La agravante de violencia de género se aplicará aunque no haya relación entre agresor y víctima

D. Chiappe MADRID / COLPISA

ESPAÑA

EUROPA PRESS

Para aplicar este fundamento jurídico se requiere que «en el autor del delito concurra un ánimo de mostrar su superioridad frente a la víctima mujer y demostrarle que esta es inferior por el mero hecho de serlo»

22 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cualquier agresión contra una mujer por parte de un hombre recibirá mayor condena debido a la «agravante de género», según la doctrina que ha establecido la Sala Segunda del Tribunal Supremo en una sentencia emitida el lunes de esta semana. Para aplicar este fundamento jurídico se requiere que «en el autor del delito concurra un ánimo de mostrar su superioridad frente a la víctima mujer y demostrarle que esta es inferior por el mero hecho de serlo», explica la ponencia del magistrado Julián Sánchez Melgar.

«La agravante por razón de género se fundamenta, precisamente, en la discriminación que sufre la mujer en atención al género, y ello con independencia de la existencia o no de una relación de pareja entre la víctima y el sujeto activo». Por tanto, aunque en el caso juzgado estaba probado que el acusado y la demandante convivían, no será necesaria que exista esa «relación sentimental ni actual ni pasada» para que se agraven las penas del condenado.

Para «ampliar la protección de los derechos de las mujeres frente a la criminalidad basada en razones de género», la agravante de género se podrá aplicar en todas las acciones que hagan que la mujer se sienta «una pertenencia o posesión en ese momento del agresor». La sentencia también establece esta agravante no es incompatible con la de parentesco, que se aplica cuando entre el agresor y la mujer median relaciones de afectividad o de convivencia, siendo esta última circunstancia «objetivable», ya que no requiere «afectividad subjetiva de relación de pareja».

En el caso juzgado, el hombre, llamado Maen Azam, entró a las en la habitación de la mujer con la que convivía desde hacía tres años en Barcelona. Le gritó y le robó dinero del monedero, empezó a golpearla y amenazarla de muerte. La violencia era rutinaria. La mujer huyó a la terraza. Él la persiguió, se armó con un destornillador y fue hacia ella con intención de asesinarla. Ella saltó. No murió, pero se fracturó múltiples huesos en la columna y los pies.