JxCat castiga con una derrota a Aragonés en la votación para presidir la Generalitat

Mercedes Lodeiro REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Pere Aragonès conversa con la presidenta del Parlamento catalán, Laura Borràs
Pere Aragonès conversa con la presidenta del Parlamento catalán, Laura Borràs Quique García | EFE

Le propone que no intente ser investido el martes, pero el republicano lo rechaza

27 mar 2021 . Actualizado a las 18:00 h.

Pere Aragonès necesitaba la mayoría absoluta de 68 votos para ser investido por el Parlamento catalán como presidente de la Generalitat y solo obtuvo 42 votos (33 de ERC y 9 de la CUP). Junts (32) se abstuvo como ya había anunciado. Y los noes fueron 61, correspondientes a los diputados de PSC, Cs, PP y Vox, por lo que para ser investido presidente necesita una segunda votación en la que obtenga más síes que noes. La Cámara ya ha convocado pleno para el martes. Pero Junts no se conformó con negarle un triunfo al candidato de ERC sino que le pidió que renunciase a esa segunda votación del martes para darse margen a buscar un buen acuerdo de gobierno.

Aragonès no aceptó la propuesta y, es más, le dijo a sus todavía socios en la Generalitat que «hay que formar Gobierno rápido, no podemos esperar».

En el turno de la portavoz republicana, al final del debate, Marta Vilalta le echó en cara a Junts que «la Generalitat catalana y republicana hoy no será posible por la abstención de JxCat, que para nosotros es incomprensible». Y añadió que «la unidad no se predica, se practica». Aunque también dio un margen de esperanza a lograr en acuerdo en tres días. «No hay diferencias insalvables», dijo tras escuchar los discursos de los posconvergentes. Y volvió a emplazar a Junts, como había hecho Aragonès, al martes para llegar antes a un acuerdo porque «el país no puede esperar más después del mandato histórico del 14F».

Dolors Sabater, de la CUP, defendió que la nueva legislatura debe ser «de conflicto, de confrontación y de liberación», y recordó que el acuerdo alcanzado para apoyar la investidura de Aragonès es un punto de partida y un acuerdo de mínimos que debe mejorarse. Fue su compañera Laia Estrada quien emplazó a JxCat a «hacer pinza» para mejorar el pacto al que han llegado los anticapitalistas con ERC. Y le pidió que aclare qué es lo que no le gusta del acuerdo.

Desde En Comú, que rechazó el requerimiento de Aragonès para sumarse a un Gobierno de carácter amplio, Jéssica Albiach le dijo varias veces que con su pacto con Junts y la CUP, cuando se produzca, se dirigirá a otra «legislatura fracasada». Y todo después del «ejercicio de humillación de JxCat a usted [Pere Aragonès] diciéndole que no se presente el martes a la investidura». 

«Legislatura fracasada»

«Será una legislatura igual a la anterior, fracasada», añadió. Y expuso varias contradicciones de los republicanos como el apoyo a Laura Borrás, procesada por corrupción, para ser presidenta del Parlamento catalán, «después de afirmar que nunca podría ser de ERC por sus circunstancias», la falta de diversidad de la Mesa - ERC no apoyó a los comunes para tener una persona en el órgano regidor de la Cámara- y acusó a Aragonés de «llevar a Cataluña a un nueva legislatura con obsolescencia programada» y de «degradar las instituciones», pero también dejó la puerta abierta a que «todavía hay una alternativa de Gobierno de izquierdas» porque «la fórmula que usted propone -dijo- no es buena; ya ha fracasado», insistió. 

Diálogo

Salvador Illa (PSC) sostuvo que el discurso de investidura de Pere Aragonès fue una «autoenmienda» a su papel en el Gobierno, pero le brindó su apoyo a reactivar la mesa de diálogo con el Gobierno, y le pidió constituir otra entre partidos catalanes. Carlos Carrizosa (Cs) criticó que ERC necesite» más tiempo para repartirse los chiringuitos con JxCat», denunció el uso de TV3 para adoctrinar en el independentismo y expuso la decadencia de Cataluña con cifras económicas de fuga de empresas y de gestión de restricciones por la pandemia del covid frente a la Comunidad de Madrid.

Alejandro Fernández (PP), por su parte, comenzó felicitando con ironía a Laura Borràs por haber sacado una plaza de «funcionaria del Estado fascista y opresor al que quieren desobedecer». «Cataluña sigue seis años después en manos de la CUP», afirmó en alusión al veto anticapitalista en su día a Artur Mas. Y tras asegurar que Aragonés ya lleva tres años gobernando, calificó su gestión de «nefasta». Cuando intervino Ignacio Garriga (Vox) varios diputados independentistas abandonaron la sala.

El abuso de Borràs del derecho parlamentario 

De poco o nada han servido los tirones de orejas que ayer le dedicó Salvador Illa al candidato Pere Aragonès para que abandone su prioridad independentista y piense en la ciudadanía. «¿Dónde está la Generalitat hoy en la visita de un comisario europeo que cierra un acuerdo para fabricar en Cataluña vacunas de Janssen?», «¿Es necesario este sometimiento a los antisistema?», le inquirió en el pleno de investidura. Pero el interlocutor se limitaba a pensar en cómo coquetear con Junts para que no lo deje en aspirante a presidente y el martes 30, día para el que se ha convocado el segundo pleno de investidura, los de Carlos Puigdemont le den su sí. Entretanto, el pupilo de Oriol Junqueras estudiará qué más puede ceder ante la presión de los posconvergentes: si la dirección de un nuevo procés -lo que privaría a ERC de su diseño y de marcar los tiempos -, la gestión de los fondos de la UE -Economía estaba en manos de ERC cuando la presidencia era de Junts y ahora parece que lo lógico es invertir los términos-, o maniobrar para intentar proteger como sea a la presidenta del Parlamento catalán, que está procesada por corrupción. Son las monedas que giran sobre sí los pulgares e índices de Aragonès, a la espera de ver cuál se para antes y qué lado muestra. Porque de lo contrario, Junts estaría dispuesta incluso a una repetición electoral después de pisar al republicano para intentar darle la vuelta al resultado y adelantarle en las urnas para negociar desde una posición más ventajosa. Lo que no se acaba de entender es cómo ERC no rechistó a la hora de votar a Laura Borràs (JxCat) para la presidencia de la Cámara, pese incluso a su procesamiento, cuando los republicanos siempre han presumido de «higiene», y no amarraron entonces el apoyo para hacer «honorable» a Aragonès. Ahora Borràs lo que ha hecho proponiéndolo a la investidura es un abuso de derecho parlamentario, porque sabía que no tendría los votos para ser elegido y, pese a todo, lo nombró candidato, relegando a Illa que tenía más votos tras los mismos escaños (33). Es decir, Borràs, que ya asoma como buena chef, ha cocinado un pleno para sus amigos independentistas, sus propios intereses y humillar a Aragonés.