El ultimátum de Torra se desinfla

Mercedes Lodeiro LA VOZ EN BARCELONA

ESPAÑA

Quique García | Efe

El desmarque de ERC y la falta de apoyo incluso entre los suyos hacen que el presidente catalán, a quien en la CUP incluso ven ya como una barrera, deje de hablar de plazos

04 oct 2018 . Actualizado a las 07:40 h.

El debate de política general en el Parlamento catalán sirvió para amplificar lo contrario de lo que pretendían los independentistas. No su fortaleza, sino su profunda división. Cada día más evidente, y que ya ni siquiera se esfuerzan en ocultar. Y sirvió también para evidenciar, de un lado, el aislamiento de Quim Torra y, de otro, el hundimiento de su ultimátum al Gobierno. Ni 24 horas duró, forzado por el desmarque de sus propios socios, el ataque de la CUP y el portazo del Ejecutivo. La rectificación de Torra tuvo una vía doble: con una carta a Pedro Sánchez en la que le insta a dialogar, pero sin plazos ni amenazas, y, en la misma línea, con una propuesta de resolución de Junts per Catalunya y de ERC que apuesta por una negociación con el Gobierno para pactar un referendo, pero nuevamente sin el plazo fijo que había marcado el día anterior el presidente catalán.

Esta ruidosa marcha atrás de Torra demuestra una vez más que su ultimátum del martes fue una huida hacia adelante para intentar calmar los ánimos de los más radicales, a los que había alentado el día anterior. Y ayer insistió en ello al apelar a la CUP para mantener la unidad en el Parlamento catalán. «Yo no he venido aquí a administrar ningún tipo de autonomía ni a jugar con las palabras, yo he venido aquí a hacer la república catalana, es mi compromiso. El día que vea que yo no puedo avanzar en hacer esto, me iré», dijo. De poco sirvió su intento, porque Carles Riera, portavoz de la CUP, le respondió con una sonora bofetada: «Este pueblo ganará la independencia con ustedes o contra ustedes. Saltará la barrera hacia la república y hoy ustedes son la barrera», le dijo.

Pero si la ruptura con el sector más radical del independentismo parece ya un hecho de difícil marcha atrás, más dañina aún es la división que el ultimátum de Torra provocó en las filas de sus socios más inmediatos, el PDECat y ERC. Esta última formación negó que el órdago que el presidente había lanzado el martes a Pedro Sánchez fuese pactado con el vicepresidente catalán, Pere Aragonès, de Esquerra. Más contundente aún fue la respuesta desde el grupo parlamentario republicano en el Congreso. Gabriel Rufián advirtió que «los ultimátums los carga el diablo» y señaló que solo los diputados de ERC pueden hablar en nombre del partido. Y en el propio debate de política general, el portavoz de Esquerra, Sergi Sabrià, reclamó al presidente, sin citarlo expresamente, «menos gesticulación y más estrategia», y a «los que tienen prisa», en referencia a los radicales de la CUP, les advirtió: «Quien prometa atajos es un ingenuo o nos engaña». Porque lo que no hará Esquerra, dijo, «es vender humo».

Y por si había pocos líos, ayer se abrió uno nuevo. Los parlamentarios de Junts se desmarcan de lo aprobado el martes por el Parlamento para que sus cuatro diputados (Puigdemont, Turull, Rull y Sànchez) deleguen el voto. Por tanto, no harán como Esquerra, que designó a Sergi Sabrià como sustituto de Junqueras y Romeva. Los letrados de la Cámara advirtieron que esos cuatro votos no podrán ser contabilizados, con lo que los secesionistas perderían la mayoría absoluta

El Gobierno responde con un portazo a la reunión de Sánchez y el presidente catalán

La Moncloa ha aplazado sin fecha la reunión que iban a mantener a mediados de este mes Pedro Sánchez y Quim Torra en el Palau de la Generalitat. «No es el momento», dijeron portavoces oficiales en referencia al ultimátum al Gobierno planteado por el presidente catalán. Un órdago que para la Moncloa es un simple «farol» o «un brindis al sol», como se ha demostrado, a su entender, con las reacciones negativas de la mayoría de las fuerzas soberanistas y el giro del propio Torra hacia posiciones más templadas.

El repliegue del presidente de la Generalitat en la segunda jornada del debate de política general en el Parlamento de Cataluña se reflejó también en la carta que envió ayer a Sánchez para concertar la cita que tenían pendiente desde el 9 de julio, cuando se vieron por primera vez en la Moncloa. En su escrito, Torra evita hablar de ultimátums y poner fechas, habla de «las próximas semanas», y propone que él y Sánchez pacten el temario del encuentro. «Debemos hablar de todo en profundidad. De su proyecto para Catalunya, y también del ejercicio del derecho de autodeterminación», que, a su entender, es «la solución que puede resolver el conflicto». Pero Torra no excluye otras fórmulas, solo pone como requisito que la «respuesta» sea «valiente y distinta» a las que se han puesto sobre la mesa hasta ahora.

Una carta que no disipó el enfado en la Moncloa. No tanto porque haya temor a que Esquerra y PDECat retiren en noviembre su apoyo parlamentario, sino por el revés que ha supuesto para la estrategia de distensión y diálogo puesta en práctica por el Gobierno, y que da la razón a quienes entre los suyos, como el expresidente Felipe González, ponen en duda que sirva para algo ante la cerrazón de los soberanistas.

Pablo Casado se muestra a favor de estudiar ya la ilegalización de la CUP

El presidente del PP sugirió que conforme a la actual ley de partidos podría estudiarse la ilegalización de las formaciones políticas que alientan o llaman a la violencia

f. Balado

El pasado lunes, en plena resaca tras los violentos altercados en las calles de Barcelona protagonizados por los CDR, Pablo Casado sugirió que conforme a la actual ley de partidos podría estudiarse la ilegalización de las formaciones políticas que alientan o llaman a la violencia. Se cuidó mucho de dar nombres, pero a todos les vinieron a la cabeza la CUP, gran impulsora de las acciones de boicot, e incluso el PDECat, al coincidir justo con las palabras del presidente de la Generalitat, Quim Torra, alentando a los secesionistas a seguir apretando. Inmediatamente también anunció una iniciativa de su grupo parlamentario para proceder a la reforma de la ley de financiación de partidos con el objetivo de privar de dinero público a las fuerzas políticas que se salten la Constitución.

No fue hasta ayer cuando el presidente del PP le puso nombre a la formación política cuya posible ilegalización, desde su punto de vista, ya se podría estudiar conforme a la legislación actual, vigente desde la etapa de Aznar. Según aclararon fuentes próximas a la dirección nacional, Casado se refería a la CUP, al considerar que reincide sistemáticamente llamando a cometer acciones violentas.

Etapa de vicesecretario

Hace poco menos de un año, cuando todavía era el vicesecretario de comunicación del PP, Pablo Casado se declaró partidario «a título personal» de ilegalizar los partidos independentistas, y manifestó que vería con buenos ojos una reforma de la ley para dejar fuera de juego las formaciones que promueven la secesión.