El PP reúne a todos sus barones y exhibe unidad en la toma de posesión de Ayuso

Paula de las Heras MADRID | COLPISA

ESPAÑA

J.J. Guillén | EFE

Casado se apoya en el poder territorial para dejar atrás la polémica del rey e insistir en «el cambio» en España

20 jun 2021 . Actualizado a las 06:00 h.

Ni un solo presidente autonómico del PP faltó ayer a la toma de posesión de Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid tras su rotunda victoria en las elecciones del pasado 4 de mayo. La ocasión sirvió a Pablo Casado para intentar exhibir músculo y pasar página del episodio vivido esta semana a cuenta de las declaraciones de la dirigente madrileña sobre la implicación del rey en la concesión de los indultos a los condenados del procés, que tanta inquietud y desconcierto generó en el partido.

En su discurso ante la plana mayor de los populares, en la Real Casa de Correos, sede del Gobierno autonómico, Díaz Ayuso deslizó de forma nada casual unas palabras de reconocimiento a Felipe VI, aprovechando que también este sábado se cumplía el séptimo aniversario de su proclamación. La presidenta madrileña elogió su figura y agradeció que haya estado siempre, «sobre todo en los momentos más duros», dijo, junto a «los madrileños y el resto de españoles». «Madrid, monarquía y España son inseparables», afirmó.

Enfrente, siguiendo su intervención, se encontraban todos los barones territoriales de su partido con los que a lo largo de sus dos años de gobierno ha tenido no pocas diferencias, sobre todo, de tono, mucho más moderado en el caso de buena parte de ellos: Feijoo (Galicia), Moreno Bonilla (Andalucía), López Miras (Murcia) y Mañueco (Castilla y León). Con todos y cada uno se fundió en un abrazo ante las cámaras para escenificar que, pese a todo, están en el mismo barco.

El mensaje simbólico sirvió también de espaldarazo a Casado, que desde el triunfo electoral en Madrid defiende la idea de que se ha producido un cambio de ciclo, que la opinión pública se ha movido y que Sánchez ha perdido la mayoría. No son pocos los que le han advertido de que Madrid no es España y que el discurso de Ayuso chirría en otros puntos del país, pero la foto de ayer le permitió visibilizar que en su formación caben distintas sensibilidades bajo «unas mismas convicciones».

«Lo que se está viendo es la constatación de que los españoles están virando hacia gobiernos responsables que defienden la unidad nacional, la igualdad de los españoles, la prosperidad, la creación de empleo y los servicios públicos» reivindicó. «Me recuerda a 1995, cuando Alberto Ruiz-Gallardón (también presente en el acto) fue elegido por primera vez presidente de la Comunidad de Madrid había un cambio de ciclo absolutamente imparable a favor del PP».

Confrontación

La propia Díaz Ayuso, que ha crecido políticamente a medida que que confrontaba con la Moncloa, defendió el viernes en su investidura que su llegada al Gobierno tiene alcance nacional. «Lo que empieza hoy es el fin del sanchismo», llegó a decir. Ayer, sin embargo, optó por un discurso más personal y evitó hacer alusiones al Ejecutivo más allá de sus elípticas referencias a las amenazas a la «libertad». «Me enorgullezco especialmente de los hombres y las mujeres que me han acompañado en este tiempo, mis consejeros, porque han trabajado, créanme, más de 15 horas al día en los momentos más complicados vividos en décadas», dijo.

Ni un solo ministro

A diferencia de lo que suele ser habitual, ningún ministro estaba allí para oír sus palabras. Es una anómala ruptura del protocolo establecido.

El modelo Ayuso

Feijoo fue cuestionado sobre la posibilidad de importar el modelo Ayuso a Galicia, a lo que el titular de la Xunta matizó que el 4-M fueron «unas elecciones autonómicas» en las que «el ámbito territorial es la comunidad de Madrid», para precisar que cada cita con las urnas es distinta: «En unas elecciones en Galicia las propuestas para Galicia son para la comunidad gallega y así sucesivamente, estas no son unas elecciones generales, son autonómicas», matizó, aunque aplaudiendo el «histórico» resultado cosechado por la dirigente madrileña.