Laura Luelmo se defendió de su asesino, que la retuvo dos días y la mató de un golpe

Melchor saiz-Pardo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Efectivos de la UCO custodian la casa donde vivía el detenido por la muerte de Laura Luelmo
Efectivos de la UCO custodian la casa donde vivía el detenido por la muerte de Laura Luelmo Julián Pérez / EFE

Detenido su vecino, recién excarcelado, que ya mató a una mujer e intentó violar a otra

19 dic 2018 . Actualizado a las 09:20 h.

La autopsia practicada al cadáver de Laura Luelmo ha revelado que la joven profesora zamorana murió de un golpe en la cabeza, propinado con un palo o una piedra, dos o tres días después de su desaparición, durante los cuales pudo estar retenida por su asesino. La prueba forense no ha podido determinar aún si fue agredida sexualmente, aunque los investigadores están convencidos de que ese fue el móvil del crimen, por el que ha sido detenido un vecino de la chica con antecedentes por asesinato, robo con violencia e intento de violación, y que acababa de salir de la cárcel después de 20 años.

Fue desde el primer momento el principal sospechoso. La Guardia Civil comenzó a controlar a Bernardo Montoya Navarro, de 50 años, solo minutos después de que el jueves de la pasada semana los familiares de Laura Luelmo denunciaran su desaparición cuando salió a correr un día antes. Sabían que era un asesino y que ya había intentado agredir a otra chica en El Campillo. Pero los agentes quisieron «darle aire». Le interrogaron el pasado fin de semana para ponerlo nervioso, pero no quisieron detenerlo a la espera de que cometiera algún error que le incriminara y los condujese a la mujer. Los investigadores todavía conservaban un hilo de esperanza de que Montoya no hubiera asesinado a Laura Luelmo, que la mantuviera secuestrada. Finalmente, los agentes, tras el hallazgo el lunes del cadáver de la profesora zamorana, arrestaron al sospechoso a primera hora de la tarde del martes en las inmediaciones de El Campillo, cuando trató de darles esquinazo bajándose de su coche e intentando huir por el monte.  

Obsesionado con ella

«Montoya se obsesionó con Laura desde que la chica llegó al pueblo», revelaron este martes responsables de la Unidad Central Operativa (UCO). La propia Laura se había dado cuenta de ello al poco de instalarse en el número 13 de la calle Córdoba de El Campillo, una muy humilde casa que había alquilado a una compañera del IES Vázquez Díaz del municipio de Nerva, donde la profesora comenzó a trabajar el pasado día 4.

En las conversaciones con su novio ya le había avisado de que le incomodaba la forma en que la observaba el «vecino de enfrente». La alerta del novio de Laura Luelmo puso desde el primer momento a la Guardia Civil sobre la pista de Montoya. Este, que se pasaba el día en la puerta, se había instalado en la vivienda familiar del número 1 de la calle Córdoba el pasado octubre, poco después de salir de la cárcel.

La joven profesora de Plástica, según explican los agentes, no sabía de los antecedentes penales del vecino cuyas miradas tanto la incomodaban, aunque en el pueblo eran vox populi. Bernardo Montoya había sido condenado en 1997 por la Audiencia Provincial de Huelva a 17 años y 7 meses de cárcel por asesinar a una mujer de 82 años en 1995 en Cortegana, a 46 kilómetros de El Campillo. El ahora detenido mató a machetazos a la octogenaria para evitar que declarara contra él tras haber asaltado su casa un año antes para robarle y herirla, en esa primera ocasión, de gravedad. Cuando cumplía la condena, Montoya aprovechó un permiso penitenciario en el 2008 para tratar de agredir a una chica de 27 años que paseaba por un parque de El Campillo, hiriendo al perro de la muchacha de una puñalada. Fue condenado a un año y seis meses.

Aunque salió en el 2015 de la cárcel, solo tardó tres meses en reincidir. Volvió a ser encarcelado por un robo con violencia, y fue condenado a dos años y diez meses que acabó de cumplir solo unas semanas antes de que Laura Luelmo se mudara a la casa de enfrente a la suya. Mucha gente del pueblo sabía que Bernardo Montoya se había instalado en El Campillo porque tenía una pena de destierro en Cortegana.  

Pruebas de ADN

Los especialistas de la UCO reconocen que no tienen pruebas irrefutables contra Montoya. Esperan arrancarle una confesión, a la espera de que el ADN haga el resto. El cadáver de Laura presentaba heridas defensivas, con lo que es probable que puedan extraer pruebas genéticas que incriminen a su asesino. El cuerpo encontrado en el barranco de La Mimbrera, según la autopsia, presentaba un golpe en la cabeza que provocó la muerte. La chica, además, tenía hematomas en el cuello, compatibles con el estrangulamiento. Si Laura Luelmo sufrió abusos sexuales lo determinará el informe forense definitivo. El cadáver se halló boca abajo, semidesnudo, maniatado y oculto bajo unas jaras.

En La Mimbrera, los agentes del equipo de inspecciones oculares de Criminalística no han encontrado, por ahora, ni el móvil ni la cartera ni las llaves con las que Laura salió a correr, lo que hace pensar a los investigadores que fue asesinada en otro lugar y, después, trasladada hasta el abrupto paraje donde se encontró su cadáver. Los funcionarios ya tienen en su poder el Alfa Romero que conducía Bernardo Montoya para comparar sus neumáticos con las huellas encontradas en el camino de tierra que conduce al barranco.

Un mellizo también con historial asesino

Bernardo Montoya, quien en 1995 mató a una mujer en Cortegana, tiene un mellizo, Luciano. En el 2000, este asesinó a una mujer de 35 años también en Cortegana como venganza por haberlo denunciado por un robo. Ambos sucesos provocaron un enfrentamiento étnico en el barrio de Las Eritas, en el que el clan de los Montoya, originario de Badajoz pero procedente de Barcelona, se instaló en los noventa. En el 2005, después de denuncias cruzadas entre payos y gitanos, se desataron altercados en Cortegana. Murió Mateo Vázquez, un payo discapacitado, apaleado hasta la muerte para robarle.