Una herida en los atentados del 17-A: «No he vuelto a la Rambla por miedo y pánico»

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Ofrenda floral el La Rambla, en el primer aniversario de los atentados del 17A
Ofrenda floral el La Rambla, en el primer aniversario de los atentados del 17A EUROPA PRESS

Las víctimas de los ataques yihadistas denuncian haberse sentido abandonadas por las instituciones

12 nov 2020 . Actualizado a las 21:52 h.

La tercera jornada del juicio por los atentados de 2017 en la Rambla de Barcelona y Cambrils (Tarragona) revivió ayer con toda su crudeza el testimonio desgarrador de las víctimas de la masacre. Perdieron la vida asesinadas 16 personas y unas 130 resultaron heridas. Una de ellas fue Carmen Romero. Como miles de personas, aquel fatídico 17 de agosto paseaba por la popular rambla barcelonesa junto a una amiga. A las cinco de la tarde, su vida cambió para siempre. A peor, las secuelas aún le afectan. Sigue medicándose.

Entre lágrimas y protegida por una mampara para que no se viera su cara, dejó claro durante su declaración que las heridas, sobre todo las psicológicas, tardan mucho tiempo en cicatrizar y relato cómo en un abrir y cerrar de ojos la furgoneta conducida por el terrorista Younes Abouyaacou se precipitó sobre ellas. El espejo retrovisor golpeó a su amiga en la cabeza y cayeron al suelo malheridas. «La gente empezó a pisotearnos, querían salir corriendo», relató con la voz entrecortada.

Cuando pudo levantarse, la escena que vio aún fue peor: la furgoneta aún seguía por el bulevar hacia abajo «haciendo zig-zag» y atropellando a todo el que se le ponía por delante. «Ya no soy al cien por cien la persona que era antes», lamentó la víctima, quien tres años después de la tragedia aún no se ha atrevido a regresar a la popular calle del centro de la Ciudad Condal por «miedo» y «pánico».

Carmen Romero trabajaba en un hotel de la zona y estuvo seis meses sin salir de casa por miedo y porque no se fiaba de nadie tras comprobar que solo una persona podía provocar semejante «maldad». «Me cambió mucho la vida», confesó durante su declaración en la Audiencia Nacional. Más atención Hasta la fecha, se había escuchado en el juicio la voz de los tres acusados y la de los policías que intervinieron en la investigación y en los interrogatorios posteriores a los terroristas, pero ayer fue el turno para la primera víctima de los brutales atentados, que reclama ayudas y ser indemnizada. Esperaba también su momento para declarar ante el tribunal Javier Martínez, padre del pequeño de tres años que perdió la vida atropellado por el yihadista Abouyaacou.

A las afueras de la Audiencia Nacional, Martínez levantó su voz para reclamar más atención a la víctimas. «Hemos estado muy abandonados», expresó. «Queremos saber toda la verdad. Hay que saber qué ha fallado para estar todos seguros, que la muerte de mi hijo sirva para algo», remarcó. Junto a él, todas las víctimas que han sido llamadas como testigos para declarar en el juicio y que esperaban en una sala especialmente habilitada en la Audiencia Nacional. El juez alteró ayer el orden de las intervenciones. Probablemente, Javier Martínez declarará la semana que viene. Su abogado, Jaume Alonso Cuevillas, diputado de Junts per Catalunya y letrado de entre otros Carles Puigdemont, volvió a tener una enganchada con el presidente del tribunal, Alfonso Guervara, quien está mostrando unas formas muy inflexibles con los letrados y los fiscales, interrumpiendo sus preguntas.

En un momento de la discusión, el abogado le dijo al magistrado que no le oía bien. Tras ser regañado por el presidente del tribunal, formuló su protesta y agradeció su «amabilidad». «La ironía a otro lado, se lo advierto», replicó el juez. «Creo que no he faltado el respeto a ninguno, a mí no se me contesta de esa forma. Si ahora está de moda no respetar las instituciones, aquí se respetan», le espetó.

Cuevillas abona la teoría de que el imán de Ripoll, Abdelbaky Es Satty, presunto cerebro de la célula del 17-A, no está muerto y está protegido por sus vínculos con el CNI. Todos los investigadores que han testificado en el juicio hasta el momento, no obstante, han confirmado que falleció el día de la explosión de la casa de Alcanar, donde la célula preparaba los atentados con bomba y que acabó precipitando los ataques posteriores en Barcelona y en Cambrils.