Sánchez y Casado afrontan hoy una cita crucial para el futuro de España

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Pablo Casado felicita a Pedro Sánchez, el 7 de enero, tras su investidura como presidente del Gobierno
Pablo Casado felicita a Pedro Sánchez, el 7 de enero, tras su investidura como presidente del Gobierno STRINGER

Un fracaso en la negociación haría imposible un pacto de Estado frente al COVID-19

20 abr 2020 . Actualizado a las 09:08 h.

Treinta y ocho días después de que el Gobierno decretara el estado de alarma en todo el país; transcurridos más de dos meses desde que España registrara el primer fallecido como consecuencia del coronavirus; cuando la pandemia ha matado ya a 20.453 españoles y más de cuatro millones de trabajadores se han visto afectados por un ERTE, el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Pablo Casado, mantendrán hoy su primer contacto con el objetivo de alcanzar un pacto de Estado para hacer frente a la mayor crisis sanitaria y económica desde la Guerra Civil. Pese a las dramáticas cifras de víctimas mortales y de infectados por el coronavirus, la cita se celebra en un ambiente de desconfianza mutua que dificulta la posibilidad de un acuerdo que deje atrás las diferencias políticas.

El presidente del Gobierno ha anunciado ya al resto de líderes de las fuerzas con representación parlamentaria su intención de poner en marcha una mesa de diálogo que conduzca a unos nuevos Pactos de la Moncloa. Hasta ahora, todos los grupos, excepto Vox y la CUP, han mostrado su disposición a participar en ella a pesar de sus reproches a Sánchez por la unilateralidad en la toma de decisiones. Pero cualquier pacto que se alcance sin contar con el principal partido de la oposición, que gobierna en cinco comunidades, nacerá lastrado y será ineficaz para sentar las bases de la reconstrucción de la economía. La cita de hoy es por tanto clave para lograr un acuerdo de Estado al que deberán sumarse también los sindicatos y la patronal y que, según las encuestas, desean una inmensa mayoría de españoles. 

Ambiente de desconfianza

Más allá de la llamada la unidad, Sánchez no ha detallado hasta ahora ni el contenido del pacto que aspira a lograr ni la metodología para abordarlo. Casado no renuncia de entrada a un acuerdo, aunque esperará a escuchar la oferta del Gobierno para decidir si se sienta en esa mesa y si apoya en el Congreso la nueva prórroga del estado de alarma solicitada por el Ejecutivo.

El líder del PP mantiene la sospecha de que lo que pretende Sánchez es «mutualizar» los errores del Ejecutivo en la gestión de esta crisis. Los populares reprochan además a Sánchez que no haya llamado personalmente a Casado antes de esta cita. El principal obstáculo para que el PP llegue a un pacto global es la presencia en el Ejecutivo de Unidas Podemos y también que Sánchez pretenda contar con los partidos independentistas. Casado no comparte las recetas económicas del partido morado, al que reprocha estar aprovechando la crisis para forzar un «cambio de régimen», y considera contradictorio que se plantee un pacto para la reconstrucción de España con aquellos «que quieren destruirla», en referencia a los partidos secesionistas. 

Posturas enfrentadas

El jefe del Ejecutivo, sin embargo, ha dejado claro ya que no está dispuesto a romper con su socio en el Gobierno ni a excluir del diálogo a los independentistas, por lo que el acuerdo se prevé muy complicado, máxime cuando los propios socios de investidura de Sánchez, como ERC o el BNG, además de Junts per Catalunya, han puesto como condición para participar en cualquier acuerdo que las medidas a adoptar no se pacten con la derecha, lo que excluiría tanto a los populares como a Ciudadanos, que hasta ahora se ha mostrado como el máximo partidario de reeditar los Pactos de la Moncloa.

Un acuerdo que todos invocan, pero del que todos desconfían 

G. B.

La crucial reunión entre Sánchez y Casado llega en pleno cruce de reproches. Aunque desde la Moncloa se evitan los ataques directos, el PSOE multiplica los gestos de menosprecio y las acusaciones de deslealtad al PP, mientras que los populares culpan abiertamente al Gobierno de haber fracasado en esta crisis. Más allá de la desconfianza y las diferencias personales entre Sánchez y Casado, la principal dificultad para el acuerdo es la batalla política.

Todos reclaman unidad, pero todos recelan de ella. El jefe del Ejecutivo pretende forzar al PP a sumarse a un pacto que reforzaría su estabilidad tras haber sido investido por mayoría simple y gracias a la abstención de ERC y EH Bildu, que no le garantizan ahora su apoyo. Sánchez pretende que los nuevos Pactos de la Moncloa sean el preludio de la aprobación de unos «Presupuestos de reconstrucción» que dejarían desactivada a la oposición. 

Casado es reticente a un acuerdo global con todos los partidos porque eso debilitaría su papel de jefe de la oposición y alternativa a un Gobierno al que reprocha una pésima gestión. Los populares consideran que la oferta de Sánchez no es sincera porque con ella trata de compartir el coste de sus errores en la lucha contra la pandemia y el descontento social que acarreará la crisis económica sin precedentes que predicen todos los expertos.

Unidas Podemos ha visto en esta crisis la oportunidad de hacer valer su imprescindible apoyo a Sánchez imponiendo una respuesta que cargue los costes sobre la empresa privada. Pablo Iglesias, teme además que un acuerdo entre el PSOE y el PP, que sumaría por sí solo 208 diputados y no necesitaría de más apoyos, desdibuje su papel en el Gobierno y provoque la ruptura de la coalición. Los independentistas aprovechan la situación para reclamar la autodeterminación y temen que un pacto entre Sánchez y Casado suponga una recentralización de competencias.