Casado se juega su liderazgo en la primera batalla en las urnas

ramón gorriarán MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Enrique Gómez - Europa Press

En el PP creen que los comicios andaluces llegan demasiado pronto para el nuevo presidente del partido

18 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Creen en el PP que las elecciones andaluzas llegan demasiado pronto para Pablo Casado. Han transcurrido cuatro meses desde la victoria que lo entronizó como sucesor de Rajoy, pero no es tiempo suficiente para ahormarse como jefe de la oposición al frente de un partido en crisis. Un buen resultado le consolidaría, uno malo haría que se tambalee su liderazgo. Pero no esconde la importancia del envite ni sus consecuencias, y él mismo ha subido el listón: «Lo que pase el 2 de diciembre será la primera vuelta de las elecciones municipales y de las nacionales».

Aunque las encuestas y las sensaciones digan lo contrario, está convencido de que saldrá airoso. Para el PP, en estos tiempos un buen resultado no es pelearle la victoria al PSOE, es ganar a Ciudadanos. Para los estrategas de la campaña, el escenario ideal del 2D pasa por resistir la pujanza de Ciudadanos y mejorar sus números (ahora tiene 33 de los 109 diputados del Parlamento andaluz), lograr que la subida de los liberales sea a costa de los socialistas y que Adelante Andalucía, la alianza de Podemos e IU, muerda votos al PSOE.

Mas no parece que vayan por ahí los tiros. El promedio de los sondeos publicados constatan que los populares no solo no ganan escaños, sino que los pierden. Están empatados con Ciudadanos y el crecimiento del partido naranja se alimenta de sus deserciones, y no de un trasvase socialista; además la candidatura de Teresa Rodríguez mantiene sus apoyos sin restar al PSOE.

Casado no se resigna. Será el líder nacional con mayor presencia en Andalucía, encabeza su propia caravana electoral y en los carteles anunciadores de los mítines su nombre sepulta por tamaño de letra el del candidato andaluz. Ha puesto toda la carne en el asador y ha convertido las autonómicas en lo más parecido a un plebiscito sobre su futuro. Es consciente de que un mal resultado cegaría su camino a la Moncloa, no en vano los andaluces eligen 61 de los 350 diputados del Congreso.

El líder peor valorado

A dos semanas de las votaciones, su empeño no se ha visto premiado. Las prospecciones de las encuestas publicadas son casi todas desfavorables: es el líder nacional menos conocido por los andaluces y el peor valorado. El candidato Juan Manuel Moreno tampoco ayuda: saca la peor nota de los aspirantes y uno de cada tres votantes no sabe quién es.

Casado, en 150 días como líder del PP, no ha dado con la tecla para asentarse como el de la oposición. Lo reconocen en voz cada vez menos baja dentro de su partido, sobre todo los que acumulan algunas legislaturas a sus espaldas. «Su discurso, aunque suena explosivo, no hace daño al Gobierno», comenta un veterano diputado. Su actividad desde el primer día es arrolladora. Multiplica las iniciativas, aunque algunas tengan dudoso éxito, como la cumbre de fuerzas constitucionalistas del pasado miércoles en el Congreso, en la que el único líder fue él.

Actividad arrolladora

Cuando se instaló en el despacho en la planta noble del edificio de la calle Génova, lo normal era pensar que iba a tener que medirse con el presidente del Gobierno. Pero no. Enseguida reparó en que Pedro Sánchez es el adversario formal, el real es Albert Rivera. El líder del PP se enfrenta al reto insólito de pelear con Ciudadanos por la hegemonía del centroderecha, un espacio que los populares ocuparon durante 30 años. Encima tiene que hacer frente a las dentelladas de VOX.

Casado ha entrado en el cuerpo a cuerpo con Ciudadanos con un discurso hiperbólico que le hace perder credibilidad. Acunarse a la sombra de José María Aznar y poner en valor su legado no cuenta con el beneplácito general del partido, y algunos alertan de que el escoramiento a la derecha desguarnece el centro. Avisan, sobre todo, los líderes territoriales, para los que su realidad política tiene poco que ver con los diseños que hace la dirección nacional. Tampoco contribuye a su consolidación, reconocen dirigentes del PP, el equipo del que se rodeó, incluido el apoyo de Dolores de Cospedal.