Los partidos toman aire para el inicio de un curso político de alto voltaje

Nuria Vega MADRID | COLPISA

ESPAÑA

Chema Moya | EFE

Moncloa lidia con tensiones internas, una pandemia y los Presupuestos

17 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las tensiones de este atípico verano del 2020 son solo el preludio de un otoño complejo en el que el Gobierno tendrá que gestionar varios frentes en lo político, lo económico, lo institucional y lo sanitario. Pese a la ralentización de la actividad en la última semana, el aumento de contagios por coronavirus, la resaca de la salida del rey emérito, la investigación de las cuentas de Podemos y la protesta de los ayuntamientos por el uso de sus remanentes, deja entrever un complicado escenario para el arranque del nuevo curso.

El primer reto del Gobierno, por nuclear para afrontar el resto, será el de reforzar la consistencia de sus apoyos parlamentarios. La heterogeneidad de la mayoría que impulsó a Pedro Sánchez a la Moncloa y el contexto en el que se mueven algunos socios como ERC, condicionado por el clima preelectoral en Cataluña, dificultan la tarea de recomponer la red de la investidura. Y los Presupuestos están a la vuelta de la esquina. Hasta ahora el Ejecutivo ha dado muestras de querer convocar tanto a la izquierda como a Cs a la negociación, una vía que cobra fuerza, por lo que será una ocasión para comprobar las compatibilidades o incompatibilidades entre opciones políticas tan distantes como Podemos y el partido de Arrimadas. Y, por extensión, supondrá un test para la fortaleza de la coalición de Gobierno.

La segunda cita del otoño llegará de la mano de Vox, que pretende impulsar en septiembre su moción de censura. Aun sin visos de prosperar, el debate dejará tras de sí, en todo caso, la fotografía del momento político actual y el estado de las alianzas gubernamentales. Será también una situación incómoda para el PP, donde hay cargos que ven tras el movimiento de Abascal un intento de ponerles contra las cuerdas. Los populares, sin embargo, intentarán centrar el tiro en los próximos meses en el terreno económico. Ahí entienden que el Ejecutivo sufrirá el desgaste de la gestión. Son diversos los sectores del PP que apuestan por potenciar el perfil de partido con experiencia de gobierno para ofrecer a Casado como alternativa en una crisis derivada de las consecuencias de la epidemia. Voces de la formación conservadora apuntan, además, que la respuesta a la situación económica es fuente de discrepancia interna entre los dos socios de Consejo de Ministros: Podemos y PSOE. Tampoco dejarán pasar la oportunidad de poner el foco en aquellos elementos que dejan en evidencia la debilidad del Gobierno en el Congreso. Es el caso del real decreto sobre los remanentes municipales, que ha soliviantado a alcaldes de todo signo político. También de partidos socios gubernamentales, como ERC, los comunes de Colau o Compromís.

Un ojo en Cataluña

Tampoco hay que perder de vista Cataluña, donde sigue en el aire la convocatoria electoral. El presidente, Quim Torra, está pendiente, además, de que el Supremo decida sobre su inhabilitación por desobediencia. En este contexto adquiere una mayor importancia el estado de las relaciones entre los socialistas y Podemos. En los últimos meses han sido varios los episodios en los que han aflorado sus diferencias. El último, el de la marcha de Juan Carlos I del país. Pablo Iglesias llegó a hablar de «actitud indigna» y de la posición «muy comprometida» de la monarquía. Sánchez, sin embargo, cerró filas en torno al pacto constitucional. Ahora, el horizonte judicial de Podemos supone una nueva piedra en el camino y un argumento más para la oposición; especialmente, para el PP, que reclama la dimisión del vicepresidente del Gobierno. Pese a todo, desde la Moncloa insisten en blindar la alianza. Aunque Sánchez ha optado por no pronunciarse sobre la causa de Podemos en los tribunales, la ministra portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, defendió la «cohesión» de una alianza para «cuatro años».