Luisa Segoviano: «Me preocupan los miles de asuntos que van a llegar cuando terminen los ERTE»

Miguel Ángel Alfonso MADRID / COLPISA

ESPAÑA

María Luisa Segoviano, a la derecha, conversa con el laboralista Matias Movilla, durante unas jornadas celebradas en Vigo en el 2008
María Luisa Segoviano, a la derecha, conversa con el laboralista Matias Movilla, durante unas jornadas celebradas en Vigo en el 2008 M. MORALEJO

La magistrada ha roto un techo de cristal histórico al convertirse en la primera mujer nombrada presidenta de sala del Tribunal Supremo

02 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Incluso para las instituciones bicentenarias todavía sigue habiendo primeras veces. Desde su fundación en 1812 en las Cortes de Cádiz, ninguna de las salas del Tribunal Supremo había estado presidida por una mujer. Hasta este miércoles. La magistrada María Luisa Segoviano (Valladolid, 1950) ocupará a partir de ahora ese cargo al frente de la sala de lo Social después de haber sido elegida por amplia mayoría (19 votos a favor y 2 abstenciones) por los vocales del Consejo General del Poder Judicial. El nombramiento, que a ella le pilló «trabajando», no estuvo exento de polémica, al encontrarse dicho órgano con el mandato caducado desde hace dos años; sin embargo, su figura está fuera de dudas entre la judicatura y la clase política.

Comprometida con paliar las injusticias y reducir la brecha de género, el aterrizaje de Segoviano en el Alto Tribunal ha sido «suave», como ella misma reconoce. Además de llevar casi dos décadas centrada en la jurisdicción social en el Supremo, ya ocupaba el cargo de presidenta de sala en funciones desde el pasado 25 de junio cuando su titular, el magistrado Jesús Gullón, se jubiló.

Los que la conocen dicen de ella que es «generosa, valiente y gran defensora de su vocación». Desde su nombramiento su teléfono no ha dejado de sonar. Entre intervenciones en televisión y medios interesados en hablar con la primera mujer presidenta de una sala del Supremo, la protagonista del día seguía asombrada por la repercusión de su nombramiento. «Ojalá llegue la hora en que estas cosas no sean noticia, no sé si a mis otros compañeros recién nombrados también les han llamado tantas veces», reflexionó en una conversación con este periódico.

La sentencia de los repartidores

Su nombre quizá resulte desconocido para la gran mayoría, pero algunas de las sentencias en las que Segoviano ha participado han terminado ocupando portadas, sentando incluso jurisprudencia en temas que afectan a miles de ciudadanos. Hace solo una semana, sin ir más lejos, un fallo de su puño determinó que la relación existente entre un repartidor (conocidos como riders) y la empresa Glovo tiene naturaleza laboral, con lo que el empleado no puede ser tratado como un autónomo. La decisión abría una nueva senda para regular un fenómeno creciente.

Segoviano aún se sigue sorprendiendo de la influencia que tiene la sala, del poder que atesora el recinto. «Es muy satisfactorio. Hemos llegado a cambiar la legislación. Se ha llegado a regular el despido objetivo de la trabajadora embarazada, cuestiones que nosotros interpretamos en la sentencia y que luego recogen un Real Decreto de forma literal. En el caso de los riders todos veíamos a estos chicos jóvenes con las bicis en las puertas de los locales, se ha abordado una cuestión que no estaba regulada en su derecho», explica la magistrada.

Permiso de lactancia

En mayo del 2018, la misma sala que ahora preside unificó como doctrina que la base del cálculo en la acumulación del permiso la lactancia fuera de una hora diaria y no de 30 minutos, como venía aplicando la empresa demandada. Una ocasión, por cierto, en la que se rompió otro techo de cristal, por primera vez una sala del Supremo estuvo compuesta exclusivamente por mujeres: Milagros Calvo, Lourdes Arastey, Luz García Paredes y la propia Segoviano.

Aunque prefiere no entrar en valoraciones sobre los recientes enfrentamientos entre el Gobierno y el órgano rector de los jueces -«nosotros lo que tenemos que hacer es trabajar con objetividad, serenidad y sosiego», afirma-, está relacionada con el sector progresista del CGPJ. En el 2016, fue una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE) junto a otras magistradas destacadas como la exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, o la actual ministra de Defensa, Margarita Robles.

La segunda ola de la crisis

Sin embargo, el futuro judicial que la nueva presidenta dibuja para la sala de lo Social del Supremo no es muy optimista. «Me preocupan los miles de asuntos que va a traer el covid cuando terminen los ERTE, el próximo 31 de enero. Todavía no habíamos logrado recuperarnos de la crisis anterior, no teníamos apenas despidos colectivos ni asuntos de gran trascendencia por la cantidad de trabajadores afectados, pero me temo que eso va a cambiar en el 2021», augura.

Una vez roto este techo de cristal, la pregunta es obligada. ¿El próximo es tener una presidenta del Consejo General del Poder Judicial? «¡Sí! Ese es el siguiente. Curiosamente, la Fiscalía General del Estado ha sido más avanzada en igualdad de género, en la carrera judicial está costando un poquito más».