Lorca, una ciudad casi reconstruida diez años después del terremoto

G. Redondo MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Escombros de un edificio tras el sismo de Lorca
Escombros de un edificio tras el sismo de Lorca Benito Ordoñez

El seísmo se cobró la vida de nueve personas y 324 resultaron heridas

18 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El 11 de mayo se cumplieron diez años del terremoto que arrasó la ciudad de Lorca. El municipio murciano conmemoró la fecha con actos institucionales y homenajes a los nueve fallecidos y a los 324 heridos, con la presencia del alcalde, Diego Mateos, el antiguo regidor, Francisco Jódar, el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, la ministra de Defensa, Margarita Robles, y algunos vecinos.

El 11 de mayo del 2011, a las cinco de la tarde, los lorquinos sintieron un primer movimiento terrestre de magnitud 4,5. A las 18.47 horas, sintieron otro seísmo de magnitud 5,1 en la escala de Richter. Estas sacudidas y las posteriores réplicas hicieron temblar el suelo y resquebrajaron las fachadas de muchos de los edificios de Lorca. El movimiento se sintió también en otras comunidades limítrofes, como Andalucía, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, y en menor medida, en Madrid. El fenómeno natural se convirtió rápidamente en una tragedia que la ciudad no había vivido jamás. Los cuerpos de bomberos, de seguridad, sanitarios y la Unidad Militar de Emergencias (UME), entre otros servicios, se desplegaron de inmediato en la ciudad.

«Nos cambió la vida. Rugió el suelo y una tremenda sacudida de cinco segundos nos sumió en el caos y la devastación. Nueve muertos y centenares de heridos. 40.000 personas con lo puesto vagaban sin rumbo por la ciudad sin saber cuándo podrían volver a sus casas», relató el que era regidor de la localidad durante la catástrofe, Francisco Jódar, en el acto conmemorativo celebrado el pasado martes. «Gritos, llantos y lamentos que enseguida se transformaron en un tétrico silencio de espanto, desconcierto e incredulidad, pronto sustituido por el hiriente sonido de las sirenas, que nos acompañó durante mucho tiempo», contó el exalcalde en la plaza de España de la localidad murciana, una de las áreas que resultó dañada aquella jornada.

Zona cero

El barrio de La Viña, conocido como la zona cero, quedó arrasado, y el casco histórico y otras ubicaciones de la ciudad sufrieron fuertes estragos. El 80 % de las viviendas de la localidad se vieron afectadas. En algunos casos, la única solución fue reducirlas a escombros.

Según recoge Europa Press, casi 1.800 viviendas tuvieron que ser derribadas. Se produjeron más de 28.000 reclamaciones para la valoración de daños como consecuencia del seísmo. La indemnización total percibida por estas causas ascendió hasta los 507.274 euros. Además, se registraron más de 1.400 solicitudes de reconstrucción, casi 1.600 peticiones de ayudas al alquiler, 2.747 solicitudes de reparaciones de viviendas y 265 reparaciones de zonas comunes.

Reconstrucción

Una década después, el Gobierno de la Región de Murcia, que recordó a los fallecidos y heridos, quiso celebrar la reconstrucción «modélica». El Ejecutivo murciano remarcó que se consiguieron regenerar veinte barrios, donde residen más de 50.000 personas. Según su valoración, se trata de la «mayor regeneración urbana» de una ciudad en Europa tras un terremoto.

 Recuerdos del 11 de mayo

El día del terremoto cambió la vida de muchos vecinos de Lorca. Algunos no volvieron a recuperar la normalidad. Entre ellos, resalta la historia de Mari López, una peluquera que llevaba un año y medio residiendo en la localidad y perdió una pierna. Ella fue la más grave entre los heridos. «Cuando llegué al hospital y el doctor me dijo ‘vamos a tener que amputar', yo le dije ‘ampúteme lo que quiera, pero quiero quedarme aquí'... Para mí fue un milagro llegar. Sí, se llevó una parte de mí, pero yo estoy aquí», recuerda Mari.

«El 11 de mayo del 2011 estaba en la peluquería. En el segundo temblor, una clienta me cogió de la mano, salió y con el movimiento del suelo, ella cayó, yo caí encima. En ese momento se desprendieron los 19 metros de cornisa. Gracias a Dios me cogió solo las piernas. Una me la amputaron y la otra se me salió la cabeza del peroné. [...] Cuando la clienta cayó debajo de mí, me decía: ‘Mari, no puedo respirar'. Y le dije: ‘Espérate, que me muevo. Me quise incorporar del suelo, pero ya no me podía mover'. En ese momento pensé que a lo mejor me moría», cuenta Mari.

Fueron momentos trágicos. «Mi hijo llegó a la puerta de la peluquería y me vio tirada. Le dije a un vecino que me echara una manta y me lo trajera. Le puse de rodillas y le dije: ‘No escuches a nadie, mamá no se va a morir'», dice con entereza Mari, madre de dos hijos.

«No quiero recordarlo»

El presidente de la Asociación de Vecinos La Viña, Pedro García Molina, asegura que aunque hayan pasado diez años, hacer memoria es un ejercicio difícil. «No quiero ni recordarlo porque el sufrimiento es bastante gordo».

«Una familia que regentaba un local salió corriendo por la puerta principal. Al abuelo no le pasó nada, a la madre le pilló los pies, estuvo bastante tiempo en silla de ruedas, y al hijo le cayó la cornisa de golpe», relata Pedro. «Estaba todo lleno de humo. Era como una zona de guerra, todo lleno de cascotes, las cornisas y fachadas en el suelo... Fue terrible. Todos corríamos, todos estábamos nerviosos, y todo se puso blanco, como cuando ves un ataque de guerra», cuenta desde su casa, muy cerca de la zona cero donde aquel día cayó el primer edificio. Pedro asegura que la ciudad está bastante recuperada, pero quedan cosas por hacer, entre ellas, el espacio donde se desplomó ese primer edificio, que hoy está vacío.