Montero entró en la sala acompañada precisamente de su antecesora en el cargo, Isabel Celaá, que bromeó a su llegada con los periodistas que habitualmente cubren la información del Gobierno diciendo que no era tan sencillo librarse de ella. Celaá compareció en calidad de ministra de Educación para atender a las cuestiones relacionadas con el pin parental en Murcia.
Sin duda son dos estilos diferentes para llevar la portavocía. Montero demostró ayer que no le falta seguridad y contundencia para despejar todos y cada uno de los muchos balones que llegan con peligro en forma de preguntas de los periodistas. Un central a la vieja usanza: al corte rápido y duro; nada de hacer prisioneros. Despejar la pelota lejos, sin importar muy bien dónde. ¿Al quinto anfiteatro? No pasa nada; lo importante es que no pase. Y si procede, meterle el dedo en el ojo al rival, es decir, a la oposición, que atiende desde sus casas a través del televisor. Celaá era más de intentar salir con la pelota jugada, lo que muchas veces le acababa costando disgustos.