Vox y CUP, los beneficiados de una alta abstención porque abarata el escaño

M. L. Paz REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

El diputado de Vox Ignacio Garriga, en la foto acompañado de un simpatizante, era uno de los que estaba en el acto
El diputado de Vox Ignacio Garriga, en la foto acompañado de un simpatizante, era uno de los que estaba en el acto Enric Fontcuberta | EFE

La baja asistencia podría facilitar que PDECat y PNC entrasen en el Parlamento

07 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los partidos temen que el día 14 muchos electores se queden en casa y que esa abstención les perjudique. Y es que a la ya tradicional baja participación en los comicios autonómicos catalanes ahora hay que sumar el descontento de algunos por la fecha de celebración y el miedo a acudir a un colegio en el marco de la pandemia del covid-19, pues hay quienes incluso han optado por un casi confinamiento domiciliario voluntario tras haber ordenado la Generalitat el cierre por municipios.

 

¿Es probable una elevada abstención?

Sí. Las encuestas apuntan a que mucha gente no irá a votar. Las razones son amplias, desde la fatiga por la parálisis de la Generalitat hasta el miedo a la pandemia. Electores tradicionalmente abstencionistas que se movilizaron en el 2017 ante la deriva independentista de ese otoño caliente pueden volver a la abstención vista la desaparición de la amenaza de una DUI y decepcionados con la gestión que Cs hizo de su triunfo. El peligro es cómo han comenzado la campaña los independentistas: deslegitimando los resultados antes de tenerlos. Al más puro estilo Trump. Y utilizando esa excusa de la baja participación para no celebrar los comicios y dejarlos para más adelante, pese al auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tumbando el decreto de aplazamiento. 

¿Votan más los catalanes en unas autonómicas o en elecciones del Estado?

Tradicionalmente, en comicios generales, la asistencia a las urnas de los electores en Cataluña siempre es superior a la habida en consultas autonómicas. De hecho, en los doce comicios al Parlamento catalán celebrados desde 1980, solo en cinco se rebasó el 60 % de participación, mientras que en los 14 realizados a nivel del Estado acudieron a depositar su voto en todos ellos más del 64 % de los catalanes con derecho al sufragio. La excepción ocurrió en el 2017. El electorado constitucionalista, muy cansado de la deriva independentista, introdujo su papeleta en las urnas como nunca lo había hecho y se alcanzó un 81,94 %, de participación, todo un récord. 

¿Por qué esa diferencia?

Al parecer, cuando de comicios a nivel del Estado se trata hay un sector de los votantes que se sienten más implicados en participar. Sería el colectivo de izquierdas asentado en el cinturón de Barcelona conformado por una clase social trabajadora originaria de fuera de Cataluña. Sin embargo, cuando hay elecciones autonómicas, ese sector no se moviliza tanto. Es como si el Parlamento catalán o lo que allí se decide no fuese con ellos. De ahí que algunos expliquen que la participación sea más baja en las elecciones autonómicas y que en ellas gane el sector más independentista. Esta teoría de la abstención concentrada en áreas metropolitanas puede ir al traste en esta ocasión, por tratarse de una convocatoria especial en medio de una pandemia. 

¿A quién beneficia en cada caso la abstención diferencial?

La abstención diferencial es la habida entre autonómicas y generales. Hasta ahora, la mayor abstención en elecciones regionales ha coincidido con un descenso del PSC y un incremento de CiU, lo que se atribuye a que las consultas autonómicas son poco atractivas para los inmigrantes menos integrados en la vida pública de la comunidad o para jóvenes sin interés por participar. Albert Padró-Solanet, de la Universitat Oberta de Catalunya, hablaba ya en 1992 de una «abstención especialmente elevada en el espacio ideológico de la izquierda españolista». 

¿Cómo se puede combatir esa baja participación?

Algunos estudiosos apuntan a la celebración de más de una convocatoria al mismo tiempo para lograr más movilización. Otros proponen que las campañas dejen de girar en el eje independentismo-constitucionalismo para hacerlo en clave de interés ciudadano. La actual continúa centrada en autodeterminación, amnistía, el duelo ERC-JxCat y contra el Gobierno del Estado (la lengua, los fondos europeos, la entrega de vacunas...) 

¿A quién favorece ahora una elevada abstención?

Pese a que en esta ocasión es la baja participación el elemento que genera más dudas sobre a qué formaciones beneficiará, está claro que sí favorecerá a los partidos pequeños al reducir el precio del escaño. Esto le va bien a los más radicales como Vox y la CUP, porque sus electorados son pequeños, pero también más fieles y les afecta menos la fluctuación de la participación. Si esta es baja, un escaño puede ir de un puñado de votos. Además de estos partidos pequeños, otros que podrían sacar tajada y que no aparecen en los sondeos son el PDECat y el PNC, que si la abstención es elevada podrían entrar en el Parlamento. La formación de Àngels Chacón es más fuerte en zonas rurales de Lérida, y ahí el escaño requiere menos de la mitad de votos que en Barcelona. 

¿Cuántos diputados se eligen en cada provincia?

El reparto de escaños por circunscripción está determinado por el Estatuto de Autonomía de Cataluña del 2006. En base a ello, las cuatro circunscripciones, que se corresponden con las cuatro provincias, eligen a 135 diputados, de ellos, 85 por Barcelona, 18 en Tarragona, 15 en Lérida y 17 en Gerona. 

¿Vale lo mismo un escaño por Barcelona que por Lérida, Tarragona o Gerona?

La paradoja del sistema electoral es que aunque todos los ciudadanos son iguales ante la ley, sus sufragios no valen lo mismo. Dado que la población de Lérida, Gerona y Tarragona es muy inferior a la de Barcelona, esta se considera infrarrepresentada. Así, en el 2017, para lograr un escaño por Barcelona se necesitaron 38.496 papeletas, 24.511 en Tarragona, 23.963 en Gerona y 16.008 en Lérida. Por lo tanto, la elección de un parlamentario por Barcelona cuesta más de lo doble de votos que por Lérida. El asunto es que los partidos no se han puesto de acuerdo para redactar una ley electoral catalana y modificar los criterios.