Forcadell deja claro en el Supremo que no quiere inmolarse por la independencia

m saiz-pardo / m. balín MADRID / COLPISA

ESPAÑA

En el primer banco, los exconsejeros Forn (senador) y Turull (diputado); y en el segundo y tercero, Rull (diputado) y Cuixart; y en el cuarto, Santi Vila, Dolors Bassa y Mundó; los otros se sientan con sus abogados
En el primer banco, los exconsejeros Forn (senador) y Turull (diputado); y en el segundo y tercero, Rull (diputado) y Cuixart; y en el cuarto, Santi Vila, Dolors Bassa y Mundó; los otros se sientan con sus abogados Tribunal Supremo | EFE

Sus testigos apuestan fuerte por intentar salvarla huyendo de todo discurso político

23 may 2019 . Actualizado a las 10:56 h.

Y en la 45 jornada de la vista oral por el desafío independentista catalán comenzó el juicio. O al menos, la jornada de este miércoles en el Supremo empezó a parecerse de verdad a un proceso judicial, con abogados dejándose la piel por defender a sus clientes y con testigos de la defensa aportando datos certeros para exculpar a los procesados y sin ningún interés por hacer mítines políticos.

El último día de interrogatorios del medio millar de testigos fue el turno de los citados por los imputados que no quieren inmolarse en un altar independentista. Después de los rifirrafes provocados por las declaraciones de los testigos de los presos-parlamentarios o de los otros imputados que quieren seguir en la primera línea política independentista (Junqueras, Sànchez, Rull, Turull y Romeva, por un lado, y Cuixart y Forn, por el otro), la calma volvió al tribunal. Y lo hizo con los testimonios exculpatorios propuestos por los que se han echado a un lado, con la expresidenta del Parlamento autonómico Carmen Forcadell a la cabeza, seguida de los exconsejeros Dolors Bassa y Carles Mundó.

El regreso de los cinco parlamentarios de Esquerra y Junts al Tribunal Supremo coincidió con la puesta de largo de la estrategia de Forcadell, en las antípodas de la de sus compañeros de banquillo. Hasta el punto de que Olga Arderiu, su abogada, llamó a un testigo para intentar demostrar que su clienta ni tan siquiera publicó los tuits (para nada delictivos) en los que desde su cuenta se llamó a la movilización el 20 de septiembre del 2017, durante el cerco a la Consejería de Economía, o felicitó a los catalanes por su participación en el 1-O. El chivo expiatorio de Forcadell en esta apuesta por desligarse del resto se llama Jordi Martínez Soler, asesor entonces del gabinete de prensa de la Cámara. Martínez dijo, en esencia, que todo fue culpa suya. Que él era quien se ocupaba de las redes sociales de Forcadell. Que fue el autor de los tuits más polémicos de la cuenta de su antigua jefa. Es más, que Forcadell ni siquiera «validaba» siempre esos mensajes.

El exjefe de prensa de Forcadell llegó al punto de tratar de desmontar ante el Supremo la imagen icónica para el independentismo de su exjefa, durante el asedio a la comitiva judicial el 20S, subida en el escenario montado junto a la Consejería de Economía y arengando a la masas. «A Forcadell le ofrecieron el micro y no tuvo opción de rehusarlo», afirmó el testigo. Ella asentía. 

Volver a su trabajo y descansar

No fue el único testigo de Forcadell empeñado en rebajar el papel de la imputada. «Me dijo que quería regresar a su trabajo y descansar», confesó Ricard Gené, quien desde el 2012 al 2015 perteneció al secretariado de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y que coincidió en la cúpula de ese ente cuando Forcadell fue elegida líder en el 2012. Gené, que quiso dejar claro que la imputada nunca tuvo «aspiraciones políticas», insistió en que Forcadell no era más que otros en el mundo secesionista. Afirmó que, como presidenta de la ANC, solo tuvo una «función representativa, no ejecutiva». Y que no asistía a reuniones claves ni participó en la redacción de las hojas de ruta de la ANC.

Las miradas desde el banquillo según declaraban los testigos de Forcadell no dejaban lugar a dudas de que la estrategia de la expresidenta no era la de los parlamentarios presos. Sánchez, Turull, Rull y, sobre todo, Junqueras siguieron las explicaciones con aparente indiferencia. Y no cambió cuando llegaron los testigos de Dolors Bassa (íntima amiga ahora de Forcadell) y de Carles Mundó. Insistieron en que ni cedieron locales para el 1-O ni se gastó un euro público en el referendo ilegal.

Los peritos confirman la malversación

Cuatro destacadas funcionarias de Hacienda y de la Intervención General del Estado apuntalaron la tesis de que los líderes independentistas incurrieron en malversación al sufragar gastos del referendo ilegal con fondos públicos.Incluso dieron una cifra: 917.648 euros. Los testimonios fueron demoledores para las defensas. Una aseguró que el Diplocat no era privado, como sostienen los imputados, sino que tiene un 85 % de financiación pública, y reveló que la Generalitat se gastó 176.000 en «observadores internacionales». Las peritos que comparecieron en el juicio también certificaron, entre otras irregularidades, gastos en la promoción del referendo ilegal en los medios públicos catalanes.