Los CDR siembran el caos pero fracasan en su intento de colapsar Barcelona

Melchor Saiz-Pardo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Alberto Estévez | Efe

Más de 75 heridos, la mitad de ellos «mossos», y trece detenidos en los disturbios

22 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los Comités de Defensa de la República (CDR) perdieron fuelle el 21D. No solo porque no pudieron controlar las columnas que rodearon el Consejo de Ministros y que acabaron en disturbios, sino porque sus llamamientos a «desbordar» a las fuerzas de seguridad con acciones en toda Cataluña para conseguir su ansiado «paro de país» no estuvieron ni cerca de bloquear la actividad de la comunidad autónoma. Lo único que consiguieron con los disturbios que provocaron es que 77 personas resultaran heridas en sus enfrentamientos con los Mossos, que detuvieron a un total de trece personas. De los heridos, 35 son mossos.

A las 5.30 horas de la madrugada, los radicales ya habían conseguido cortar una veintena de carreteras secundarias (luego a lo largo del día llegarían a la treintena) y lograron, una vez más, crear problemas para la circulación en dos arterias tan importantes como la AP-7, en La Ampolla y en Gerona, y la A-2 en Alcarrás. Pero los comités no tuvieron el músculo suficiente para mantener los bloqueos más allá de unas horas o de forma intermitente, sobre todo porque en la mayoría de convocatorias no participaron más que unas docenas de activistas separatistas.

Un número apenas suficiente para cortar las carreteras, pero que no bastaba para oponerse a los desalojos de los antidisturbios de los Mossos, que, ayer sí, tenían órdenes expeditivas de mantener abiertas las vías de comunicación. De hecho, la inmensa mayoría de los bloqueos se disolvieron cuando los respectivos canales de los CDR avisaban de que iban de camino los policías autonómicos. A media tarde, la red viaria catalana prácticamente estaba libre de incidentes. Los CDR, que más allá de un par de barricadas en las vías de cercanías se limitaron exclusivamente al corte de carreteras, no se acercaron siquiera al objetivo marcado de tratar de bloquear entre 90 y 100 vías de comunicación.

Los comités tampoco fueron capaces, como pretendían, de bloquear las vías de entrada de centros estratégicos, como los aeropuertos de Barcelona y Reus o los puertos de Barcelona o Tarragona. La estación de Sants, que en alguna ocasión anterior sí que había sido tomada por los independentistas, vivió un día de absoluta normalidad. Tampoco consiguieron los CDR bloquear las «fronteras» con Francia, Aragón y Valencia o provocar el desabastecimiento impidiendo la salida de productos de Mercabarna. Los comités ni siquiera lograron complicar en demasía la circulación en las cercanías de Barcelona.

De forma intermitente, y muy a primera hora, consiguieron cortar en varias ocasiones las rondas de circunvalación de las ciudad (Dalt y Litoral), pero no se notó. Y es que ayer en Barcelona hubo un tráfico muy inferior a cualquier otro viernes, tal vez porque la ciudadanía, ante el temor de los anunciados cortes, prefirió el transporte público o directamente adelantó sus vacaciones. De hecho, según Trànsit (el servicio catalán de tráfico), la entrada de vehículos a la capital fue ayer la mitad de cualquier otro día laborable. Los CDR no tuvieron su mejor día, pero es que los autodenominados Grupos Autónomos de Acción Rápida (GAAR), su brazo más violento, ni tan siquiera aparecieron para llevar a cabo sus prometidos sabotajes contra infraestructuras claves como centrales eléctricas, estaciones o aeropuertos.

Los independentistas amenazan con un ciclo de movilizaciones

La manifestación unitaria del secesionismo convocada en la tarde del viernes en Barcelona tras el Consejo de Ministros fue la que tuvo menor participación de las grandes movilizaciones convocadas por el independentismo. 40.000 personas, según la Guardia Urbana, y 80.000, según los organizadores, recorrieron las principales calles de la ciudad bajo el lema «Tumbemos el régimen. República catalana».

Al terminar la marcha, que se desarrolló sin incidentes, la actriz Sílvia Bel leyó un manifiesto que pidió hacer de este 21D el inicio de un ciclo de movilizaciones con un objetivo: «Recuperar la soberanía que se nos roba y niega, y que solo alcanzaremos con la república catalana». En el manifiesto se critica la actitud de los partidos y se aboga por una movilización permanente para desestabilizar al Estado, porque «el único momento en el que el régimen del 78 tembló fue cuando el pueblo catalán emprendió jornadas como las del 1 y 3 de octubre».

Las entidades soberanistas censuraron que se haya «pretendido vender como una reunión de contenido social» un Consejo de Ministros que «no es más que una excusa» para justificar un nuevo despliegue de Policía Nacional y Guardia Civil en Cataluña. «El entendimiento con el Gobierno no ha sido, ni será, posible», dicen los soberanistas.

Agreden a un periodista de Intereconomía que cubría las protestas

Dos presuntos miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) agredieron ayer al periodista de Intereconomía Cake Minuesa cuando se encontraba cubriendo en la Vía Laietana las protestas por el Consejo de Ministros en la capital catalana. En el vídeo difundido por la cadena se pueden ver imágenes de golpes y un puñetazo al periodista. Instantes después se aprecia cómo una manifestante se acerca al periodista a decirle que estaba fingiendo y que lo que tenía en la nariz no era sangre, sino kétchup. Posteriormente, otro concentrado con lazo amarillo le proporciona unos pañuelos para limpiarse la sangre de la nariz.

Posteriormente, la consejera de Presidencia y portavoz del Gobierno catalán, Elsa Artadi, puso en duda que la agresión la hubiese realizado un secesionista, porque «detrás de las capuchas no siempre hay independentistas». Dejó abierta la posibilidad de que lo ocurrido fuese un montaje porque «los propios movilizados han impedido cualquier acción violenta» por parte de encapuchados, entre los que «hay infiltrados».

El Colegio de Periodistas de Cataluña condenó el ataque «contra la libertad de información y la democracia», y pidió dejar trabajar a los periodistas. La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, mostró la solidaridad del Ejecutivo con el profesional de la información. En la misma línea se pronunciaron PP y Ciudadanos.