«No estamos aquí para reinventar el PP», advierte Feijoo

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID/LA VOZ

ESPAÑA

ATLAS

El presidente de la Xunta hace una llamada a la unidad del partido y a recuperar el orgullo de todas las etapas pasadas de la formación, desde Fraga a Rajoy, y también de la esperanza de futuro que representa Casado

18 ene 2019 . Actualizado a las 21:51 h.

«Estoy orgulloso de ser del PP». El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, ha inagurado la convención nacional del PP con un discurso que ha supuesto un chute de optimismo y una llamada a la unidad para un partido que hace apenas seis meses quedó en shock tras perder por sorpresa el Gobierno de España. «No estamos aquí para reinventar el PP. Estamos para reafirmarlo, reforzarlo, y reivindicarlo», señaló en la apertura de un cónclave que los populares han convocado como el del «rearme ideológico». Ese rearme no debe suponer, a juicio de Feijoo, una renuncia al pasado del partido, que reivindicó en una intervención en la que tuvo palabras de elogio para todos los expresidentes del PP.

Feijoo reivindicó así el partido «que fundó Fraga hace 30 años», y que es el de la «mayoría natural que supo aglutinar a millones de españoles diferentes entre sí en torno a unos objetivo comunes», pero también el de José María Aznar, «que convirtió a España en una de las potencias más grandes del mundo» y el de Mariano Rajoy, que tras superar una crisis económica sin precedentes «ayudó a España a recuperar la confianza en sí misma y en su futuro». Rajoy, según afirmó, «supo llegar al Gobierno con mayorías muy nítidas y con sentido común, y ha sabido irse con elegancia y con sus princpios intactos», le dijo al anterior presidente del PP, que le escuchaba desde las primeras filas. Y, en el día en el que el PP alcanzaba la presidencia de Andalucía, alabó también la «sensatez e ilusión» de Juan Manuel Moreno, pero reivindicó también «el papel fundamental de Javier Arenas durante tanto tiempo en Andalucía».

Tras defender todas esas etapas del pasado, ese pasado, añadió que «nuestro presente y nuestro futuro es Pablo Casado» y «su ilusión será también la ilusión de España». Consciente de las dificultades que afronta el PP para recuperar la hegemonía del centro derecha fraccionado los últimos años, señaló que el PP «es un punto de encuentro». «No buscamos acentuar la diferencia. No somos un partido ni vociferante ni que descalifique, ni con falso discurso social», ni tampoco «un partido oportunista ni ansioso», dijo en claros mensajes a Ciudadanos y a Vox. Frente a ello, aseguró que los intereses generales «se defienden desde la serenidad» y que «la claridad no es una veleta interesada ni una intransigencia».

«Ningún partido nos va a dar lecciones de cómo se Gobierna», señaló Feijoo, que, aunque admitió que en el PP «debemos de reconocer nuestros errores», añadió que nadie le dará a los populares «lecciones de transparencia, ni de centralidad ni de coherencia ni de moderación ni de firmeza». «Todos los partidos nos atacan, pero todos quieren ser como el PP», indicó pero advirtió también de que «lo que se busca en el PP solo se puede encontrar en el PP y lo que se espera del PP, solo el PP puede darlo». «Ningún interesado ni de un lado ni de otro nos va a dar una lección», sostuvo. Y, en referencia directa a Galicia, añadió también de que «ningún partido le va a da lecciones a los militantes del PP de Galicia de ser gallegos ni de ser españoles. Somos gallegos y españoles. Ese es nuestro compromiso y lo ha sido siempre», advirtió.

El primer gran acto político del PP bajo el liderazgo de Pablo Casado les llega a los populares en un momento dulce, inmediatamente después de haber conquistado la presidencia de la Junta de Andalucía, el único bastión territorial que se les había resistido desde el inicio de la democracia. El pacto con la extrema derecha de Vox que ha sido necesario para alcanzar ese objetivo es sin embargo uno de los escollos que condiciona el contenido de esta convención, celebrada en un ambiente de euforia muy distinto al último congreso, convocado en un ambiente de tensión extrema tras el shock que supuso la pérdida del Gobierno por la moción de censura contra Mariano Rajoy.

BENITO ORDOÑEZ

Ese «rearme ideológico» que busca el PP no es otra cosa que una complicada fórmula que les permita dar la batalla contra las ideas de la izquierda y el populismo, recuperar el voto más centrista emigrado en los últimos años a Ciudadanos y, a la vez, aglutinar el sufragio más claramente derechista que se ha fugado a Vox, enarbolando un discurso igual de firme que los de Abascal en lo que afecta a la unidad nacional y la mano dura contra los independentistas catalanes, pero sin asumir sus tesis más radicales en contra de la ley de igualdad de género.

Y todo ello, manteniendo la unidad interna en un partido en el que todavía supuran algunas de las heridas abiertas en el último congreso nacional del partido, en el que Casado acabó imponiéndose a dos de las más estrechas colaboradoras de Mariano Rajoy, aunque rivales entre sí, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, llamando a recuperar las «esencias» del partido. Algo que muchos interpretan como un giro a la derecha que asume las tesis de José María Aznar, hasta hace poco reducido al ostracismo en el partido, y una enmienda a las posiciones templadas de Rajoy. De que este fin de semana consigan o no superar esas aparentes diferencias dependerá en buena manera que alcancen su principal objetivo a corto plazo, que es imponerse en las próximas elecciones municipales y autonómicas, a pesar de que los sondeos les sitúan todavía lejos de esa poisibilidad.

BENITO ORDOÑEZ

La estrella Feijoo, el agitador Baltar, los cañones de humo, las pulseritas de España y Coldplay

El presidente fue requerido hasta para que mediase por el deportivista Mosquera

f. balado

Como los emperadores en su regreso a Roma tras una exitosa campaña de conquistas. Así fue recibido Pablo Casado en su primera convención nacional como presidente del PP, solo que este, en lugar de Tracia, Galia o Britania, llegó con Andalucía como trofeo. «¡Presidente, presidente!», le aclamaban las bases a su entrada en el plenario. En realidad no se sabía muy bien si los gritos iban dirigidos al palentino o a Mariano Rajoy, con quien entró de la mano para ayudarle con la digestión del sapo que le tocó tragarse este viernes. Lo más probable es que a ambos.

Como todos los años, uno de los más aclamados fue el titular de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, al que le resulta incapaz dar un paso sin que le pidan una foto. «Presidente, desde Asturias», le reclamó uno. Pero de inmediato llegó una señora de Alicante, sucedida por un caballero de Villarrobledo (Albacete), al que le siguió un catalán, justo después dos andaluzas... Y así hasta que acudió un señor que se presentó como suegro de un jugador del Deportivo. Luis Partida, alcalde del municipio madrileño de Villanueva de la Cañada durante los últimos 40 años, acudió hasta Feijoo para pedirle una foto y, de paso, a ver si le echaba un cable para que su yerno, Pedro Mosquera, disfrutase de algún minuto más sobre el terreno de juego. «Tiene mucha clase y una gran visón de juego», argumentaba. «Y además es muy buen chaval», apuntalaba Feijoo.

El presidente de la Xunta fue el encargado de inaugurar el cónclave y, por tanto, de calentar a las bases. Contó con la ayuda de la representación gallega, que se repartió en la grada entre el grueso de A Coruña, Lugo y Pontevedra, que siguieron el discurso de su líder desde el fondo norte, y la facción ourensana, que se ubicó en el fondo sur con Baltar como cabecilla y agitador del plenario. Cada pequeño silencio, arrancaba con un enérgico aplauso que contagiaba al resto de la grada. 

Coldplay y pulseras de España

Génova está vendiendo su convención como punto de partida del nuevo PP de Pablo Casado. Política aparte, sí que se apreciaron pequeños detalles de modernización. Mucho discurso en inglés, mucha música en directo con versiones de Coldplay, cañones con mucho humo, un despliegue descomunal de luz y sonido... «No es U2, pero casi», bromeaba un miembro de la dirección nacional. También mucha más pulserita de España que nunca.