Torra apuntala en la crisis su estrategia de confrontación con el Gobierno

ESPAÑA

GENERALITAT DE CATALUNYA

El presidente catalán, atrapado entre combatir el virus y marcar distancias con Madrid

14 abr 2020 . Actualizado a las 15:01 h.

La crisis del coronavirus también le ha pasado por encima a Quim Torra. El presidente de Cataluña, la segunda comunidad autónoma más afectada, se ha visto desbordado. Su gestión de la crisis ha sido errática y muy criticada. Desde el principio, ha jugado a la contra, tratando de desmarcarse del Gobierno, pero se ha visto obligado a hacer lo que, desde su perspectiva independentista, son concesiones. La primera, aceptar el mando único de Sanidad, lo que se ha tomado como una recentralización que atenta contra las competencias catalanas. La segunda, no solo dar el visto bueno a la presencia del Ejército en tierras catalanas, sino pedirle que actuara en las residencias y en las puesta en marcha de hospitales de campaña.

Distancias con Madrid

«Cataluña tomará sus propias medidas». En ese afán por marcar distancias con Madrid, defendió desde muy pronto el confinamiento total, es decir el cierre de Cataluña. Y lo sigue haciendo ahora. En vísperas de que vuelvan a sus puestos los trabajadores de servicios no esenciales, Torra ha aumentado la presión. En la reunión que Pedro Sánchez mantuvo ayer con los presidentes autonómicos, denunció que «es una temeridad y una imprudencia» y señaló que los directores de los hospitales catalanes le han trasladado que «el confinamiento total debería seguir unas semanas más». Y advirtió que «Cataluña no va a permanecer de brazos cruzados y vamos a tomar nuestras propias medidas».

Torra busca desesperadamente diferenciar su gestión de la que marca Sanidad. Así, ha asegurado que las mascarillas serán obligatorias en Cataluña y se distribuirían entre la población. El jueves dijo que la primera sería gratuita y se podría recoger este martes con la tarjeta sanitaria en las farmacias. Solo 24 horas después y ante las protestas de los farmacéuticos se vio obligado a rectificar y aplazar la entrega hasta el día 20.

Gestión

Carencias. «Torra fue un presidente por accidente y ha demostrado muchas deficiencias para gestionar el día a día de un gobierno; ahora, durante la crisis, esas carencias son más evidentes», señala la politóloga Verónica Fumanal. El consultor político Santiago Martínez considera que para valorar su gestión «hay que tener en cuenta la convocatoria inminente de elecciones, cuya fecha quedó en el aire, lo que no ha hecho más que politizarla aún más, como ha ocurrido en el País Vasco y Galicia, donde la crisis también se ha usado de modo electoralista». En su opinión, «sus decisiones están dirigidas claramente a mantener una coherencia respecto a su electorado de confrontación con Madrid, mediante la acusación de que busca la recentralización del Estado». Según en analista, «este clima de tensión sin duda le favorece».

División

Guerra abierta en el Gobierno catalán. Las críticas le han llevado a buscar una cabeza de turco, la del consejero de Trabajo y Asuntos Sociales, Chakir El Homrani, al que ha quitado la competencia de las residencias para entregársela a Alba Vergés, titular de Salud. Ambos, de ERC. Los ancianos con coronavirus fallecidos en las residencias catalanas superan los 1.400. Esto ha derivado en una guerra abierta entre los socios del Gobierno catalán. Torra culpa a los consejeros de ERC de la mala gestión en las residencias, y en concreto en que se hayan paralizado durante cinco días las labores de limpieza en las mismas.

Lo más significativo de esta crisis es la presencia de los militares en Cataluña. En principio, se opuso a que el Gobierno los enviara para desinfectar el aeropuerto de El Prat y el puerto de Barcelona. «Se nos envía el Ejército sin decir para qué», criticó. «Si el Ejercito quiere venir a ayudar que se ponga en la pista y evite que aterricen los aviones», añadió. Pero, poco a poco, ha ido reculando.

Presencia del ejército

Marcha atrás y reticencias. «Si necesitamos refuerzos, lo pediremos, porque una parte importante del Ejército la pagamos los catalanes», dijo hace algo más de dos semanas. Días después, la Generalitat daba un giro de 180 grados a su posición inicial y pedía ayuda a la Unidad Militar de Emergencia (UME) para desinfectar residencias y otras instalaciones. En todo caso, Torra ha seguido poniendo trabas a su actuación. Las última, frenar en un primer momento la puesta en marcha de dos hospitales de campaña en Sabadell y Sant Andreu de la Barca que estaban montando el Ejército y la Guardia Civil.

«No considero que la intervención del Ejército en Cataluña evidencie su falta de capacidad de gestión, porque estamos ante una crisis de dimensiones desconocidas y el Estado debe contar con todos los recursos», asegura Fumanal. «Lo que sí me parece que lo evidencia es cuestionar que el Ejército deba intervenir ahí por razones nacionalistas», añade la presidenta de la Asociación de Comunicación Política.

Riesgo

Difícil equilibrio. «En una crisis sanitaria y con muertes de por medio, mantener una posición de negación a cualquier tipo de ayuda supondría el riesgo de hacerle culpable de dichas muertes por haber dado más importancia a cuestiones políticas que a la resolución de la crisis», asegura Martínez. «Algo que de sostenerse en el tiempo posiblemente lo pondría en el punto de mira, para mal, cosa que empezó a ocurrir cuando recibió críticas internas y de médicos por su gestión, que se centró al inicio en culpabilizar a Madrid, como hizo en una entrevista en la BBC o enviando cartas a los líderes de la UE exigiendo el aislamiento total de Cataluña», explica. «Hace una semana reconoció que ‘hay cosas que la Generalitat no ha hecho bien’», señala.

«No obstante, aun cediendo a dicha intervención, ha seguido usando los resortes competenciales para poner limitaciones, como hizo con los hospitales móviles levantados por el Ejército y la Guardia Civil diciendo que no cumplían los requisitos sanitarios mínimos».