Las calles donde casi nadie vota: «Para estos vecinos nunca ha habido dinero»

Manuel Varela Fariña
Manuel Varela MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Feria ambulante junto al parque de la Dehesa Boyal
Feria ambulante junto al parque de la Dehesa Boyal m. varela

La droga, los okupas y la violencia condenan al barrio de San Cristóbal de los Ángeles, con la renta más baja de la ciudad y una abstención del 57 %

03 may 2021 . Actualizado a las 10:02 h.

Para entrar o salir de San Cristóbal de los Ángeles hay que hacerlo en coche privado o transporte público. El último barrio de Madrid está cortado al este por una autovía, al sur y oeste por las vías del Cercanías, y al norte por un parque sin iluminar que se interrumpe de nuevo por el tren. Es una isla de cemento levantada con enormes colmenas de viviendas a partir de los años cincuenta para acoger a los trabajadores del polígono Marconi y a la que hace tiempo que no quieren entrar empresas de reparto, pizzeros y la mayoría de taxistas. «Eso es territorio comanche», dice uno desde el centro de la ciudad descartando el viaje.

La línea 3 de Metro conecta la estación de Sol con San Cristóbal en menos de media hora. Es un viaje hacia una ciudad distinta. Quedan atrás las terrazas llenas, las cadenas de ropa y comida rápida, los anuncios gigantes de HBO y los carteles de los musicales y comedias. La renta por persona cae aquí por debajo de los 10.000 euros brutos anuales, la más baja de Madrid y entre las menores del país. Cinco kilómetros en línea recta al norte, en Arganzuela, la renta se dispara hasta los 34.000 euros.

Bloques de hasta catorce plantas y bajos comerciales cerrados, en San Cristóbal
Bloques de hasta catorce plantas y bajos comerciales cerrados, en San Cristóbal M. Varela

La estación de metro es un enorme vacío a las diez de la mañana. Solo hay dos anuncios: uno de una empresa de préstamos rápidos y otro electoral, de Vox, con el lema «protege Madrid, vota seguro». Hace unos días que un grupo de jóvenes reventó a pedradas el cristal que lo cubre. No es casual que el partido de Rocío Monasterio eligiese la parada para situar el cartel. Los vecinos denuncian que es «completamente insoportable» convivir con narcopisos, okupas y robos a plena luz del día. En la estación termina la campaña electoral en San Cristóbal, donde ningún candidato puso un pie y en el que la participación es 26 puntos más baja que en el resto de la ciudad. No hay otro lugar con menos votantes: la abstención superó el 57 % en las últimas autonómicas.

«Esto está peor que nunca»

Dice Antonia, residente del barrio desde hace 28 años, que prefiere no empezar a hablar porque, si no, se pone a llorar. Hace unas semanas que un hombre aprovechó que se dejó la puerta abierta para tirar un cubo con agua para colarse en el interior de la vivienda. Se lo encontró en la cocina. «Para asustarlo llamé por mi marido, que ya murió hace años, y escapó corriendo», recuerda. «Esto es un horror, estamos sufriendo mucho», lamenta sentada frente al supermercado, el único lugar del barrio con cierto bullicio junto a la feria de los jueves.

La acompañan dos asistentes del Ayuntamiento. «No hay seguridad. Todos los días ves robos, peleas... Esto está peor que nunca, ves a gente joven tirada en la calle durmiendo y les da igual atracar a quien sea», apunta una.

No todos lo ven así. José y Esther llevan 25 años al frente de su bar y él va camino de cumplir 60, todos ellos celebrados en el barrio. «Yo lo llevo fantásticamente, ¿qué te voy a contar? Mis hijos también viven aquí. Hay mucho extranjero, pero hay que adaptarse a lo que hay», responde José, que en su bar tiene una pared que es un templo dedicado a Raúl González Blanco, la leyenda madridista que aprendió a caminar en el barrio y a marcar en el equipo de San Cristóbal.

José y Esther regentan un bar en el barrio desde hace 25 años
José y Esther regentan un bar en el barrio desde hace 25 años m. varela

La pandemia hunde el barrio

«Aquí los extranjeros son mayoría», replica una mujer por la calle que hace de intérprete a su marido medio sordo, un militar retirado que llegó al barrio en los sesenta. «Esto ha cambiado por todos lados, está abandonado por completo. Vigilancia, la menos posible. Da asco mirar por aquí», dice señalando a un contenedor rodeado de basura. «Me da igual que sea ruso, americano o de donde sea, pero si no se comporta como debe, fuera», continúa. San Cristóbal es el segundo barrio con mayor porcentaje de extranjeros: el 35 % de los casi 17.000 vecinos nacieron en otro país; en Madrid es un 15 %.

La mayoría de viviendas tienen entre 46 y 60 metros cuadrados, según datos del Ayuntamiento. «La pandemia ha hecho mucho daño, han aflorado muchas realidades durísimas, con hasta 16 personas confinadas en un piso minúsculo», explica Isabel Rey, hija de gallegos y coordinadora de la Casa San Cristóbal de la Fundación Montemadrid, que desde 1985 ofrece apoyo cultural, educativo, social y laboral. «Incluso atendemos a abuelos que quieren poner el Skype para hablar con sus nietos», apunta sobre una labor que nadie más hace en el barrio: «Cubrimos los huecos a los que la administración no llega».

Isabel Rey es coordinadora de la Casa San Cristóbal de la Fundación Montemadrid
Isabel Rey es coordinadora de la Casa San Cristóbal de la Fundación Montemadrid m. v.

Tras casi cuarenta años viendo cambiar el barrio, Rey da con una de las claves de la alta abstención: «Puede haber desapego. Para estos barrios nunca ha habido dinero». «Hay un desencanto con la vida en general que aquí intentamos revertir», añade.