En anteriores casos, el presidente de la Cámara solicitaba una reunión con el monarca con el fin de comunicarle la investidura de un nuevo presidente de la Generalitat. La tradición protocolaria se rompió en el 2012, cuando Juan Carlos I denegó audiencia a Núria de Gispert, entonces presidenta de la Cámara catalana, alegando motivos de salud. Con la investidura de Carles Puigdemont, la entonces presidenta del Parlamento, Carme Forcadell, solicitó una reunión con el rey y la Zarzuela contestó pidiéndole una comunicación por carta en un momento de gran tensión del debate soberanista.
En la pasada legislatura, el predecesor de Borràs, Roger Torrent, tampoco se reunió con el jefe del Estado para comunicarle en persona la investidura de Quim Torra.