Rivera reitera su no a Sánchez y a «su banda» amparándose en que es «lo decente» para impedir que rompa España

Ana Balseiro
ANA BALSEIRO MADRID | LA VOZ

ESPAÑA

Kiko Huesca

El líder de Cs ha protagonizado un debate bronco, acusando al candidato a la presidencia de hacer «teatro» en la Cámara mientras se «reparte sillones» con Unidas Podemos y golpistas en la habitación de al lado

22 jul 2019 . Actualizado a las 22:28 h.

«Podríamos mirar hacia otro lado, pero lo correcto, lo decente, es oponerse al plan Sánchez, porque no hemos venido aquí a hacer lo fácil, lo cómodo. Por eso vamos a votar que no, porque es de ser sensatos, no de izquierdas o de derechas». Así cerró el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, su primera intervención en el pleno de investidura, dejándole claro al padre del «no es no», que en ningún caso le facilitarán el camino para gobernar y que supondría la culminación del sectarismo y de la fractura de España. En un debate bronco -tal y como se esperaba- el presidente de la formación naranja describió a Pedro Sánchez como un político «sin escrúpulos», cuyo único objetivo es «perpetuarse en el poder», que hacía «teatro» en el hemiciclo, mientras en la habitación contigua negociaba el reparto de sillones con «su banda», en referencia a Unidas Podemos y los independentistas, desde Otegi a Torra o Puigdemont.

«Puro teatro, señor Sánchez. Truco en la tribuna y trato con los separatistas», le espetó a Sánchez, calificando su discurso de investidura de «impostado, de cartón piedra, a veces, de cemento». Rivera aseguró que «no se tragaba» la «cortina de humo» que el candidato socialista llevó por la mañana a la Cámara Baja y dedicó toda su intervención -turnos de réplica incluidos- a desmenuzar lo que, según Ciudadanos, es el «plan Sánchez», que únicamente es «bueno» para el propio presidente en funciones y «para los enchufados del PSOE» (como Tezanos o Rosa María Mateo, a los que citó en varias ocasiones), pero no para las familias españolas, a las que advirtió que solo les traerá sectarismo y subidas de impuestos.   

«Nosotros vamos a oponernos al modelo de España que usted quiere, la sectaria, la del divide y vencerás, la de legitimar los atentados terroristas», sostuvo, insistiendo en el «plan» oculto de Sánchez y «su banda», en la que no solo situó a los «golpistas» catalanes sino también a Bildu, con Otegi al frente. Aseguró que votar para frenar dicho plan era incluso más importante que votar contra el Gobierno de Sánchez que, en cualquier caso, dio por hecho, y que deseó tuviera la menor duración posible.

Presentó a su formación como líder de la oposición, liberal y centrista, así como fuerza regeneradora de cara a la próxima legislatura y abundó en que Cs haría valer sus 57 escaños y 4,3 millones de votos para frenar las pretensiones del líder del PSOE y «su banda», a los que acusó de «criminalizar» a los constitucionalistas. «Nos han llamado de todo: perros, fachas... Si no eres del PSOE eres un fascista», criticó, enrocándose en su negativa a abstenerse en la votación.

Por su parte, en sus breves réplicas, Sánchez salió con el cuchillo entre los dientes para hacer sangrar a Rivera por las heridas que tiene abiertas, como la desbandada de líderes de la formación tras las elecciones -«hoy parecen ustedes La gran evasión»- o su escora a la derecha, con pactos con el PP y Vox. «Teatro es pactar con la ultraderecha y hacer que parezca un accidente», le espetó, entre aplausos de la bancada socialista.

Además de recordarle que Cs es la tercera fuerza política del país y, por tanto, no la líder de la oposición, le afeó a Rivera que fuera a la tribuna a dar «lecciones de democracia», porque en democracia se respeta al adversario político. Le pidió repetidamente que recordara -como señalan los sondeos- que el 70 % de los votantes de Cs está a favor de que permita la investidura, en lugar de obligarlos a ir de nuevo a las urnas. «Declararse en rebeldía de los votantes es un mal negocio, para usted y para Ciudadanos, pero sobre todo para España».