La situación en Cataluña: Un callejón sin salida política

ESPAÑA

El adelanto electoral, que ya piden dirigentes de ERC podría modificar algo el escenario si Torra deja el poder

21 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras el estallido de la violencia en Cataluña y la penosa actuación del presidente Quim Torra el escenario político que se vislumbra es un callejón sin salida. Pero algunos factores podrían cambiar algo el escenario. Las disensiones internas en las fuerzas independentistas pueden llevar a un adelanto electoral que supusiera la victoria de ERC, partidaria de una vía más posibilista que la que defiende Torra, un presidente que actúa como activista. Los expertos consultados por La Voz analizan el escenario político que se abre en Cataluña.

 ¿Cómo puede evolucionar políticamente la situación?

El consultor político Santiago Martínez estima que «muy probablemente hacia un adelanto electoral por la divisiones internas del independentismo y en la coalición de gobierno». También destaca «la tensión interna generada por Puigdemont desde Bélgica y cómo puede afectar a todo esto la reactivación de la euroorden para su detención así como su posterior juicio». Señala que «habrá que estar pendientes de los posibles recursos, sobre todo en el Tribunal de Estrasburgo, ya que una validación de la sentencia desmontaría el argumento de juicio político que los independentistas usan fuera de España». Para Martínez, estos son «factores claves en los próximos meses, tal vez años». Además, asegura que «la contundente sentencia parece dejar claro la imposibilidad de repetir un referendo, algo que los socios de Torra saben, y de hecho ya empiezan a amenazarle con el adelanto electoral».

Para el catedrático de Derecho Constitucional Xavier Arbós, la situación se desarrollará «a corto plazo con movilizaciones como las que estamos viendo, de hecho, se ha advertido que van a continuar hasta el día 26, fecha en la que esta prevista una manifestación multitudinaria, y con la incertidumbre derivada de problemas de falta de liderazgo». Pero «ahora los problemas en primer plano son de orden público, y es muy difícil hacer previsiones».

«Todavía es pronto para analizar las posibles consecuencias», estima la politóloga Verónica Fumanal. «Las movilizaciones en Cataluña se han tornado violentas y todavía no se han calmado, habrá que esperar al final para hacer balance de lo ocurrido y de la gestión de los gobiernos», añade.

 ¿Qué posibles vías se pueden abrir tras el 10N?

«Dependerá del resultado de las elecciones y de las decisiones que se tomen desde la Generalitat», señala la politóloga Berta Barbet. «Si el Gobierno socialista se mantiene en el poder con el actual tono, y la Generalitat es capaz de salir de la crisis actual en la que se ha metido con un plan de largo plazo que permita gestionar el día a día de Cataluña en otros temas, probablemente las protestas bajarán de intensidad y poco a poco volverá la normalidad», añade. «En el medio plazo incluso se podría generar un espacio de diálogo e ir solucionando partes del problema territorial», opina. «Pero si el gobierno socialista pierde el poder, o pacta con otros partidos, o en la Generalitat se mantiene el actual bloqueo que hace que solo sea posible hacer gestos de cara a la galería independentistas, el conflicto se bloqueará, o se intensificará y la situación evolucionará a peor», concluye.

 ¿En qué pueden desembocar las disensiones entre las fuerzas independentistas?

Fumanal apunta a ERC: «si quiere ser creíble en su nuevo posicionamiento más moderado, debe romper el gobierno y provocar elecciones». Barbet lo explica así: «Es evidente que ERC tiene un incentivo claro para convocarlas, pero Junts per Cat está claramente mal posicionado en estos momentos para ir a unas elecciones, y es Torra quién debe disolver el Parlamento». Arbós cree esas disensiones van a llevar a ERC a pedir unas elecciones anticipadas, como ya ha hecho Joan Tardá, «al que se supone bien conectado con Junqueras y encargado de anticipar globos sonda para las bases». En su opinión, «la presión sobre Torra subirá» y ve probable «la anticipación de las elecciones, que serían a principios del 2020». Arbós no descarta que «los sectores más radicales de JxCat y el propio Torra acepten el adelanto electoral a cambio de que esas elecciones sean, como las del 2015, ‘plebiscitarias’, esta vez, si es el caso, contando votos y no escaños». «Dudo, sin embargo, que ERC aceptara darles este carácter, y en esta tesitura JxCat les acusaría de tibios para evitar ser sobrepasados por los republicanos, que es lo que temen de verdad», concluye.

El diálogo es imposible con un presidente-activista como Torra

¿Es posible el diálogo entre los gobiernos central y catalán como exigió ayer Torra? «Ahora Cataluña no tiene un presidente, tiene un activista, y es imposible que el Gobierno pueda establecer un diálogo con él», asegura Fumanal. «Un presidente no corta autopistas, un presidente garantiza la seguridad de toda la población, un presidente defiende a sus servidores públicos, Torra no lo es», concluye. «En teoría siempre cabe el diálogo, pero en las actuales circunstancias me parece imposible», afirma Arbós. «Por dos motivos; el primero es que el PSOE busca dar una imagen de firmeza, en un contexto en el que cualquier partido que muestre flexibilidad hacia el mundo independentista perderá votos fuera de Cataluña». El segundo, «es que Torra sigue en un planteamiento que hace imposible un diálogo: desde agosto habla de confrontación y se manifiesta en la unilateralidad». Pero, «a pesar de todo, el diálogo sigue siendo necesario y cuando llegue el momento, que no es ahora, será la primera manera de evidenciar que hay una actitud de escucha».

Sin alternativa

«Debe caber porque no hay más alternativa», responde Barbet. «Debe ser un diálogo a medio plazo, en el corto es imposible llegar a acuerdos, pero se pueden ir generando consensos sobre cuál es la realidad para hacer un diagnóstico más o menos compartido que permita llegar a diálogos más productivos a medio plazo», señala. «El futuro diálogo, máxime con el nuevo gobierno catalán si hubiera adelanto electoral, sería un escenario de negociación de nuevas competencias económicas y fiscales y probablemente sin descartar una hoja de ruta para un referendo de ámbito estatal», señala Martínez. «La gente habría salido a votar y ambas partes ganarían, y se ganaría tiempo y cierta normalidad al menos en el medio plazo», afirma.