La fiscala acusa a Ana Julia Quezada de matar «de modo deliberado y a sangre fría» a Gabriel

cecilia cuerdo ALMERÍA / COLPISA

ESPAÑA

Ana Julia Quezada apareció ayer en la Audiencia Provincial de Almería con una nueva imagen
Ana Julia Quezada apareció ayer en la Audiencia Provincial de Almería con una nueva imagen Carlos Barba | EFE

Un jurado popular de siete mujeres y dos hombres decidirán el veredicto en Almería

10 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera sesión del juicio por la muerte de Gabriel Cruz dejó a las claras que las estrategias jurídicas pasan por mostrar la intencionalidad o no de Ana Julia Quezada, acusada de la muerte del niño de 8 años y que ella achaca a un accidente. Sin embargo, la acusación que ejerce la familia del menor aseveró que el pequeño «tuvo opción de salir con vida», aludiendo a que Quezada lo dejó agonizando cerca de una hora antes de intentar ocultarlo en una fosa que ella misma cavó. La defensa, por el contrario, hace hincapié en la colaboración mostrada por la acusada tras descubrirse su autoría, y mantiene la tesis, «sustentada por las pruebas», de que «no intentó matar al niño, sino acallarle», y el asunto se le fue de las manos. 

«No cabe mayor maldad»

Quezada, con un aspecto muy diferente al mostrado durante los días de búsqueda del pequeño, llegó a la Audiencia Provincial de Almería poco antes de las nueve de la mañana. Durante toda la vista oral se ha mostrado llorosa, y negaba con la cabeza durante las afirmaciones que profería el abogado que representa a la familia de Gabriel. Especialmente compungida se la pudo observar cuando el letrado aseguró que «no cabe mayor maldad» y detalló el móvil del crimen: quería quitarse de en medio al menor porque le estorbaba en la relación con el padre, Ángel Cruz. Pero también aventuró un móvil económico, haciendo referencia a ciertos comentarios que la mujer habría realizado sobre un posible reparto de propiedades inmobiliarias de la familia.

«La tesis de que el niño se ha muerto resulta inaceptable», sentenció el letrado Francisco Torres. «Estuvo cerca de una hora con posibilidad de salvarse, y alguien no rematadamente malo como la acusada hubiera llamado a los servicios de emergencias», continuó. No pudo ser un accidente, como mantiene la defensa de Quezada, remarcó, asegurando además que «no cabe tanta maldad, hacer tanto daño a un niño» como el que, afirma, ha hecho la acusada.

«Pudo hacer con el niño lo que quisiera», ha asegurado el letrado, quien ha subrayado que le dio una «manta de palos antes de asfixiarlo». «La secuencia de los hechos es que lo mata y se pone a fumar y a hacer el hoyo. Es seguro que es cuando ve que aún respira cuando lo asfixia ahí», ha señalado.

«La sensación que tenemos es que seguramente lo quiso descuartizar. Hay un móvil doble. Un móvil económico. Ya iba repartiendo. El segundo móvil es que, objetivamente, Gabriel le estorbaba», ha incidido. 

Chapuza

Por el contrario, el abogado de la defensa de Quezada, Esteban Hernández Thiel, trató de resaltar ante el jurado, que está compuesto por siete mujeres y dos hombres, que «si hubiera habido alguna intencionalidad, qué chapuza haberlo hecho en la casa familiar, o haberse quedado allí con toda la expectación mediática».

Insistió en que su intención no era provocar unas lesiones al niño ni añadir un sufrimiento añadido a los padres, sino que «no se descubriese lo que había hecho» posteriormente.

La fiscala Elena María Fernández solicitó, por su parte, incorporar dos pruebas: un reportaje fotográfico de la zona en la que desapareció Gabriel realizado por el Laboratorio de Criminalística y la evaluación económica de la búsqueda. 

Desprecio a la vida

Fernández ha asegurado en su intervención que el pequeño «no tuvo opción de salir con vida» de la finca de Rodalquilar (Níjar, Almería), en la que pereció.

«Con claro ánimo de ocasionarle la muerte, de modo deliberado, consciente, a sangre fría y con absoluto desprecio a la vida», Ana Julia le dio «muerte de una forma tan repentina, inmediata e impredecible que anuló toda capacidad de reacción de este niño», ha sostenido. Ha añadido que Gabriel no podía esperar además «de ninguna manera un ataque que procede de una persona que es pareja de su padre», que había generado «confianza» en él por pertenecer a su entorno familiar.

Ha defendido que «más allá de este ataque» que pilló «desprevenido» al menor, Ana Julia aprovechó la absoluta «situación de desamparo y desvalimiento» propia de un niño de «8 años que pesaba 34 kilos», por el «desequilibrio de fuerzas» entre ambos, que le dio una «mayor facilidad para cometer el delito y asegurar el resultado de muerte».

Tras las alegaciones de los abogados y la lectura de los escritos de calificación, el juicio se retomará este martes con la declaración de Quezada, a la que seguirá el testimonio, ya a puerta cerrada, de la familia del menor. Ana Julia Quezada se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable que solicita la Fiscalía para ella.

Recriminan a la acusada su sobreactuación en los medios para mostrar aflicción 

La fiscala Elena Fernández, bajo la atenta mirada de Ana Julia Quezada, le ha reprochado a esta su comportamiento tras la desaparición del niño. Reseñó la «sobreactuación en los medios», ante los que mostró un «estado de aflicción compungida y falsario» en manifestaciones, «alentando los ánimos de los padres». «Pensamos que el impacto emocional de ese comportamiento en el estado de conmoción emocional, de angustia e incertidumbre de Ángel Cruz y Patricia Ramírez permite acusarla de dos delitos de lesiones psíquicas por su absoluto desprecio a su estado», aseguró.

La representante del ministerio público ha reclamado al jurado popular que, frente a la defensa de Quezada, que sostiene que su criterio está «contaminado por influencia previa» por la difusión mediática del caso, se «abstraigan» y demuestren que «eso no es así» y se centren en las pruebas que se van a practicar durante las ocho sesiones de la vista.