Un maltratador aprovecha el régimen de visitas para asesinar a su hijo de 11 años

Sócrates Sánchez MURCIA / COLPISA

ESPAÑA

La alcaldesa de Beniel, Mari Carmen Moreno (en el centro) decretó dos días de luto oficial en la población por el asesinato del pequeño
La alcaldesa de Beniel, Mari Carmen Moreno (en el centro) decretó dos días de luto oficial en la población por el asesinato del pequeño Baldo Cortón | Efe

El pequeño estaba obligado por su edad a ver a su padre, pero su hermano mayor, de 17 años, había roto toda relación con su progenitor

27 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Él daba vueltas por el pueblo, a ver si podía ver a los críos. Decía que su suegra no le dejaba verlos». Francisco Javier Moñino era ayer uno de los vecinos de Beniel (Murcia) más reclamados por los periodistas. Pocos como él conocían a David, el hombre condenado por maltrato a su exmujer que unas horas antes, el jueves por la tarde, acabó a cuchilladas con la vida de su hijo menor, de once años, y se ahorcó luego en la cocina de la vivienda.

«Estaba todos los días por el pueblo a ver si la veía [a su exmujer]. La controlaba. Yo le veía y le decía: ‘David , deja de controlarla, tío’. Estaba obsesionado, lo ha estado desde que se fue la mujer hasta ahora. Obsesionado con ella, con los críos», explicó este vecino de Beniel, que durante un tiempo tuvo al parricida como compañero de trabajo en la construcción.

«Lo ha tenido que hacer por joder a la mujer. A él le daba igual todo. Parecía que podía quitarse la vida, como ya hizo uno de sus hermanos, pero nunca que podía matar a uno de sus hijos. No puedo entender cómo ha matado al crío», añadió frente al edificio en cuyo tercer piso se desencadenó la tragedia.

David S. O., de 39 años, se separó hace dos años y ahora se encontraba en pleno proceso de divorcio en los juzgados. La relación con su antigua pareja era tormentosa. Tenía una condena por violencia machista -en concreto, por coacciones- y fue detenido el 18 de junio por quebrantar la orden de alejamiento. Por esos hechos le impusieron una pena de cuatro meses de prisión, que quedó suspendida a petición de la defensa y sin la oposición de los acusadores.

Pese a los antecedentes, David seguía viendo con regularidad a su hijo pequeño, en cumplimiento de un régimen de visitas que seguía vigente -dos días a la semana durante dos horas-, pero no ocurría lo mismo con el mayor, de 17 años, que podía decidir por sí mismo si quería estar con su progenitor. «Por suerte, el mayor no fue a la casa y se ha escapado. Porque yo creo que si está el mayor, también lo mata», sentenció Francisco Javier, quien aseguró que David tenía «esquizofrenia, depresión, le daban vértigos, y me dijo que tenía cáncer de hígado». 

El asesino se ahorcó

La madre fue quien alertó a la Guardia Civil, hacia las ocho y media de la tarde. Su expareja no le había devuelto al niño a la hora acordada. Los agentes se personaron rápidamente en casa del varón y entraron con la ayuda de un cerrajero. Encontraron el cadáver del pequeño, quien en apariencia fue apuñalado, estaba en el pasillo y su progenitor, ahorcado en la cocina.

Los testimonios se repetían con ligeras variaciones. María del Carmen García, asistente a la concentración convocada por el ayuntamiento, se unió a quienes reprochaban el acto brutal. «Tenía que haber una persona para controlar la entrega y para que vigilase al padre mientras estaba con su hijo, porque él era un maltratador».

Isabel María, cuya hija jugaba habitualmente con el pequeño asesinado, se lamenta de que mientras el hijo mayor podía elegir si acudía o no a ver a su padre, y no tenía relación con él, el menor estaba obligado por ley: «Él no quería ir, pero era menor y su opinión no contaba. Un año más y podría haber elegido, porque con doce años ya puedes decidir».

El titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Murcia, en funciones de guardia, abrió diligencias por asesinato. La causa, sin embargo, acabará archivada porque la responsabilidad penal en la que habría incurrido David S. O. se extinguió el jueves, con su muerte.