Casado pide a los votantes de Vox y Ciudadanos que regresen al PP «verdadero»

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Chema Moya | Efe

Cierra la convención nacional advirtiendo de que votar a «los que se disfrazan del PP» es promover «la desunión de la inmensa mayoría que ama España»

20 ene 2019 . Actualizado a las 15:25 h.

«Aquellos que se fueron a buscar al PP fuera del PP, ni lo han encontrado ni lo van encontrar. Este es el único PP, el verdadero. El PP ha vuelto fuerte y queremos que vuelvan ya al PP». El líder de los populares, Pablo Casado, ha cerrado la convención nacional del partido haciendo un llamamiento explícito a todos los votantes que emigraron a Ciudadanos y a Vox a regresar a la «casa común» de los populares para impedir así que la dispersión del centro derecha permita que socialistas, populistas e independentistas continúen controlando el Gobierno. «Tenemos que volver a ser la fuerza de diez millones de votos, mayoritaria», proclamó Casado, convencido de que su llegada al liderazgo del PP, la conquista por primera vez de la Junta de Andalucía y el regreso de José María Aznar como referente del partido permitirán que muchos de los que han dado la espalda a los populares en los últimos años vuelvan a confiar en ellos.

La apelación al voto útil va a ser a partir de ahora una constante en un PP que evita tratar con desprecio a las fuerzas que le han restado votos por la derecha y por el centro y les promete que está dispuesto a rectificar y recuperar sus señas de identidad para volver a ganarse su confianza. «El problema es la desunión de la inmensa mayoría que ama España», señaló el líder de los populares en un largo discurso con muchos nexos de unión con el de la «casa común» pronunciado el sábado por José María Aznar. Una vez logrado el objetivo de conquistar la Junta de Andalucía gracias a un complejo pacto con la extrema derecha de Vox y el liberalismo de Ciudadanos, el objetivo de los populares ha dejado ser el de cortejar a esas dos fuerzas. Ahora se trata de dejarlas sin discurso convenciendo a todos los votantes de centroderecha de que es necesario agrupar el voto porque «menos PP está resultando ser menos España».

«Unos quieren ser grandes, pero hacen política pequeña», señaló en referencia a los dirigentes de Ciudadanos y Vox, a los que advirtió de que «no basta con ponerse el disfraz del PP» para ganarse la confianza de los españoles. «No estamos aquí para sermonear a nadie. No redactamos estatutos de limpieza de sangre», proclamó Casado para cuestionar a quienes acusan a los populares de haberse convertido en una derecha acobardada frente a la izquierda y el independentismo. Se dirigió por ello a esos votantes que han buscado en otras fuerzas lo que no han encontrado en el PP en los últimos años y les preguntó si hoy España «se parece más o menos al país que ellos desean» y si consideran que con menos PP hay más respeto a la ley y la libertad. «Hay mucho menos», se contestó él mimos.

Para convencer a ese exvotante descontento, Casado aseguró que el PP es «la fuerza tranquila, pero implacable frente al nacionalismo y los populismos» e hizo por ello una apelación a «la España de los balcones» para que «esos patriotas bajen a reunirse cuanto antes con nosotros». «No se ha podido unir a España desuniendo el voto. Hay que unir el voto para unir a los españoles de nuevo», insistió una y otra vez el líder de los populares, que aseguró que solo el PP puede hacer esa labor. «Hay que apelar no solo al voto útil, sino al voto fuerte para librar a España de la amenaza nacionalista y la rendición socialista», aseguró, rematando su argumento al afirmar: «Si ganamos los populares, los españoles, todos ellos, acaban ganando».

Pero Casado es consciente de que, a pesar de su llamamiento a volver al PP «auténtico», es necesario también recuperar la unidad interna en el propio partido, muy dañada tras la amarga salida del anterior presidente del Gobierno mediante una moción de censura. Y por ello, aunque su sintonía con el primero es mucho mayor que con el segundo, aseguró que el PP ha tenido «los dos mejores presidentes de la historia de España, José María Aznar y Mariano Rajoy». Y, después de desgranar todo un programa de Gobierno que incluye algunas de las propuestas de Vox y de Ciudadanos, como la aplicación inmediata de un artículo 155 «fuerte y sin límites», el mantenimiento de la prisión permanente revisable o el endurecimiento de la política sobre la inmigración, concluyó afirmando que no «no hay más PP que este. El nuestro. Muchos quieren imitarnos pero no les sale». «Cualquiera que quiera que gobierne el PP tiene que votar al PP”, advirtió Casado. «No quiero que salgamos a empatar. Quiero salir ganar», sentenció, convencido de ganar las próximas elecciones generales .

Casado es consciente de la urgencia de conseguir ese objetivo cuanto antes porque, al contrario de lo que ocurrió a con Aznar y Rajoy, no dispondrá probablemente de tres oportunidades para alcanzar el Gobierno. Sabe que su reto es llegar a la Moncloa a la primera, aunque sea, como ha ocurrido en Andalucía, sin ganar por mayoría absoluta ni con esos diez millones de votos a los que aspira, y mediante pactos con otras fuerzas para desalojar Pedro Sánchez del Gobierno. Con ese objetivo marcado a fuego, el PP sale de esta convención nacional con una especie de triunvirato formado por el propio Casado como líder de un PP rejuvenecido con la misión de devolver al PP al poder; Aznar como recuperado referente de la corriente más conservadora del partido, encargado de frenar la sangría de votos hacia la extrema derecha de Vox, y Alberto Núñez Feijoo como hombre fuerte de la formación, el único que gobierna con mayoría absoluta y con un discurso más moderado y alejado de los maximalismos, que tiene la misión de taponar el discurso de Ciudadanos demostrando que defender la unidad de España no está reñido con el respeto a la diversidad de sus territorios ni tiene nada que ver con desmontar el Estado autonómico o impulsar una recentralización de competencias ya asumidas por las comunidades.

 A ese triunvirato se ha unido, de manera inesperada, el nuevo presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, que no estaba en las quinielas, pero que es quien demuestra que el camino para regresar al Gobierno de España y desbancar la alianza entre socialistas, populistas e independentistas pasa en primer lugar por reforzar al PP como primer partido del centroderecha en España, pero también por ocupar la mediana de ese espectro político, siendo capaz de pactar con Vox y Ciudadanos si es necesario. De que ese grupo de notables, en realidad heterogéneo, sea capaz de trabajar en equipo, depende en buena parte el futuro del partido.