Insulina para acabar con el rubio de La Trinca

Francisco Espiñeira Fandiño
F. Espiñeira REDACCION | LA VOZ

ESPAÑA

El misterioso intento de asesinato de Josep Maria Mainat, productor que amasó una fortuna de 140 millones de euros con la telebasura, desata un culebrón mediático

02 jul 2021 . Actualizado a las 12:38 h.

El culebrón del otoño tiene como protagonista principal a uno de los grandes impulsores de la telebasura. Josep Maria Mainat (Canet de Mar, 1946) se hizo famoso como una de las tres patas de La Trinca, pero se forró, literalmente, con la venta de la productora televisiva con la que puso en marcha formatos como Crónicas Marcianas, donde los sucesos más mediáticos se estiraban como un chicle en busca de los mayores picos de audiencia

Ahora, el involuntario protagonista de la crónica negra -aunque sin víctimas mortales- es él. Y su aún mujer, Angela Dobrowolski, madre de sus dos hijos menores, cuyo estilo de vida ha despertado todas las suspicacias. 

LA SUPUESTA VÍCTIMA

Un «indepe» con miedo a envejecer. Mainat encontró en la farándula una vía de escape a su ingenio. Estudió Arquitectura, pero nunca acabó la carrera. Sí se formó como programador informático y completó la formación en el conservatorio. Habla seis idiomas y sus redes sociales revelan su condición de independentista irredento. Ello no le impidió durante años ser uno de los habituales de las pantallas españolas con el grupo humorístico La Trinca, junto a sus inseparables Toni Cruz y Miguel Ángel Pasqual. Con el segundo formó el grupo en 1969 y todos juntos firmaron más de 40 discos.

Su talento creativo les llevó a dirigir sus pasos hacia una televisión que en los años ochenta apenas tenía dos canales y se preparaba para la diversificación. Crearon formatos de todo tipo: musicales (Operación Triunfo), concursos (Tariro, tariro) o magacines (Crónicas marcianas). Su productora, Gestmusic, tenía la virtud de convertir en éxito sus principales creaciones y pronto llamó la atención de los gigantes internacionales. Endemol, holandesa, les dio en el 2007 noventa millones de euros, aunque se aseguraron el control de la creatividad de Cruz y Mainat.

Josep Maria agudizó entonces su vena independentista, se separó de su compañera de fatigas Rosa María Sardà, recientemente fallecida, y se convirtió en un fanático de las terapias antienvejecimiento. «Quiero vivir hasta los 120 o 130 años», llegó a declarar recién repuesto de una operación de cáncer. 

LA DETENIDA

Una joven estudiante con un extraño entorno. Con el cambio de siglo, Mainat empezó a devorar publicaciones científicas y se enganchó al cuidado del cuerpo. Padre de un hijo biológico, Pol, y de dos adoptados, Mar y Misha, empezó a frecuentar clínicas de cuidado personal con sofisticados programas. Algunas fuentes sitúan en esa época, en torno al 2007, el inicio de su relación con Angela Dobrowolski, una joven a la que habría conocido en un centro de salud situado en Suiza

Angela tenía apenas 24 años. «Cuando la conocí, tuve que ponerle tres días seguidos vídeos de La Trinca para que supiera quién era yo. No me conocía de nada», explicó Mainat en el 2014, su única aparición pública con esta pareja, en un programa de TV3 en el que presumían de pareja enamorada con dos hijos recién nacidos, Jana y Joan Ramon.

Entonces, y ahora, Angela era una gran desconocida lejos del círculo más próximo a Josep Maria. Se le adjudican estudios de Medicina y un origen alemán, aunque su madre y sus tres hermanas viven en Barcelona, a pocos metros de distancia del que era su hogar conyugal con Mainat en Horta. 

LA NOCHE DE AUTOS

Chutes de insulina para disimular. La relación amorosa había entrado en crisis en los últimos meses. Mainat, de 74 años, apenas compartía ya más que el tiempo con los hijos con su pareja, de 37. El confinamiento por la pandemia no hizo más que aumentar las diferencias entre la pareja. El productor quería divorciarse y, según las pesquisas policiales, Angela se enteró por casualidad, al abrir la cuenta de correo personal de Josep Maria. 

En juego estaba una fortuna que algunas fuentes cifran por encima de los 140 millones de euros: el chalé familiar, edificios de oficinas, un yate de lujo, coches... Angela se enfureció al descubrir que se iba a quedar sin nada y, según la investigación, decidió acabar con la vida del padre de sus dos hijos.

El caso sigue abierto y el Juzgado de Instrucción 32 de Barcelona mantiene diligencias abiertas por el intento de asesinato. La mujer actualmente está en libertad provisional investigada por presunta tentativa de homicidio con alevosía y con la obligación de presentarse en el juzgado cada semana, pese a que Fiscalía pidió prisión provisional comunicada y sin fianza para ella.

Según La Vanguardia, la mujer, que está en el último curso de Medicina, aprovechó que Mainat es diabético y, la noche del 22 al 23 de junio, cuando estaba dormido, le administró insulina justificando que era una dosis con vitaminas y una sustancia para adelgazar. Mainat entró en un cuadro de hipoglucemia, una bajada de azúcar, y luego en coma, por lo que estuvo dos días en el hospital. Según la investigación de los Mossos, la mujer usó durante la noche un glucómetro para ir midiendo el nivel de azúcar del marido y, aunque llegó a niveles en los que había riesgo de muerte, no hizo nada y solo llamó a la ambulancia veinte minutos más tarde.

Dobrowolski niega la acusación de su marido y lamenta los juicios paralelos 

Angela Dobrowolski, esposa del productor de televisión Josep María Mainat, negó ayer las acusaciones que pesan sobre ella como presunta autora del intento de asesinato de su marido y lamentó los «juicios paralelos» de los que dice ser víctima en algunos medios, según informa Efe. Dobrowolski afirmó en un comunicado que la causa iniciada por Mainat contra ella por supuesto intento de asesinato es «absolutamente falsa y está todavía en fase de instrucción judicial».

Dobrowolski subrayó también que «se están instruyendo y siguen abiertos dos procedimientos penales contra José María Mainat por violencia de género» contra ella, uno de ellos pendiente de resolución y en el que solicita una orden de protección, mientras que el otro está «en curso».