Del adanismo y la memoria

ESPAÑA

Pedro Sánchez, seguido por Iván Redondo, en una imagen de archivo.
Pedro Sánchez, seguido por Iván Redondo, en una imagen de archivo. Mariscal | Efe

29 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En los múltiples reportajes y entrevistas que sirvieron para recordar el décimo aniversario del 15M hace apenas un par de semanas, una de las reflexiones que más se repetía era la de la ilusión de cambiarlo todo simplemente con desearlo. «Pecamos de adanismo», verbalizó Íñigo Errejón, uno de los que ha sobrevivido con más notoriedad a aquella revolución callejera.

Ese adanismo es una de las características de muchos de nuestros políticos. En medio de la peor crisis con los independentistas, en el 2016 y el 2017, el prototipo de ingenuidad lo representó Soraya Sáenz de Santamaría, apadrinada por Mariano Rajoy. La entonces todopoderosa vicepresidenta llegó a instalarse en Barcelona para intentar seducir a los separatistas. «Junqueras es de fiar. No hará nada ilegal», le dijo la delegada plenipotenciaria de la Moncloa a su jefe poco antes de que estallara la crisis del referendo ilegal del 1-O y de que hubiera que intervenir a golpe de 155.

De ese talante de creerse capaces de arreglarlo todo son ejemplo también Pedro Sánchez e Iván Redondo, que no paran de repetir en los últimos días, con escaso éxito, bien es cierto, que es la hora de un liderazgo fuerte y que hay que perdonar en aras de la concordia. Lástima que el actual presidente sea preso de la hemeroteca y la videoteca, donde se suceden sus declaraciones en el sentido contrario durante el último trienio. Y pena que no se den cuenta de que no les vale siquiera ganar las elecciones, como antes hizo Arrimadas, para romper con el monopolio de unas élites que han hecho del camino a la independencia un lucrativo negocio personal.

Un veterano militante socialista, con más trienios de pago de cuotas que toda la actual cúpula de su partido y con antiguas responsabilidades en el PSdeG, reflexionaba horas después de conocer la insistencia de Sánchez y sus más cercanos en conceder por la vía de urgencia un indulto a los presos del 1-O, sin que ni siquiera lo hayan pedido y, por supuesto, sin un atisbo de arrepentimiento: «Resulta que tenemos un Gobierno que ha hecho bandera de la memoria histórica, de restaurar los méritos y valores democráticos de quienes sufrieron la dictadura, de retirar los honores a quienes sirvieron o se beneficiaron a Franco y resulta que ese mismo Gobierno nos pide a sus votantes y a los militantes del PSOE que en el caso catalán hagamos un ejercicio de borrón y cuenta nueva y obviemos que han intentado reventar el orden constitucional y la convivencia. ¿Hay memoria selectiva o son solo votos?». Como decía Ortega y Gasset (ya en 1932), «los nacionalismos solo pueden deprimirse cuando se crea un gran Estado, en el que van bien las cosas, en el que ilusiona embarcarse, porque la fortuna sopla en sus velas». Y de eso debería ocuparse el Gobierno. De que a todos nos vaya bien. No solo a Cataluña. Lo otro es adanismo.