, por pasar desapercibido, también la ha seguido entre rejas. «Tenía una rutina para salir y entrar de la cárcel. Cuando el resto de reos del mismo grado se iban o llegaban, luego lo hacía él. Siempre solo. Y camuflado con la mascarilla», rememoran unos agentes. Para los desplazamientos a o desde Vitoria siempre le acompañan escoltas.