Joan Coscubiela: «Díaz Ayuso, Torra y Trump se parecen en su gestión del covid»

ESPAÑA

Joan Coscubiela, exdiputado de Catalunya sí que es pot y autor de   La pandemia del capitalismo
Joan Coscubiela, exdiputado de Catalunya sí que es pot y autor de La pandemia del capitalismo Oscar Vázquez

En su libro «La pandemia del capitalismo», el exdiputado destaca los «riesgos brutales» que entraña el sistema socioeconómico existente

20 mar 2021 . Actualizado a las 10:09 h.

Nació en 1954 en Barcelona. Abogado laboralista, profesor de Derecho del Trabajo, ex secretario general de CC.OO. de Cataluña (1995-2008); diputado por Iniciativa per Catalunya (2011-2015) y portavoz de Catalunya Sí que es Pot en el Parlamento catalán (2015-2017). Sus intervenciones en la Cámara catalana los días 6 y 7 de septiembre del 2017, en el pleno en el que se aprobaron las leyes de desconexión, enfrentándose a los independentistas, le dieron notoriedad. Después de Empantanados, un libro sobre el procés, el exdiputado Joan Coscubiela publica La pandemia del capitalismo (Península).

-¿El capitalismo es una pandemia?

-Esta pandemia está funcionando como un espejo que nos muestra las fortalezas, las debilidades y los riesgos de nuestras sociedades; y como una lente de aumento que nos ha permitido ver los problemas del sistema socioeconómico existente, que ha agrandado y acelerado. Ha puesto de manifiesto los riesgos brutales que tiene el actual sistema capitalista, que tiene una capacidad destructora brutal en términos medioambientales, de desigualdad social y de deterioro de la democracia. Es la pandemia oculta del capitalismo.

-Como alternativa propone un pacto civilizatorio. ¿Qué es?

-El pacto civilizatorio tiene que ser global e incluir varios elementos: dar un nuevo sentido moral a la economía, reivindicar la austeridad y arrancarla del control ideológico de la derecha, que la ha convertido en austericidio, y asumir que estamos en una sociedad ecodependiente.

-¿Aprenderemos las lecciones de la pandemia?

-Depende de nosotros. Lo que sí detecto con preocupación es que nos envía muchas lecciones, pero no necesariamente las convertimos en enseñanzas. El covid nos envía la lección de la importancia del Estado para abordar crisis como esta, pero vemos, por ejemplo, que hay yutuberos que deciden irse a Andorra en clave de un individualismo sin ninguna referencia colectiva y partidos que continúan insistiendo en bajar impuestos.

-¿Hay similitudes en la forma de enfrentarse a la pandemia de Torra y Díaz Ayuso?

-Han ejercicio el mismo papel: debilitar los espacios de cooperación y desacreditar a los técnicos. Torra y Ayuso también se parecen a Trump en su gestión de la pandemia. No es algo de sus partidos, porque Feijoo ha sido responsable y en Cataluña hubo un cambio a mejor cuando se fue Torra.

-Sostiene que al Estado de las autonomías se le han abierto las costuras en esta crisis.

-Por un lado, su balance como sistema de descentralización política a lo largo de los años ha sido positivo, pero por otro comienza a no cumplir sus funciones. Por lo que llamo aluminosis de origen en su diseño y desgaste de materiales, por el paso del tiempo, de forma que hoy uno de sus motores sea el agravio comparativo. Planteo remozar el edificio e ir a un modelo federal.

-Hablando de aprender la lección, ¿se han aprendido en Cataluña las lecciones del procés?

-Veo mensajes contradictorios. Por una parte, el independentismo ha sacado mayoría en las elecciones, eso significa una continuidad, si bien relativa por la altísima abstención. Y, por otro, a diferencia del 2017, cuando muchos votaron para levantar barricadas, muros y trincheras, y por eso ganaron Ciudadanos y Junts, ha habido un voto a favor de tender puentes, del PSC o los comunes. No fraguará a corto plazo, pero abre un pequeño camino para encontrar una salida, no una solución.

-Desde sus intervenciones en el Parlamento catalán el 6 y 7 de septiembre, cuando se enfrentó a los abusos independentistas, se convirtió en su bestia negra y últimamente se redoblan los ataques en su contra. ¿Por qué?

-No es todo el independentismo. Me pregunto por qué toda esa gente se dedica a disparar a alguien como yo, que siempre ha sido caza menor y no tiene ninguna responsabilidad política. Mi respuesta es que no sienten tanto odio hacia mí, sino a la imagen que les traslada el espejo que les puse delante. Cuando se miran en lo que hicieron los días 6 y 7 de septiembre y luego el 27 de octubre no se gustan, son conscientes de que traspasaron muchas fronteras inasumibles en términos democráticos y apedrean al espejo.

-¿Qué interpretación hace de la violencia desatada tras las manifestaciones en favor de Hasel?

-No es nuevo ni específico de Cataluña, no se puede identificar a todos los jóvenes con eso, es la expresión del nihilismo destructor de los bienes comunes en auge.

-¿Cómo valora el balance del Gobierno de coalición?

-Positivo, la respuesta que se está dando a esta crisis, siendo parcial e insuficiente, no tiene nada que ver con la que se dio en el 2008 y el 2011. Desgraciadamente esos aspectos positivos a veces quedan tapados por el humo y el ruido que generan los conflictos internos.

-¿Hay normalidad democrática en España?

-La democracia por definición es un sistema imperfecto. Plantear el debate sobre su calidad es importante, siempre que se haga bien. Me ha sorprendido que dos de los temas que trato en el libro, la democracia económica y los riesgos de que ese gran leviatán del big data de las cinco grandes corporaciones mundiales termine comiéndose la democracia no aparecen en ese debate.