Con Juan Carlos I en el disparadero tras los sucesivos escándalos por sus negocios opacos, el ministro volvió a marcar una línea divisoria entre la figura del que fuera jefe del Estado durante casi cuatro décadas y la imagen de la Casa Real. El socialista insistió además en la obligación de defender la estabilidad y «proteger» a las altas instituciones del Estado de cualquier agravio que las debilite. «Cuando protegemos a la Corona -reconoció-, protegemos el modelo del Estado, que es el modelo constitucional que nos dimos».
El ministro de Justicia consideró que hay que hacer una «enorme pedagogía» para distinguir entre la actuación personal de quien ha encarnado la Jefatura del Estado y la institución misma y defendió la necesidad de salvaguardar la monarquía parlamentaria, dentro del pacto constitucional.