El soberanismo toca mínimos históricos en Cataluña

Manuel Varela Fariña
Manuel Varela REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

La candidata de Junts, Laura Borràs, durante un acto de campaña
La candidata de Junts, Laura Borràs, durante un acto de campaña ALBERT GEA | reuters

La elevada abstención condujo a que solo un cuarto del censo lo apoye

17 feb 2021 . Actualizado a las 10:04 h.

Para Meritxell Budó, la portavoz del Gobierno catalán en funciones, el resultado de las elecciones del domingo son un «mensaje claro a Madrid y Bruselas». Los partidos soberanistas han vuelto a ver en los comicios un nuevo plebiscito sobre el encaje territorial de Cataluña. Los resultados, sobre el papel, refuerzan su posicionamiento: por primera vez en diez años, los partidos de corte nacionalista o independentista (Junts, ERC, CUP y PDECat) superaron el 50 % de los sufragios, lo que les deja en posición de negociar el próximo gobierno sin depender de fuerzas constitucionalistas o contrarias a la secesión. Hasta ahí, sin embargo, la lectura positiva que hacen los líderes soberanistas de lo que hablaron las urnas. 

Las elecciones catalanas llegaron en pandemia, como también lo habían hecho las gallegas y vascas, pero con los contagios por coronavirus marcando una incidencia acumulada treinta veces más alta. La participación bajó así en más de 25 puntos, lo que llevó a los partidos independentistas y nacionalistas a uno de sus mínimos históricos. Solo un 25,6 % de los más de 5,5 millones de catalanes con derecho a voto apoyaron a una de las cuatro opciones —PDECat prioriza el autogobierno a la independencia—. Hace cuatro años, en las elecciones celebradas solo dos meses después de la declaración unilateral de independencia y la posterior suspensión de la autonomía catalana mediante el artículo 155 de la Constitución, la proporción fue doce puntos superior. En el 2015, más del 35 % del censo volvió a pronunciarse a favor de las formaciones partidarias de convocar un referendo por la secesión: la CUP y la coalición Junts pel Sí. 

En esas dos convocatorias se alcanzaron unos máximos que solo se repitieron en los comicios del 2012, cuando ya se planteaba la posibilidad de celebrar una consulta sobre la independencia, y en las de 1995 y 1984, años en los que la extinta CiU ganaba con mayorías absolutas y una estrategia a dos bandas, desde el nacionalismo, con tibios guiños al independentismo y, al mismo tiempo, votando en 1996 a favor de la investidura de José María Aznar. El mejor resultado para el nacionalismo catalán se produjo en 1992, con más del 54 % de los votos (el 29,8 % del censo). El expresidente convergente Jordi Pujol amasó más de 1,2 millones de votos y obtuvo 70 diputados. Los dos partidos herederos de CiU, PDECat y Junts, no llegaron a los 700.000 votos este domingo. Mientras, ERC logró triplicar el número de votos desde entonces.

ERC, menos independentista

El próximo gobierno catalán está en manos de lo que decida ERC, primera fuerza del soberanismo frente a un Junts que hizo girar toda su campaña en torno a la independencia de Cataluña. El presidente de Esquerra, Oriol Junqueras, pidió ayer el apoyo de JxCat para formar gobierno al recordarles que comparten con ellos «la amnistía y el referendo». También ayer, el candidato Pere Aragonès tendía puentes con los comunes al reclamar «un gobierno sin exclusiones».

La consulta popular sigue en la hoja de ruta de Esquerra, aunque no tanto para su electorado. En el 2017, nueve de cada diez simpatizantes reclamaban una Cataluña independiente, según el CIS catalán (Centre d'Estudis d'Opinió). En el barómetro previo al 14F, solo un 51 % pasan a defender esta posición. Entre los votantes de Junts y CUP, el porcentaje supera el 90 %.