Una apuesta muy arriesgada de Iglesias, que se anticipa a un posible adelanto de las generales

Gonzalo Bareño. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Pablo Iglesias, en su primer Consejo de Ministros como vicepresidente segundo
Pablo Iglesias, en su primer Consejo de Ministros como vicepresidente segundo SUSANA VERA

Yolanda Díaz representa un perfil más dialogante que el suyo y contrarrestaría el argumento de Sánchez de romper la coalición por la inflexibilidad de su vicepresidente

16 mar 2021 . Actualizado a las 11:48 h.

Pablo Iglesias ha sorprendido por segunda vez a Pedro Sánchez rompiendo su estrategia política al apartarse de la vicepresidencia cuando más arrecian las críticas de que se aferraba al cargo. Tras las elecciones generales de abril del 2019, el líder de Podemos echó un órdago a Sánchez en plena negociación al renunciar a la vicepresidencia del Gobierno en aras de formar un Ejecutivo de coalición al que el líder del PSOE se oponía precisamente con el argumento de que el principal escollo era que Iglesias exigía ser vicepresidente. Iglesias acabó saliéndose con la suya y, tras la repetición de los comicios, se convirtió en vicepresidente del Gobierno.

Ahora, en medio de una tensión creciente en el Gobierno, se anticipa a la posible decisión de Sánchez de romper la coalición y convocar elecciones dando un paso atrás y situando en el escaparate político a Yolanda Díaz, la ministra de Unidas Podemos mejor valorada, como cabeza de cartel en esas hipotéticas elecciones. Díaz representa un perfil más moderado y dialogante que el suyo y contrarrestaría el argumento de Sánchez de romper la coalición por la inflexibilidad del vicepresidente.

El líder de Unidas Podemos ha visto en la convocatoria de elecciones por parte de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, el relato más adecuado para comenzar el abandono de un liderazgo de Podemos que comenzaba a dar síntomas de agotamiento y centrarse en la batalla de Madrid, germen del nacimiento del partido que creó en el año 2014.

La previsible polarización extrema de estos comicios, en los que se abre la posibilidad de que el PP y Vox gobernaran sin necesidad de más apoyos, permite a Iglesias presentar su renuncia como un sacrificio para tratar de cerrarles el paso. Su apuesta es en cualquier caso muy arriesgada y sin retorno porque, de no alcanzar el objetivo de impedir un Gobierno de Ayuso, difícilmente se mantendría como líder de la oposición en Madrid. O, peor aún, como portavoz del tercer o cuarto partido.