Junts se abre a facilitar la investidura de Aragonés en solitario pese a las divisiones internas

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Pere Aragonès, candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, en el Parlamento catalán donde perdió la segunda votación para la investidura
Pere Aragonès, candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, en el Parlamento catalán donde perdió la segunda votación para la investidura David Zorrakino

La festividad de Sant Jordi, el próximo 23 de abril, se empieza a perfilar como fecha para una posible investidura

05 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras unos días de tregua y con el regreso de las vacaciones, los equipos negociadores de ERC y Junts vuelven a coger el toro por los cuernos con vistas a cerrar un acuerdo, que de momento no ha sido posible y que llevó a Pere Aragonès a fracasar en sus dos primeros intentos para ser elegido presidente de la Generalitat. La presidenta del Parlamento, Laura Borràs, tiene que iniciar una nueva ronda de consultas con los representantes de los grupos parlamentarios para tramitar una nueva propuesta de candidato a la presidencia de la Generalitat.

Puede ser Pere Aragonès u otro, en este caso Salvador Illa, que no ha renunciado como posible presidenciable y que ahonda en las diferencias de los independentistas para tener alguna opción, por muy remota que sea. La Cámara catalana debe investir al presidente de la Generalitat en el plazo de dos meses desde la primera votación, es decir, antes del 26 de mayo. Quedan 50 días. Si ningún candidato fuera elegido, la legislatura se disolvería automáticamente y se convocarían nuevas elecciones de manera inmediata, que se deberían celebrar cuarenta y siete días después de la convocatoria, a mediados de julio.

Fuentes parlamentarias sitúan la eventual investidura o al menos la firma del acuerdo para el día de Sant Jordi, patrón de Cataluña, el 23 de abril. El calendario es estrecho. Junts ha convocado un congreso extraordinario para el 24 de abril, donde constituirá por primera vez a su consejo nacional, el órgano que ha de validar los acuerdos y qué mejor que estrenarse ratificando el pacto de gobierno con los republicanos.

«Cuando vuelvan de la Cerdanya (zona habitual de vacaciones y de segunda residencia de la gente adinerada de Barcelona) nos pondremos en serio con la negociación», afirman con retintín en el entorno de Pere Aragonès. En Junts les molesta que sus eventuales socios les sigan llamando convergentes. Lo primero que tienen que hacer en JxCat, añaden fuentes de ERC, es «arreglar» su casa y luego llamarnos. Los republicanos acusan a sus socios de intentar retrasar la investidura para erosionar la imagen de Aragonès, que cada día que pasa como aspirante sale más desgastado.

Nadie en el Parlamento duda de que el próximo Gobierno catalán repetirá las continuas peleas entre socios del Ejecutivo de Torra. Fuentes socialistas incluso se atreven a vaticinar que le pasará como a Artur Mas y que no llegará a presentarse.

ERC mantiene una posición estratégica, fijada desde hace ya dos años por Oriol Junqueras. Pero en JxCat, en cambio, conviven diferentes planteamientos. Hay quienes no solo amenazan con elecciones, sino que las desean, desde el convencimiento de que pueden recuperar los 77.000 votos que confiaron en el PDECat el pasado 14-F y que separaron a los de Puigdemont de pelear por la victoria. Son los mismos que abogan por el «cuanto peor, mejor», en Madrid. A día de hoy, hacer cálculos electorales es como jugar a la lotería, aunque no apunta a que el independentismo pudiera salir ileso de un no acuerdo.

Tercera vía

Hay un sector, liderado por Jordi Sànchez, partidario del pacto con ERC y de formar un gobierno de coalición. Y luego hay una tercera vía, encabezada por Laura Borràs, presidenta del Parlamento o Quim Torra, expresidente de la Generalitat, que apuestan por que Junts facilite la investidura y pase a la oposición. Sànchez, secretario general del partido y negociador jefe, se abrió este domingo a esta última opción.

Hasta ahora, las fricciones quedaban en privado, pero ya han empezado a aflorar. En Junts recelan además de la legislatura partida en dos que propone Aragonès. En su pacto con la CUP se comprometió a someterse a una moción de confianza a mitad del mandato, que en JxCat miran con desconfianza por el temor a que pudiera plantearse un cambio de socios y empezar a mirar a los comunes y a los socialistas. Más aún si los indultos a los presos del procés salen adelante. Junts dejó en papel mojado el pacto suscrito entre ERC y la CUP. Esquerra puede encontrarse con el problema de que si llega a un acuerdo con los de Puigdemont, su alianza con los anticapitalistas quede obsoleta.